martes, 8 de mayo de 2012

En el camino de la edificación espiritual

Para comprender lo que implica la edificación espiritual, conviene detenernos inicialmente en clarificar la composición tripartita de los seres humanos en espíritu, alma y cuerpo.

La Palabra de Dios  divide al hombre en tres componentes, espíritu, alma y cuerpo (1ª Tesalonicenses 5:23). Reconocer esta diferencia tiene gran valor para la vida espiritual de un creyente, en lo relacionado a su madurez y a su servicio. El confundir lo espiritual con lo anímico (del alma) puede provocar que las cosas espirituales, que son las que tienen valor en la obra de Dios, jamás sean vividas. Es preciso conocer y experimentar la división del alma y el espíritu para poder servir a Dios en el espíritu (Hebreos 4:12).

En efecto, el ser humano es una trinidad integrada por:

·         Espíritu (en griego neuma) o soplo divino, que nos permite comunicarnos con Dios.

·         Alma – (en griego psique) – psiquis o ánima. San Agustín dividió a la psiquis en intelecto – afecto y voluntad. La parte mental, sensitiva y volitiva del hombre están en el alma. Nos hace conscientes de nosotros mismos.

·         Cuerpo (en griego soma)  que es la parte material del hombre. Con el cuerpo somos conscientes del mundo.

 El espíritu del hombre es el lugar en que establecemos toda comunicación con Dios. (Rom. 8:16; 1 Cor. 14:14). El espíritu (de quien ha renacido en Él) tiene tres funciones principales: conciencia, que discierne lo bueno y lo malo (1ª Cor. 5:3; 2ª Cor. 2:13), intuición, con la que se sabe y se sienten los movimientos del Espíritu Santo (Mr. 2:8; Jn. 11:33), y la comunión, con que se adora a Dios (Jn. 4:23; Rom. 1:9). Estas tres funciones están profundamente ligadas y coordinadas.

Con el milagro del renacimiento en el Espíritu, Dios comienza a recuperar su lugar en el hombre, pues viene a habitar en su espíritu, ahora revivido. (Jn. 1:13; Tito 3:5; Rom. 8:16; 1ª Cor. 6:17). El propósito de Dios es que el espíritu recupere el gobierno sobre el alma, y a través de ésta, sobre el cuerpo. De aquí surge una lucha entre el alma y el espíritu, y como en toda lucha, vencerá el que sea más fuerte. Si es más fuerte el espíritu, y tiene control sobre el alma y el cuerpo, será un cristiano espiritual; si, por el contrario, el alma (aliada con los apetitos del cuerpo) es quien tiene el control, será un cristiano carnal.

Hay que separar el alma del espíritu. Hebreos 4, 12 nos lo indica: “Pues, viva es la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada cortante de dos filos. Penetra hasta la división entre  alma y espíritu, articulaciones y médulas; y discierne sentimientos y pensamientos del corazón”. Si esta separación se produce, el creyente será capaz de detectar inmediatamente cualquier intento del alma por tomar el control, y podrá rechazarla. Así, el espíritu podrá desarrollar su poder intuitivo de modo más agudo. Sólo después de haber experimentado esta separación pueden los cristianos entrar en un sentido genuino de pureza.

La eficacia del cristiano dependerá de si ha tenido la experiencia de ser sumergido en el Espíritu Santo, tal como fue sumergido en el bautismo de agua. Luego de este bautismo, el creyente puede ser introducido en la obra espiritual, en la batalla espiritual, en la oración espiritual. Sus sentidos espirituales han sido despertados y ahora puede experimentar el poder del Espíritu Santo.


El alma, ubicada entre el espíritu y el cuerpo, es la sede de la personalidad del hombre (Dios lo creó un «alma viviente»). Alguien cuyo nombre no recuerdo, dijo con sabia imaginación que cuando Dios creó al hombre, quiso que su espíritu fuera como un amo, el alma como un mayordomo y el cuerpo como un criado. El amo encarga asuntos al mayordomo, quien a su vez ordena al criado que los lleve a cabo. Sin embargo, con la caída, el alma se erigió en amo, y el espíritu se adormeció. Se rompió la comunión con Dios. Un hombre sin Dios tiene, normalmente, en función sólo el alma y el cuerpo. Uno que ha nacido de nuevo puede volver al diseño original de Dios: espíritu, alma y cuerpo.

En el alma encontramos tres funciones: las emociones, la mente y la voluntad. En cada una de ellas hay posibilidades de crecimiento o de extravío. La voluntad del hombre tiene que unirse perfectamente a la voluntad de Dios para que la salvación sea completa.

Un peligro de la voluntad, es la omisión, que nos lleva a la pasividad. De ésta se sirve el maligno para apartar al hombre de Dios. El creyente debe usar sus talentos y ejercitar su voluntad. Solo así puede ponerla al servicio de Dios y recuperar su propio control y soberanía. Para que la salvación de Dios sea completa debe alcanzar al cuerpo. Aunque la obra de Dios comienza en el espíritu, y sigue con el alma, también debe expresarse en el cuerpo. El cuerpo del Señor Jesús en la tierra fue el templo de Dios (Jn. 2:21); hoy el cuerpo del cristiano también lo es (1ª Cor. 6:19).

Se dice que el cuerpo tiene necesidades, las cuales deben ser suplidas; no obstante, esto no significa gratificar el cuerpo. Si el cuerpo es complacido cada vez, se volverá un amo con más y más exigencias, y dejará de ser un siervo. El alma también se verá envuelta en sus apetitos y caerá en el hedonismo (búsqueda del placer). La consagración del cristiano ha de comenzar por el cuerpo, el cual es presentado como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Luego, el entendimiento, el alma, es renovada, y la voluntad de Dios puede ser comprobada en el espíritu (Romanos 12).

Son estas potencialidades del ser humano, las que debemos identificar en nuestro interior cada uno de nosotros, para ponerlas en interacción en la vida comunitaria y encontrar formas más claras de edificar o construir nuestro espíritu. Son soportes fundamentales para esta edificación, la Palabra, la oración, y el propósito consciente de que sea nuestro espíritu el que gobierne nuestra alma y nuestro cuerpo. Edificamos a otros con nuestro propio testimonio de vida, pero igualmente, los demás nos edifican a nosotros cuando su testimonio de vida en el Espíritu, nos muestra que sí es posible ser mejores y acercarnos a Aquel, que se hizo hombre para mostrarnos el camino de nuestra propia salvación.

lunes, 7 de mayo de 2012

Por la Libertad de Educar a nuestros hijos! Carta a la Ministra de Educación.

Por considerarla del mayor interés para todos los lectores de este blog, transcribimos a continuación un derecho de petición, presentado por la Directora de la Red Familia Colombia, a la Ministra de Educación, con relación al Programa Nacional de Educación para la Sexualidad que desconoce derechos fundamentales de los padres de familia y de los mismos educandos.

Abril 16 de 2012

Señores
Ministerio de Educación Nacional
Atn: Dra. María Fernanda Campo
Ministra

 Asunto: Derecho de Petición en interés general, respecto al Programa Nacional de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía

Respetada Señora Ministra:

 Los abajo firmantes, todos mayores de edad, identificados como aparece al pie de nuestras firmas, en nuestra condición de ciudadanos y padres de familia, respetuosamente nos dirigimos a Usted, en ejercicio del derecho de petición consagrado en el artículo 23 de la Constitución Política, y regulado por el artículo 5º del Código Contencioso Administrativo, a fin de solicitarle lo siguiente:

1.         Objeto de la petición
 Respetuosamente solicitamos a su Despacho que adopte las decisiones que corresponda a fin de que la aplicación y uso del Programa Nacional de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía sea suspendido inmediatamente, por cuanto con dicho programa vulnera y pone en riesgo los derechos fundamentales de nuestros hijos menores, quienes se encuentran en edad escolar, y también vulnera nuestros derechos fundamentales como padres de familia en lo que concierne a la educación que queremos inculcar a nuestros hijos.

2.         Fundamentos de la petición
 El Programa Nacional de Educación Sexual y Construcción de Ciudadanía vulnera o amenaza vulnerar los derechos fundamentales de nuestros hijos menores, los cuales prevalecen sobre los derechos de los demás (Art. 44 Constitución Política), y nuestros derechos fundamentales como padres, por las siguientes razones:

2.1.      El Programa Nacional de Educación Sexual y Construcción de Ciudadanía tiene como propósito fundamental el de educar a los niños y adolescentes en la sexualidad, pero orientada hacia los aspectos estrictamente físicos y genitales de la misma, y no como parte de su integralidad como seres humanos en proceso de educación, no está fundada en valores individuales ni colectivos, como debería ocurrir en el marco de la Constitución Política.

 2.2.      El artículo 44 de la Constitución Política establece que son derechos fundamentales de los niños, entre otros “tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y el amor, la educación y la cultura.” Agrega la norma que “La familia, la sociedad y el Estado tiene la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos.” Esta norma obliga al Estado a respetar los derechos de los padres y/o de los responsables de los niños, en el marco de la familia, de ser educados para lograr su desarrollo armónico e integral. El Programa Nacional de Educación Sexual y Construcción de Ciudadanía, al enfocarse exclusivamente en el ámbito físico o genital de la educación sexual de los niños y adolescentes, vulnera directamente el artículo 44 de la Constitución Política.

 2.3.      De acuerdo con dicho Programa Nacional de Educación Sexual y Construcción de Ciudadanía, el Estado se despojaría del deber de garantizar el servicio público de educación en consonancia con el derecho de la persona como individuo, a impartir una instrucción que desconoce las libertades fundamentales de los padres y de los educandos, en este caso, menores de edad, con lo cual vulneraría el artículo 67 de la Constitución Política.

 2.4.      La anterior situación sería violatoria de la Convención sobre los Derechos del Niño, incorporada a la legislación nacional mediante Ley 12 de 1991, y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos conocido como el Pacto de San José de Costa Rica (Ley 16 de 1972), las cuales forman parte del llamado “bloque de constitucionalidad”, entre otros tratados sobre derechos humanos ratificados por Colombia y que protegen los derechos fundamentales de los niños y de los adolescentes

 2.5.      En efecto, el artículo 5º de la Convención sobre los Derechos del Niño expresa lo siguiente:

 “Los Estados partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada o de la comunidad, según establezca la costumbre local, de los tutores u otras personas encargadas legalmente del niño, de impartirle, en consonancia con la evolución de sus facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la presente convención.” (el subrayado no es del texto)

 2.6.      Por su parte, el numeral 1 del artículo 18 de la Convención sobre los Derechos del Niño, expresa lo siguiente:

 “Los Estados partes pondrán el máximo empeño en garantizar el reconocimiento del principio de que ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño. Incumbirá a los padres o, en su caso, a los representantes legales la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño. Su preocupación fundamental será el interés superior del niño.”

 2.7.      En consonancia con las precitadas normas de la Convención sobre los Derechos del Niño, que establecen con claridad el límite del Estado para interferir frente a los padres en la educación que quieren inculcarle a sus hijos, el artículo 29 del mismo tratado expresa lo siguiente:

 “Los Estados partes convienen en que la educación del niño deberá ser encaminada a:

 a)         Desarrollar la personalidad, las aptitudes y las capacidades mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades; (…)

 b)         Inculcar al niño el respeto de sus padres, de su propia identidad cultural, de su idioma y sus valores, de los valores nacionales del país en que vive, el país del que sea originario y de las civilizaciones distintas de las suyas.” (Los subrayados no son del texto)

c)          La indebida intervención del Estado en la educación sexual de los menores al escindir los aspectos físicos y genitales de la educación en valores individuales y colectivos, aún religiosos para quienes profesan alguna confesión o credo, vulnera las disposiciones preicitadas de la Convención.

 2.8.      Para nadie es desconocido que el fundamento de este programa corresponde a una ideología, a un sistema de pensamiento muy claro, y la educación no se puede poner al servicio de ninguna ideología, a riesgo de convertirse en adiestramiento.

 2.9.      En el marco de una democracia participativa como la colombiana (Artículo 1º de la Constitución Política), un instrumento de educación tan poderoso como puede ser el Programa Nacional de Educación Sexual y Construcción de Ciudadanía, su contenido debería consultado a los padres de familia y adoptado en consenso o con participación activa de éstos, no tratándose de una asignatura, sino de una educación a la cual subyace una concepción antropológica que debe corresponder a los criterios de los responsables de la educación de los menores y de nadie más, y es una garantía constitucional que no puede desconocer el Estado so pretexto de impartir el Programa Nacional de Educación Sexual y Construcción de Ciudadanía.

 2.10. Otros derechos vulnerados con la adopción y aplicación del Programa Nacional de Educación Sexual y Construcción de Ciudadanía son , entre otros, el derecho y presupuesto fundamental de la libertad dentro de un marco democrático y participativo establecido en el preámbulo de la Constitución Política de Colombia (C.P.), el derecho a escoger el tipo de educación para nuestros hijos (art. 68 Constitución Política “C.P.”), el respeto a la libertad en la formación de los hijos de acuerdo a los principios y valores de nosotros como padres (artículo 4, numeral 14 de la Ley 1361 de 2009 (Ley de Protección Integral a la Familia), el derecho a la libertad de conciencia (el artículo 18 de la C.P.), el art. 39 de la Ley 1098 de 2006 – Ley de Infancia y Adolescencia-), el artículo 26.3. de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas de 1948 que dispone que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”, el artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) que señala que  “Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”, los artículos 64 y 67 de la C.P. que refieren que el Estado es quien debe garantizar el derecho fundamental de la educación, pero no tiene el derecho a imponer sus contenidos en un estado social de derecho, como el nuestro, y al artículo 1 de la Ley General de Educación –Ley 115 de 1994, que señala que la libertad de enseñanza, y el artículo 7 de dicha ley que refiere que la familia es el primer responsable de la educación de los hijos.

 3.         Notificaciones
Agradezco remitir su respuesta a esta solicitud así como cualquier comunicación relacionada con este asunto a la dirección que aparece al pie de página, esto es, a la Cra. 11B No. 135 C- 41 de la ciudad de Bogotá, a través de la cual será recibida por todos los padres de familia que firmamos el presente derecho de petición.

Agradezco su atención,

Ana María Ramírez
Directora
Red Familia Colombia

C.C: Procuraduría General de la Nación

sábado, 5 de mayo de 2012

¿CÓMO ORABA JESÚS?

Secretamente. "Cuando oréis, no seáis como los hipócritas que son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas, para exhibirse ante la gente. Ya han cobrado su paga, os lo aseguro. Tú, en cambio, cuando quieras rezar, echa la llave y rézale a tu Padre que está ahí en lo escondido; Tu Padre que ve lo escondido te recompensará" (Mt. 6, 5-6).

Jesús va al Templo y a la Sinagoga. Acude frecuentemente, con los demás judíos. Su infancia y su juventud han ido modeladas por la oración judía. Pero su oración no es solamente la de las asambleas. Jesús lleva en sí mismo espacios de oración siempre abiertos.

La soledad, la noche, el desierto, las colinas, las muchedumbres son los lugares de su oración reservada. No se le ve hacer vibrar las grandes reuniones de personas para conducirlas a la efervescencia religiosa. El vive con Dios en la intimidad. Comparte secretos con Dios.

Sobriamente. No nos ha dejado muchas oraciones. Toma los salamos de su pueblo hasta en el momento de la muerte. No ha querido dar a sus discípulos nuevas compilaciones. Su oración es con frecuencia silencio. Silencio del cielo nocturno sobre Galilea o sobre el Huerto de los Olivos.

 Un día. Jesús ora; probablemente sin palabras. Cuando ha terminado, uno de sus discípulos le dice: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Fue necesario que se le pidieran fórmulas para que El ofreciese en el momento, un resumen extrañamente breve de las grandes oraciones judías y de toda la novedad que El mismo traía consigo:

 "Padre que tu nombre sea santificado, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdónanos nuestros pecados, pues nosotros mismos perdonamos a quien nos debe; y no nos dejes caer en tentación" (Lc. 11, 2-4)

Mateo presenta un texto más largo. Trae también estas palabras de Jesús: "En vuestras oraciones, no seáis palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán más caso. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que se lo pidáis" (Mt.6, 7-8)

Sin cesar. "Sin desanimarse" (Lc. 18, 1). Es su mirada hacia el interior y hacia fuera. Esta vigilia ante Dios la evoca en sus parábolas pero ante todo la vive. Los cuatro evangelistas dan la impresión de que su oración es constante: al amanecer de los días de decisiones, pero también en el cara a cara con un hombre o una mujer, o cuando El mismo se convierte en corazón de una muchedumbre.

Todo en Él se hace oración.


El habla de "orar en todo tiempo" (Lc. 22, 46), para ir hacia Dios que viene. Como si la oración fuese la fuente hacia la que es preciso avanzar siempre, atentos al susurro del futuro.

Habla también de insistir, de llamar a la puerta, de ser importuno en la noche. Para una rara fecundidad: "Cualquier cosa que pidáis en vuestra oración, creed que ya la habéis recibido y se os concederá". Marcos lo hace añadir inmediatamente: "Cuando estéis de pie orando, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas" (Mc. 11. 24-26).

¿Qué ocurre en esta oración obstinada? ¿Cuál es su eficacia? Parece como si extrajera de lo más hondo del hombre una humanidad pura y reconciliada; la que muestra el rostro, los ojos, las manos de Jesús.

La oración incesante talla al hombre. El hombre de paz. Con la audacia de la ternura. Jesús no tiene miedo de Dios. Lo llama "Abba". Son los balbuceos de un niño a su padre. Habría que traducir "Papa". ¿Quién osaría hoy, murmurar a Dios "Papá"?

Antes de Jesús, en la religión judía y en otras, se designa a Dios como Padre. Pero nadie ha interpelado al "Altísimo" con este término infantil. Libre en medio de su pueblo, libre frente a las autoridades, libre respecto a las reglas corales o religiosas, Jesús es libre también ante Dios. Más aún, es "muy libre" con Él.

¿Quizás la oración debía calmar en el Espíritu de Jesús los temores primitivos, para conducir hacia Dios confiada, familiarmente?

Entregando su vida la última tarde. Partiendo el pan y haciendo pasar la copa. Ha repetido el rito fraternal: se comparte la comida, hacia el final Él preside la mesa recita la acción de gracias a Dios que alimenta a los hombres y los conduce hacia la libertad.

 A través de todos los éxodos. Presentando el pan y el vino. Jesús se ofrece El mismo ¿Han percibido en El su vida? Jesús conduce hacia la muerte... Alba de Pascua.

 A partir de entonces, los que quieren seguir a Jesús van hacia esta mesa. "Allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos". Ellos se acuerdan de El y le esperan. Intercambian la palabra y la vida. Se entregan también, como Jesús se entregó, día tras día, hasta la última comida. Eucaristía incesante a lo largo de los siglos... Toda oración es eco de esta comida.

Antes de ser apresado. En el Huerto del sudor y de la sangre. Se ofrece a la voluntad del Padre. Confianza, angustia y oración están mezcladas.

En la turbación de la agonía. "¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?" "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Jesús ha muerto. Orando. Gritando.

Fuente: Reproducción parcial de un artículo publicado en www.churchforum.org,

jueves, 3 de mayo de 2012

Oración

Una oración para pedirle al Señor su compañía en todos los momentos de nuestra vida.
Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Animaos unos a otros, día tras día, mientras perdura "el hoy" (Hb 3, 13)
Haz click sobre la foto para ampliarla!

EVANGELIO San Juan 14, 7 -14. LO QUE PIDÁIS EN MI NOMBRE YO LO HARÉ



Evangelio del sabado 5 de mayo de 2012.

jueves, 26 de abril de 2012

AMOR A LA SOLEDAD Y AL SILENCIO

1.       Busca tiempo oportuno para ocuparte de ti mismo, y con frecuencia recuerda y piensa en los beneficios –que recibes- de Dios. Deja las lecturas inútiles de mera curiosidad. Lee tales cosas que te sirvan más para arrepentirte que para divertirte, que te sirvan más para conversión que para distracción. Si te abstienes de estar hablando de cosas inútiles, y de andar escuchando rumores, noticias y novedades, encontrarás tiempo suficiente y oportuno para dedicarte a santas meditaciones. Los más grandes santos evitaban lo más posible el bullicio de la gente, y preferían servir a Dios en la soledad.

2.       Dijo uno: “siempre que estuve con los humanos me volví menos humano” (Séneca).  Esto sucede frecuentemente cuando nos dedicamos a charlatanerías con la gente. Es más fácil guardar completo silencio que no excederse en lo que se habla.  Es más fácil portarse bien en casa que portarse bien fuera de ella. Quien desee tener vida interior y espiritual , tiene que hacer como Jesús: apartarse frecuentemente de la muchedumbre para irse a la soledad a orar.  Solo estará seguro en público quien sabe pasar buen tiempo en la soledad. Solo sabe hablar bien quien sabe callar bien. Solo podrá ser buen superior quien sabe ser buen inferior. Solo sabe mandar bien quien aprendió a obedecer bien. Solo tiene alegría completa y segura quien tiene la conciencia tranquila.

3.       A pesar de todo la seguridad de los santos, ha estado siempre llena de temor de Dios. No por tener grandes virtudes y por recibir inmensas gracias fueron menos precavidos, cuidadosos y humildes a sus propios ojos. La seguridad de los malos viene de su orgullo y presunción y acaba siendo una simple ilusión. Nunca esperes seguridad completa en esta vida, aunque parezcas persona muy fervorosa o muy retirada del mundo.

4.       Muchas veces ha sucedido que personas que los demás estimaban mejores que los otros, se han expuesto a muy graves peligros por la demasiada confianza que tenían en sí mismos. Verse totalmente libres de tentaciones, el sufrir sus frecuentes ataques, para que no se sientan demasiado seguros, no sea que se alcen y se envanezcan con orgullo, o se rebajen a buscar consuelos exteriores indebidos. ¡Oh que pura tendría la conciencia quien no se dedicara a buscar alegrías que son pasajeras, quien no se dedicara a buscar lo que es solo de este mundo!. ¡Oh que profunda paz gozaría y que gran tranquilidad tuviera, quien alejara de sí toda preocupación mundana y material, y se dedicara a pensar en los bienes divinos y en la salvación, y pusiera su esperanza solamente en Dios!

5.       Nadie merece que Dios le conceda consuelos celestiales si primero no se ejercita en el arrepentimiento y en la conversión. Si quieres que el arrepentimiento llegue hasta el fondo de tu corazón, enciérrate en tu alcoba, a meditar, apartado del bullicio del mundo, como está escrito en el Salmo: “Recogidos y en silencio, examinen su propia conciencia” (S. 4). En el recogimiento de tu propia habitación encontrarás lo que muchas veces puedes perder en el bullicio mundanal. Quien se acostumbra a estar recogido, gusta del recogimiento, pero quien se acostumbra a estar por fuera, se aburrirá de tener que estar en soledad y recogimiento. Si en los comienzos de tu conversión te acostumbras a estar en ratos de soledad y recogimiento, esta costumbre te será después una gran ayuda y un gratísimo consuelo.

6.       En el silencio y en la calma progresa el alma piadosa y logra ir conociendo los misterios de las Sagradas Escrituras. Por eso el Señor dice al alma: “La llevaré al desierto y allí le hablaré”.  Y Jesús a sus discípulos: “Venid aparte, a un sitio desierto y descansad” (Marcos 6).  En la soledad del alma encuentra manantiales de lágrimas de arrepentimiento, con que cada noche se lava y purifica de sus pecados, para hacerse tanto más amigo de su Creador, cuanto más lejos vive del bullicio del mundo. Quien por amor a la santidad se aleja un poco de amigos y conocidos, obtiene que se le acerquen Dios y sus ángeles santos.


Texto parcial del capítulo vigésimo de La imitación de Cristo, de Tomás de Kempis.