El Papa Francisco así lo ha reafirmado en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.
REFORMADORES o DEFORMADORES
Históricamente, es necesario reconocer el valor de los
grandes reformadores.
Hombres y mujeres santos e iluminados, que viendo a la
Iglesia torcer la barca de Pedro hacia el relajamiento, intervienen para
fortalecer su timón hacia puerto seguro.
Pero para realizar esta tarea, la santidad definitivamente
ha sido un pre-requisito. Es decir, no es tarea para cualquier criticón.
Incluso algunos de estos grandes reformadores, se
convirtieron en patrones de santidad y ejemplo sin siquiera proponérselo, es el
caso de un San Francisco de Asís, quien llevó a la Iglesia entera a una mayor
coherencia de vida, con su ejemplar modo de vivir, su caridad y su pobreza.
La Iglesia necesita testimonios vivientes, también de
prédicas o escritos teológicos, pero lo más urgente siempre será el ejemplo.
En nuestros días, un numeroso grupo de fieles, heridos con
los anti testimonios de algunos laicos o consagrados, se sienten en la
obligación de quejarse o denunciar el error, para ponerle un muro a la
injusticia o la incoherencia de vida de algunos miembros de la Iglesia.
Y estas quejas van desde el abuso y autoritarismo de algunos
líderes o servidores, como por ejemplo la señora que se cree dueña de la
parroquia y niega el acceso de los feligreses a la iglesia o el líder de una
comunidad que se siente más pastor que oveja y opaca la iniciativa de sus hermanos.
Pero aquí también va incluido el obispo que persigue
cualquier iniciativa de parte de los movimientos laicos y la oposición a los
nuevos carismas o también, el escándalo de una jerarquía eclesiásticas
despreocupada de los fieles y afanosa de poder, cosa que viene combatiendo el
papa Francisco desde los inicios de su pontificado.
Existió otro tipo de reformadores, Lutero por ejemplo.
Estaba errado Lutero, al querer que no se comerciara con las
indulgencias? Tristemente si, más no en el fondo, sino en la forma, pues se
equivocó de estrategia al abandonar la Iglesia.
Lutero se oponía a algo que de por sí era un abuso de poder,
pero lo quiso combatir, creando una Iglesia paralela. Pésima estrategia! Si
queremos torear, hay que meternos de frente contra el toro y no podemos salir
corriendo de la plaza, y esa definitivamente es una estrategia que no reforma,
sino deforma.
El plan del maligno, siempre será el de dividir para reinar.
Les pongo un ejemplo: una pelea entre esposos. Como debemos
enfrentar el problema, dialogando o huyendo de la casa y abandonando el hogar. No se reforma lo que está mal, abandonando a la Iglesia,
ella seguirá en pie, pero quien la abandona, se colgará de una rama sin árbol.