Un elemento importante de la vida en Pequeña Comunidad lo constituye la reunión semanal. Porque es en tal ocasión que sus miembros tienen la oportunidad de hacer un encuentro colectivo y personal con el Señor, a través de su Palabra y de la presencia del Espíritu Santo en la mente y los corazones de sus integrantes.
Cuando se participa de este encuentro, ocurren varios hechos especiales que son únicos en su oportunidad y en su alcance:
· Es agregar a nuestra vida espiritual individual, un carácter comunitario en una misma familia. Una familia en la que somos hijos de un mismo Padre, hermanos de Jesús y herederos del cielo con la ayuda del Espíritu Santo
· Ocasión de escuchar y discernir la Palabra Dios, con el amplio eco de sus participantes y orientar nuestra vida, a encarnar dicha Palabra
· Reconocernos necesitados del Señor, de su luz, de su Amor y su Misericordia, sin la cual muy poco podemos alcanzar.
· Edificarnos en el testimonio cristiano de nuestros hermanos de comunidad, para valorar la multiforme Gracia de Dios en nuestras vidas. Verificar una vez más, que creemos en un Dios vivo y que actúa en cada uno de nosotros
· Formarnos catequéticamente para conocer mejor los fundamentos de nuestra fe, la doctrina de la Iglesia y poder dar razón de nuestra esperanza a los demás
· Ayudar a los hermanos que se encuentran en alguna dificultad, escuchándolos, conociendo su realidad, identificando a la luz del Evangelio cómo podemos ayudarlos y reforzar una identidad corporativa de una nueva forma de vida
· Practicar la oración y la alabanza al Dueño de la Vida, Rey de Reyes y Señor de Señores!
· Articularnos con los diferentes ministerios de nuestra Iglesia, según los Dones y Carismas recibidos del Espíritu Santo, para servir a los demás dentro de la comunidad parroquial
· Practicar en cada reunión los retos de la vida fraterna, con todos sus momentos de dificultad, pero también con sus momentos de crecimiento espiritual y social. Pequeña Comunidad que no tiene momentos de dificultad en la relación de sus miembros, no existe! La primera comunidad integrada por los Apóstoles así nos lo demostró.
· Practicar la corrección fraterna, como lo indica la Palabra de Dios, para ser cada vez más humildes pero igualmente más grandes como cristianos.
· Discernir los signos de los tiempos que vivimos, para entender las dificultades y contradicciones del hombre de hoy. Revisar nuestro propio comportamiento y actitudes hacia los demás, para aprender a verlos con la mirada de Jesús.
· Hacer de la asistencia a las Eucaristías, ocasión de fortaleza en el Señor
· Participar en las actividades pastorales de la Parroquia, de manera coordinada y entusiasta.
Quien no asiste con regularidad a la reunión semanal no solo está fallando a sus hermanos. Esta dándose ocasión de debilitar su caminar, de adquirir tibiezas comportamentales, de perder comunión con la Iglesia y permitirse un riesgo en sus propósitos de vida en comunidad. La asistencia semanal a la reunión de la Pequeña Comunidad es vital para calmar nuestra sed de Dios.