martes, 12 de mayo de 2020

A JESÚS POR MARÍA


Nos encontramos celebrando el mes dedicado a la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Un período en el cual podemos acercarnos más a ella con nuestra oración diaria del Rosario. Los cristianos católicos reconocemos en ella su poder intercesor ante su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Según el Padre Luis María Grignion de Montfort, María aparece como la mujer completamente consagrada al servicio de Jesús y de su obra salvífica, puesta en marcha con la venida de Cristo y que se sigue realizando en el correr de cada día, hasta el final de los tiempos. La personalidad y misión de María debe colocarse en la historia de la salvación y en referencia a Jesucristo, razón de su existencia. María no es un personaje autónomo. Es totalmente relativa a Dios. Y yo me atrevo a llamarla la relación de Dios, pues existe en relación con Él, o el eco de Dios, ya que no dice sino Dios. Si tú dices María, ella dice Dios (VD 225).


El proceder de la Santísima Trinidad, es que recibamos a Cristo por María: el Padre no dio ni da a su Hijo, sino por medio de María. Dios Hijo se hizo hombre para todos solamente por medio de María. El Espíritu Santo no formó a Jesucristo sino por María (VD 140). Quien desee tener el fruto de vida -que es Jesús- debe tener el árbol de vida -que es María-, si deseas tener a Jesús, debes tener a María! (ASE 204). Si examinamos de cerca el resto de la vida de Jesucristo, vemos que ha querido inaugurar sus milagros por medio de María.

Mediante las palabras de María santificó a San Juan en el seno de Santa Isabel su madre: habló María y Juan quedó Santificado. Este fue su primero y mayor milagro en el orden de la gracia. Ante la humilde plegaria de María, convirtió el agua en vino en las bodas de Caná. Era su primer milagro en el orden de la naturaleza.

María impera en el cielo sobre los Ángeles y bienaventurados. En recompensa a su profunda humildad, Dios le ha dado el poder y la misión de llenar de santos los tronos vacíos, de donde por orgullo cayeron los ángeles apóstatas. Tal es la voluntad del Altísimo, que exalta siempre a los humildes: que el cielo, la tierra y el abismo se sometan de grado, o por fuerza, a las órdenes de la humilde María, a quien ha constituido Soberana del cielo y de la tierra, generala de sus ejércitos, tesorera de sus riquezas, dispensadora del género humano, mediadora de los hombres, exterminadora de los enemigos de Dios y fiel compañera de su grandeza y sus triunfos. (VD28).
El Ave María bien dicha, o sea con atención, devoción y modestia es, según los Santos, el enemigo del diablo al que hace huir y el martillo que lo aplasta. Es la santificación del alma, la alegría de los ángeles, la melodía de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el gozo de la Santísima Virgen y la gloria de la Augusta Trinidad. (VD 253).

La familia que reza unida el Rosario, reproduce un poco el clima de la casa de Nazaret: Jesús está en el centro. Se comparten con Él, alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtiene de Él la esperanza y la fuerza para el camino. El Rosario es a la vez meditación y súplica. La plegaria insistente a la Madre de Dios, se apoya en la confianza de que su materna intercesión lo puede todo ante el corazón del Hijo. No dejes pasar ningún día de este mes sin rezar el Rosario a María. Ella te escucha y ella le habla a su Hijo de ti.

Abreviaturas usadas en este texto:
VD: Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, de San Luis María de Montfort
ASE: Amor de la Sabiduría Eterna. Obra fundamental para el estudio y comprensión de la espiritualidad montfortiana.