Ciudad del Vaticano (AICA): “Hay ‘poderes mundanos’ que
quisieran que la religión fuera ‘algo privado’. Pero a Dios se lo adora hasta
el final con confianza y fidelidad. Los cristianos que hoy son perseguidos son
el signo de la prueba como un preludio de la victoria final de Jesús, afirmó el
papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada este jueves, 28 de
noviembre, en la capilla de la Casa Santa Marta.
“Hay ‘poderes mundanos’ que quisieran que la religión fuera
‘algo privado’. Pero a Dios se lo adora hasta el final con confianza y
fidelidad. Los cristianos que hoy son perseguidos son el signo de la prueba
como un preludio de la victoria final de Jesús, afirmó el papa Francisco en su
homilía de la misa matutina celebrada este jueves, 28 de noviembre en la
capilla de la Casa Santa Marta.
En la lucha final entre Dios y el mal, que la liturgia de
final de año propone en estos días, hay un gran peligro, que el papa Francisco
llama "la tentación universal". La tentación de ceder a las
adulaciones de quien quisiera vencer sobre Dios, creyéndose mejor que quién
cree en Él. Pero precisamente quien cree tiene una referencia clara donde mirar.
Es la historia de Jesús, con las pruebas sufridas en el desierto y después las
tantas soportadas en su vida pública, con insultos y calumnias, hasta el
extremo de la Cruz, donde el príncipe del mundo pierde su batalla delante de la
Resurrección del príncipe de la paz.
El papa Francisco habló de estos pasajes de la vida de
Cristo porque –explicó- en la agitación final del mundo, descrito en el
Evangelio, lo que está en juego es más alto del drama representado por las
calamidades naturales.
Así, Francisco afirmó que "cuando Jesús habla de estas
calamidades en otro fragmento, nos dice que habrá una profanación del templo,
una profanación de la fe, del pueblo: será la abominación, será la desolación
de la abominación. ¿Qué significa esto? Será como el triunfo del príncipe de
este mundo: la derrota de Dios. Él parece que en ese momento final de
calamidad, vendrá sobre este mundo, será el dueño del mundo".
Eh aquí el corazón de la "prueba final": la
profanación de la fe. Que además es muy evidente -observa el Papa- de lo que
sufre el profeta Daniel, en la primera lectura: echado a la fosa de los leones
por haber adorado a Dios en vez de al rey. Por lo tanto, "la desolación de
la abominación" -reitera Francisco- tiene un nombre preciso, "la
prohibición de adoración".
De este modo explicó el santo padre: "no es permitido
hablar de religión, porque sería algo privado ¿no es así? De esto públicamente
no se habla. Los signos religiosos se eliminan. Se debe obedecer a las órdenes
que vienen de los poderes mundanos. Se pueden hacer muchas cosas, cosas
bonitas, pero no adorar a Dios. Prohibición de adoración. Este es el centro de
este fin. Y cuando llega a la plenitud -al 'kairos' de esta actitud pagana,
cuando se cumple este tiempo - entonces sí, vendrá Él: 'Y verán al Hijo del
hombre venir sobre una nube con gran poder y gloria'. Los cristianos que sufren
tiempos de persecución, tiempos de prohibición de adoración son una profecía de
lo que nos sucederá a todos".
También, concluyó el Papa, en el momento en el que los
"tiempos de los paganos se han cumplido", es el momento de levantar
la cabeza, porque está 'cerca' la 'victoria de Jesucristo'.
Y así finalizó el Santo Padre: "no tenemos
miedo, Él solamente nos pide fidelidad y paciencia. Fidelidad como Daniel, que
fue fiel a su Dios y adoró a Dios hasta el final. Y paciencia, porque los
cabellos de nuestra cabeza no caerán. Así lo prometió el Señor. Esta semana nos
hará bien pensar en esta apostasía general, que se llama prohibición de
adoración y preguntarnos: '¿yo adoro al Señor? ¿yo adoro a Jesucristo, el
Señor? ¿O un poco mitad y mitad, hago el juego del príncipe de este mundo?'
Adorar hasta el final, con confianza y fidelidad: esta es la gracia que debemos
pedir esta semana".+