Tal como se programó el Seminario sobre principios bíblicos para una economía personal saludable, que organizó el laico Ricardo González, se llevó a efecto el sábado 26 de noviembre. De su contenido, expuesto por el formador católico Ricardo Pinzón, extractamos algunas ideas centrales que constituyeron el hilo conductor de esta conferencia, así:
· La prosperidad es un estado de abundancia, calidad y aumento, que se puede vivir en dos ámbitos diferentes: en el desorden del mundo –afectando la calidad- o en el orden de Dios con un balance de esas tres características.
· Al aplicar o encarnar la Biblia en nuestra vida respondemos a los planes de Dios. Puedo vivir mi economía personal dentro de los planes de Él (Mateo 8. 24-27)
· Muchas personas al examinar las dificultades de su situación financiera y reconocer que no ha manejado adecuadamente los recursos que Dios le ha dado, se pregunta ¿qué hice para llegar a esta situación?
· Cuando hemos manejado nuestra economía solo bajo mis propias ideas, sin considerar los planes de Dios, reconocemos que en nuestra propia autosuficiencia no dejamos espacio para el Señor. Solo yo!
· Una pregunta necesaria para hacernos es: ¿Quién me gobierna? ¿Quién es el motor de mis propias decisiones y actos? En muchos casos encontramos que algunos se responden a sí mismos con respuestas como: el dinero que tengo, otros dirán que el poder que tienen, y una gran mayoría afirman que es su propia familia para quien todo lo hacen.
· Una conclusión que aflora rápidamente es que el motor no es algo, sino “alguien”.. porque Dios no es algo sino alguien
· Dios es 100% relacional y no funcional. A Él lo podemos encontrar en la relación con el otro. Este es el primer principio que debemos identificar para construir una economía saludable.
· Un segundo principio consiste en esforzarnos para lograr lo que nos hemos propuesto. Manejar el dinero que Dios nos da amerita hacer un presupuesto y cumplirlo. No obstante este principio muchos abandonamos una ejecución ordenada de nuestros planes
· Un tercer principio nos dice que la administración de las cosas que Dios nos da, solo se darán acertadamente realizándolas dentro del plan de Dios
· Puede ocurrir que cuando pido ayuda de Dios en mis planes, esta no llegue como la quiero, porque son mis planes y no los de Dios. Él es un refugio de transformación.
· Si yo me oriento a los planes de Dios, debo estar dispuesto a pasar pruebas. Esto nos lo recuerda Eclesiástico 2, 1-18 porque “en el fuego se purifica el oro”. Recordemos revisando la historia de la salvación, que Dios tiene un plan para nosotros y quiere que estemos en él. La repuesta es nuestra y Él respeta nuestra decisión.
· Con agradecimiento por la ayuda recibida de Dios, debemos poder decir igual que el Apóstol San Pablo en Filipenses 4, 12-13 “Sé andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo con Aquel que me da fuerzas”
· En Deuteronomio 20, 15-20 el Señor nos muestra los dos caminos que hay para seguir: la vida y el bien, o la muerte y el mal. Si nuestro corazón se desvía de Él y no lo escuchamos dejándonos arrastrar para postrarnos ante otros dioses y a darles culto, no podremos alcanzar prosperidad alguna.
· Lo que el Señor nos da de más respecto de lo que le pedimos, no es para nosotros. Es para otras personas… En Isaías 55, Dios da alimento y semilla para sembrar. Pero algunos se comen el alimento y la semilla, dejando a otros sin el alimento que esa semilla les podría dar.. No hay que olvidar la ofrenda, el diezmo, la limosna y las primicias.
· Nosotros damos por el cómo, no por el cuánto. Recordemos el Evangelio de Marcos 12, 41-44, en el que Jesús viendo cómo dio la viuda el óbolo… valoró su ofrenda por encima de aquel que había dado más dinero.
· Nuestra prosperidad en nuestra economía personal está en el cómo adoramos a Dios. Tres pasos claves para lograrlo están en: adorar a Dios en la cotidianidad, dar a otros como expresión de amor y misericordia, y construir comunidad en la que estemos periódicamente dando. Esto nos conduciría a construir una nueva sociedad.
· La familia ha sido históricamente el núcleo de la sociedad. Hoy parece que fuera el individuo y no la familia. Todo promueve la satisfacción del individuo en un egocentrismo feroz y cada vez menos a la familia. Caer en la aceptación de esta nueva concepción nos aleja de la vida comunitaria y de Dios. La primera comunidad que Dios nos da es la familia.
· En Colosenses 1, 15 concluimos que todo fue creado por Cristo y para Cristo. Porque todo es de Cristo. Somos de Él.
· Seis (6) errores en el manejo del dinero:
1. Adquirir deudas irresponsables
2. Conseguir dinero fácil y rápido, sin el justo esfuerzo
3. Retener lo que debo dar
4. Amar el dinero y centrarlo todo en él
5. Engañar en los negocios
6. Romper el orden de Dios. En 1Tes. 5, 23-24 dicho orden es satisfacer primero a nuestro espíritu, segundo a nuestra alma y en tercer lugar a nuestro cuerpo. ¿Cómo lo hace usted en el manejo de su dinero?
· Finalmente, la bendición económica es lo que sucede en mi corazón, respecto del dinero que me llega. ¿Qué tanto estamos dispuestos a dar? ¿Eres una bendición para los demás? En Génesis 12,2 el Señor le dice a Abrahán: “De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición”.
· La prosperidad es un estado de abundancia, calidad y aumento, que se puede vivir en dos ámbitos diferentes: en el desorden del mundo –afectando la calidad- o en el orden de Dios con un balance de esas tres características.
· Al aplicar o encarnar la Biblia en nuestra vida respondemos a los planes de Dios. Puedo vivir mi economía personal dentro de los planes de Él (Mateo 8. 24-27)
· Muchas personas al examinar las dificultades de su situación financiera y reconocer que no ha manejado adecuadamente los recursos que Dios le ha dado, se pregunta ¿qué hice para llegar a esta situación?
· Cuando hemos manejado nuestra economía solo bajo mis propias ideas, sin considerar los planes de Dios, reconocemos que en nuestra propia autosuficiencia no dejamos espacio para el Señor. Solo yo!
· Una pregunta necesaria para hacernos es: ¿Quién me gobierna? ¿Quién es el motor de mis propias decisiones y actos? En muchos casos encontramos que algunos se responden a sí mismos con respuestas como: el dinero que tengo, otros dirán que el poder que tienen, y una gran mayoría afirman que es su propia familia para quien todo lo hacen.
· Una conclusión que aflora rápidamente es que el motor no es algo, sino “alguien”.. porque Dios no es algo sino alguien
· Dios es 100% relacional y no funcional. A Él lo podemos encontrar en la relación con el otro. Este es el primer principio que debemos identificar para construir una economía saludable.
· Un segundo principio consiste en esforzarnos para lograr lo que nos hemos propuesto. Manejar el dinero que Dios nos da amerita hacer un presupuesto y cumplirlo. No obstante este principio muchos abandonamos una ejecución ordenada de nuestros planes
· Un tercer principio nos dice que la administración de las cosas que Dios nos da, solo se darán acertadamente realizándolas dentro del plan de Dios
· Puede ocurrir que cuando pido ayuda de Dios en mis planes, esta no llegue como la quiero, porque son mis planes y no los de Dios. Él es un refugio de transformación.
· Si yo me oriento a los planes de Dios, debo estar dispuesto a pasar pruebas. Esto nos lo recuerda Eclesiástico 2, 1-18 porque “en el fuego se purifica el oro”. Recordemos revisando la historia de la salvación, que Dios tiene un plan para nosotros y quiere que estemos en él. La repuesta es nuestra y Él respeta nuestra decisión.
· Con agradecimiento por la ayuda recibida de Dios, debemos poder decir igual que el Apóstol San Pablo en Filipenses 4, 12-13 “Sé andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo con Aquel que me da fuerzas”
· En Deuteronomio 20, 15-20 el Señor nos muestra los dos caminos que hay para seguir: la vida y el bien, o la muerte y el mal. Si nuestro corazón se desvía de Él y no lo escuchamos dejándonos arrastrar para postrarnos ante otros dioses y a darles culto, no podremos alcanzar prosperidad alguna.
· Lo que el Señor nos da de más respecto de lo que le pedimos, no es para nosotros. Es para otras personas… En Isaías 55, Dios da alimento y semilla para sembrar. Pero algunos se comen el alimento y la semilla, dejando a otros sin el alimento que esa semilla les podría dar.. No hay que olvidar la ofrenda, el diezmo, la limosna y las primicias.
· Nosotros damos por el cómo, no por el cuánto. Recordemos el Evangelio de Marcos 12, 41-44, en el que Jesús viendo cómo dio la viuda el óbolo… valoró su ofrenda por encima de aquel que había dado más dinero.
· Nuestra prosperidad en nuestra economía personal está en el cómo adoramos a Dios. Tres pasos claves para lograrlo están en: adorar a Dios en la cotidianidad, dar a otros como expresión de amor y misericordia, y construir comunidad en la que estemos periódicamente dando. Esto nos conduciría a construir una nueva sociedad.
· La familia ha sido históricamente el núcleo de la sociedad. Hoy parece que fuera el individuo y no la familia. Todo promueve la satisfacción del individuo en un egocentrismo feroz y cada vez menos a la familia. Caer en la aceptación de esta nueva concepción nos aleja de la vida comunitaria y de Dios. La primera comunidad que Dios nos da es la familia.
· En Colosenses 1, 15 concluimos que todo fue creado por Cristo y para Cristo. Porque todo es de Cristo. Somos de Él.
· Seis (6) errores en el manejo del dinero:
1. Adquirir deudas irresponsables
2. Conseguir dinero fácil y rápido, sin el justo esfuerzo
3. Retener lo que debo dar
4. Amar el dinero y centrarlo todo en él
5. Engañar en los negocios
6. Romper el orden de Dios. En 1Tes. 5, 23-24 dicho orden es satisfacer primero a nuestro espíritu, segundo a nuestra alma y en tercer lugar a nuestro cuerpo. ¿Cómo lo hace usted en el manejo de su dinero?
· Finalmente, la bendición económica es lo que sucede en mi corazón, respecto del dinero que me llega. ¿Qué tanto estamos dispuestos a dar? ¿Eres una bendición para los demás? En Génesis 12,2 el Señor le dice a Abrahán: “De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición”.