Homilía de Fray Nelson Medina,
O.P. recibida de Edgar Augusto Berdugo Moyano.
Original
en audio: 10 min. 13 seg.
http://fraynelson.com/homilias.php?year=2014&mon=04&mday=24#5poc4005amp3
No han faltado a lo largo de los siglos aquellos que disminuyan el precio de la
redención que hemos recibido.
¿Y qué
quiero decir con estas palabras? Ya desde los primeros siglos del Cristianismo,
personas hubo que empezaron a decir tonterías sobre el sacrificio de Cristo,
por ejemplo, que Cristo no tenía un cuerpo humano real, que era una especie de
espíritu, y lo que parecía ser su Cuerpo, era como una aparición, como cuando
sucede una aparición.
Pero no
era un cuerpo de veras. Claro, si el Cuerpo de Cristo no era de verdad, el
sufrimiento no era de verdad; si el Cuerpo de Cristo no era de verdad, entonces
Él no tenía sed, ni le dolían los clavos, ni le dolían los azotes, ni le dolían
las espinas.
Si el
Cuerpo de Cristo no era de verdad, entonces Cristo tampoco murió realmente, la
Pasión sería solamente una obra de teatro, y Cristo estaría "haciendo de
cuenta que", Cristo sería un actor, y nosotros seríamos gente que llora
delante de un actor al que no le dolía nada, al que no le pasaba nada.
Si
nosotros negamos la verdad del Cuerpo de Cristo, negamos la verdad del amor de
Cristo; el amor de Cristo está ligado al Cuerpo de Cristo, si ese Cuerpo de
veras padeció, si ese Cuerpo sufrió hasta derramar sangre con terror, con
miedo, con angustia, pero a la vez con valor y con amor, entonces estamos
salvados.
Pero si
el Cuerpo de Cristo no es verdad, si el Cuerpo de Cristo era una ficción,
entonces Cristo es un actor y nosotros unos tontos.
La verdad
del Cuerpo de Cristo, la verdad de la humanidad de Cristo es esencial para
proclamar la verdad del amor con el que hemos sido salvados.
Si yo
hago aquí el papel de que tengo un dolor terrible, pero es solamente un papel,
y si yo no estoy sufriendo, entonces yo soy un actor y ustedes son gente
crédula, no son creyentes, sino crédulos. Ser crédulo es creerse cualquier cosa;
ser creyente es creer la única cosa que es importante.
Entonces,
nuestro primer punto en esta Eucaristía es: la importancia de la verdad del
Cuerpo de Cristo.
El
evangelio de hoy nos habla de ese Cuerpo de Cristo y de la verdad de ese
Cuerpo. Cristo se aparece y les muestra las manos y los pies, y por si quedara
alguna duda, dice lo siguiente el Señor: "Dense cuenta, convénzanse, un
fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo" San Lucas 24,39.
Y sin
embargo, ha habido gente que dizque estudia mucho la Biblia, y entre ellos
también uno que otro sacerdote, para dolor y vergüenza de la Iglesia Católica,
ha habido gente que ha dicho: "No, en realidad, la Resurrección fue como
una especie de ola de entusisamo, solidaridad y amor entre los
discípulos".
Es decir,
la Resurrección fue, más o menos, como el deseo de seguir adelante con el
proyecto de Jesús; la Resurrección fue como no dejar morir esa causa que Jesús
había puesto tan en alto, no dejarla morir, sino seguir adelante con las ideas
de Jesús; la Resurección fue la capacidad de amarse los discípulos.
Y uno oye
eso, y siente desconfianza, y uno dice: "Por ahí no fue", ¿porque qué
es lo que nos dice el evangelio aquí? El evangelio nos dice: "Carne y
huesos" San Lucas 24,39.
Si Cristo
se pudrió en la tumba, si Cristo se corrompió en la tumba después de morir,
¿entonces qué es esto? Es mentira, porque aquí dice que Cristo resucitado se
presenta con su carne y con sus huesos, diciendo a los discípulos: "Tóquenme" San Lucas 24,39.
Si Cristo
se quedó en la tumba y si los huesos de Cristo quedaron en la tumba, entonces
esta es una fábula, esta es una mentira y nosotros somos unos tontos, creyendo
fábulas y creyendo mentiras. Y sin embargo ha habido gente que ha llegado hasta
ese punto, y entre esos, repito, algunos sacerdotes, algunos sacerdotes han
llegado a ese punto, ese punto absurdo.
En una
universidad donde yo estudié, había un sacerdote que decía: "Si un día se
encontraran los huesos de Cristo, la tumba de Cristo, mi fe no tendría ningún
problema".
Pues
claro que en ese momento tu fe no tendría problemas porque ya los tienes, los
problemas no van a empezar cuando ustedes digan eso, los problemas los tienes
ya, porque eso que tú tienes, no se llama fe, esa no es la fe de los Apóstoles.
La
grandeza de la fe de los Apóstoles está en una sola cosa: que Cristo verdaderamente
padeció y que Cristo verdaderamente resucitó. Esa es la fe nuestra.
Porque
sabemos que verdaderamente padeció, sabemos que nos amó hasta el extremo; y
porque sabemos que verdaderamente resucitó, sabemos que ese amor no se perdió
sino que da fruto. Esa es la fe, tan sencillo como eso.
El que
niega la Carne de Cristo antes de la muerte, niega el amor; el que niega la
Carne de Cristo después de la Resurrección, niega la victoria, así de sencillo.
Y
nosotros creemos en el amor y creemos en la victoria, y por eso creemos que
Cristo verdaderamente padeció en su Carne y creemos que verdaderamente resucitó
en su Carne. Pero dice uno: "¿Pero cómo va a resucitar?" Pues sí,
tienes toda la razón en preguntar, amigo mío, porque eso no lo puede explicar
usted, ni lo puedo explicar yo, ni lo puede explicar nadie.
Pero eso
no tiene nada de extraño, ¿quién puede explicar a Dios? A ver, si eres tan
inteligente explícame esto: ¿por qué Dios creó al mundo? Para eso tampoco
tenemos ninguna explicación, lo único que dice nuestra fe católica, según fue
proclamada solemnemente por el Papa Pablo Sexto en el llama do "Credo del
Pueblo de Dios", es: "Por un designio libre y amororso, Dios quiso
crear el Universo".
Libre, no
estaba obligado a hacerlo; amoroso, lo hizo como una extensión, como una
difusión, como una proyección de su propio Ser que es amor.
Nosotros
no podemos entender por qué Dios creó el mundo, eso no lo podemos entender,
sabemos que lo hizo con libertad y con amor, no más. ¿Quién puede entender
todos los misterios, si ni siquiera entendemos todos los misterios de la
naturaleza? ¿Quién puede decir que escruta la mente de Dios? ¿Y quién le va a
pedir cuentas a Dios?
Así que
el hecho de que no entendamos, no quiere decir que no exista; valiente gracia
ponerle como límite a Dios la mente humana, ¿a quién se le ocurre?
¿Entonces
con qué nos quedamos? Creer en la verdad del Cuerpo de Cristo en la Cruz, es
creer en la verdad del amor; creer en la verdad del Cuerpo de Cristo
resucitado, es creer en la verdad de su victoria; ser cristiano católico es
creer que hemos sido amados hasta el extremo y que la victoria es perfecta en
Cristo. El amor y la victoria.
Si uno
niega la verdad del Cuerpo de Cristo en la Cruz, niega el amor, Cristo era una
actor y nosotros unos tontos; si uno niega la verdad del Cuerpo de Cristo
después de la Resurrección, uno niega la victoria, porque Cristo sería lo mismo
que cualquier lider político, lo mismo que un Simón Bolivar, lo mismos que un
George Washington, lo mismo que cualquier liberador o lider político, cuya
causa la siguen sus seguidores.
Y todo el
mundo ha tenido seguidores, hasta esa clase de monstruos como puede ser José
Stalin, el tirano de la Unión Soviética por tantos años, ese también tuvo sus
seguidores. Y Hitler, al que toods nosotros consideraríamos únicamente como una
vergüenza de la raza humana, todavía tiene seguidores.
O sea que
tener seguidores no es resucitar; tener seguidores únicamente significa que tus
ideas le gustraon a otras personas.
Pero
Cristo no tiene simplemente seguidores, tiene redimidos. La Bibilia nos dice:
"Hemos sido comprados a precio de la Sangre del Cordero" 1 Pedro 1,19; nosotros somos no únicamente
seguidores, somos redimidos, hemos sido adquiridos por Él.
Vamos a
seguir esta celebración, continuamos en la verdad del Cuerpo de Cristo, en la
verdad de que, al abrir nuestras bocas, seguramente indignas, para recibir el
Cuerpo de Jesús, no estamos recibiendo un puro símbolo, estamos recibiendo la
presencia viva, Cuerpo, Sangre, Alma, Divinidad de nuestro amado Salvador, que
nos amó hasta ese extremo.
Amén.