sábado, 5 de mayo de 2012

¿CÓMO ORABA JESÚS?

Secretamente. "Cuando oréis, no seáis como los hipócritas que son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas, para exhibirse ante la gente. Ya han cobrado su paga, os lo aseguro. Tú, en cambio, cuando quieras rezar, echa la llave y rézale a tu Padre que está ahí en lo escondido; Tu Padre que ve lo escondido te recompensará" (Mt. 6, 5-6).

Jesús va al Templo y a la Sinagoga. Acude frecuentemente, con los demás judíos. Su infancia y su juventud han ido modeladas por la oración judía. Pero su oración no es solamente la de las asambleas. Jesús lleva en sí mismo espacios de oración siempre abiertos.

La soledad, la noche, el desierto, las colinas, las muchedumbres son los lugares de su oración reservada. No se le ve hacer vibrar las grandes reuniones de personas para conducirlas a la efervescencia religiosa. El vive con Dios en la intimidad. Comparte secretos con Dios.

Sobriamente. No nos ha dejado muchas oraciones. Toma los salamos de su pueblo hasta en el momento de la muerte. No ha querido dar a sus discípulos nuevas compilaciones. Su oración es con frecuencia silencio. Silencio del cielo nocturno sobre Galilea o sobre el Huerto de los Olivos.

 Un día. Jesús ora; probablemente sin palabras. Cuando ha terminado, uno de sus discípulos le dice: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Fue necesario que se le pidieran fórmulas para que El ofreciese en el momento, un resumen extrañamente breve de las grandes oraciones judías y de toda la novedad que El mismo traía consigo:

 "Padre que tu nombre sea santificado, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdónanos nuestros pecados, pues nosotros mismos perdonamos a quien nos debe; y no nos dejes caer en tentación" (Lc. 11, 2-4)

Mateo presenta un texto más largo. Trae también estas palabras de Jesús: "En vuestras oraciones, no seáis palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán más caso. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que se lo pidáis" (Mt.6, 7-8)

Sin cesar. "Sin desanimarse" (Lc. 18, 1). Es su mirada hacia el interior y hacia fuera. Esta vigilia ante Dios la evoca en sus parábolas pero ante todo la vive. Los cuatro evangelistas dan la impresión de que su oración es constante: al amanecer de los días de decisiones, pero también en el cara a cara con un hombre o una mujer, o cuando El mismo se convierte en corazón de una muchedumbre.

Todo en Él se hace oración.


El habla de "orar en todo tiempo" (Lc. 22, 46), para ir hacia Dios que viene. Como si la oración fuese la fuente hacia la que es preciso avanzar siempre, atentos al susurro del futuro.

Habla también de insistir, de llamar a la puerta, de ser importuno en la noche. Para una rara fecundidad: "Cualquier cosa que pidáis en vuestra oración, creed que ya la habéis recibido y se os concederá". Marcos lo hace añadir inmediatamente: "Cuando estéis de pie orando, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas" (Mc. 11. 24-26).

¿Qué ocurre en esta oración obstinada? ¿Cuál es su eficacia? Parece como si extrajera de lo más hondo del hombre una humanidad pura y reconciliada; la que muestra el rostro, los ojos, las manos de Jesús.

La oración incesante talla al hombre. El hombre de paz. Con la audacia de la ternura. Jesús no tiene miedo de Dios. Lo llama "Abba". Son los balbuceos de un niño a su padre. Habría que traducir "Papa". ¿Quién osaría hoy, murmurar a Dios "Papá"?

Antes de Jesús, en la religión judía y en otras, se designa a Dios como Padre. Pero nadie ha interpelado al "Altísimo" con este término infantil. Libre en medio de su pueblo, libre frente a las autoridades, libre respecto a las reglas corales o religiosas, Jesús es libre también ante Dios. Más aún, es "muy libre" con Él.

¿Quizás la oración debía calmar en el Espíritu de Jesús los temores primitivos, para conducir hacia Dios confiada, familiarmente?

Entregando su vida la última tarde. Partiendo el pan y haciendo pasar la copa. Ha repetido el rito fraternal: se comparte la comida, hacia el final Él preside la mesa recita la acción de gracias a Dios que alimenta a los hombres y los conduce hacia la libertad.

 A través de todos los éxodos. Presentando el pan y el vino. Jesús se ofrece El mismo ¿Han percibido en El su vida? Jesús conduce hacia la muerte... Alba de Pascua.

 A partir de entonces, los que quieren seguir a Jesús van hacia esta mesa. "Allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos". Ellos se acuerdan de El y le esperan. Intercambian la palabra y la vida. Se entregan también, como Jesús se entregó, día tras día, hasta la última comida. Eucaristía incesante a lo largo de los siglos... Toda oración es eco de esta comida.

Antes de ser apresado. En el Huerto del sudor y de la sangre. Se ofrece a la voluntad del Padre. Confianza, angustia y oración están mezcladas.

En la turbación de la agonía. "¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?" "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Jesús ha muerto. Orando. Gritando.

Fuente: Reproducción parcial de un artículo publicado en www.churchforum.org,

jueves, 3 de mayo de 2012

Oración

Una oración para pedirle al Señor su compañía en todos los momentos de nuestra vida.
Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Animaos unos a otros, día tras día, mientras perdura "el hoy" (Hb 3, 13)
Haz click sobre la foto para ampliarla!

EVANGELIO San Juan 14, 7 -14. LO QUE PIDÁIS EN MI NOMBRE YO LO HARÉ



Evangelio del sabado 5 de mayo de 2012.

jueves, 26 de abril de 2012

AMOR A LA SOLEDAD Y AL SILENCIO

1.       Busca tiempo oportuno para ocuparte de ti mismo, y con frecuencia recuerda y piensa en los beneficios –que recibes- de Dios. Deja las lecturas inútiles de mera curiosidad. Lee tales cosas que te sirvan más para arrepentirte que para divertirte, que te sirvan más para conversión que para distracción. Si te abstienes de estar hablando de cosas inútiles, y de andar escuchando rumores, noticias y novedades, encontrarás tiempo suficiente y oportuno para dedicarte a santas meditaciones. Los más grandes santos evitaban lo más posible el bullicio de la gente, y preferían servir a Dios en la soledad.

2.       Dijo uno: “siempre que estuve con los humanos me volví menos humano” (Séneca).  Esto sucede frecuentemente cuando nos dedicamos a charlatanerías con la gente. Es más fácil guardar completo silencio que no excederse en lo que se habla.  Es más fácil portarse bien en casa que portarse bien fuera de ella. Quien desee tener vida interior y espiritual , tiene que hacer como Jesús: apartarse frecuentemente de la muchedumbre para irse a la soledad a orar.  Solo estará seguro en público quien sabe pasar buen tiempo en la soledad. Solo sabe hablar bien quien sabe callar bien. Solo podrá ser buen superior quien sabe ser buen inferior. Solo sabe mandar bien quien aprendió a obedecer bien. Solo tiene alegría completa y segura quien tiene la conciencia tranquila.

3.       A pesar de todo la seguridad de los santos, ha estado siempre llena de temor de Dios. No por tener grandes virtudes y por recibir inmensas gracias fueron menos precavidos, cuidadosos y humildes a sus propios ojos. La seguridad de los malos viene de su orgullo y presunción y acaba siendo una simple ilusión. Nunca esperes seguridad completa en esta vida, aunque parezcas persona muy fervorosa o muy retirada del mundo.

4.       Muchas veces ha sucedido que personas que los demás estimaban mejores que los otros, se han expuesto a muy graves peligros por la demasiada confianza que tenían en sí mismos. Verse totalmente libres de tentaciones, el sufrir sus frecuentes ataques, para que no se sientan demasiado seguros, no sea que se alcen y se envanezcan con orgullo, o se rebajen a buscar consuelos exteriores indebidos. ¡Oh que pura tendría la conciencia quien no se dedicara a buscar alegrías que son pasajeras, quien no se dedicara a buscar lo que es solo de este mundo!. ¡Oh que profunda paz gozaría y que gran tranquilidad tuviera, quien alejara de sí toda preocupación mundana y material, y se dedicara a pensar en los bienes divinos y en la salvación, y pusiera su esperanza solamente en Dios!

5.       Nadie merece que Dios le conceda consuelos celestiales si primero no se ejercita en el arrepentimiento y en la conversión. Si quieres que el arrepentimiento llegue hasta el fondo de tu corazón, enciérrate en tu alcoba, a meditar, apartado del bullicio del mundo, como está escrito en el Salmo: “Recogidos y en silencio, examinen su propia conciencia” (S. 4). En el recogimiento de tu propia habitación encontrarás lo que muchas veces puedes perder en el bullicio mundanal. Quien se acostumbra a estar recogido, gusta del recogimiento, pero quien se acostumbra a estar por fuera, se aburrirá de tener que estar en soledad y recogimiento. Si en los comienzos de tu conversión te acostumbras a estar en ratos de soledad y recogimiento, esta costumbre te será después una gran ayuda y un gratísimo consuelo.

6.       En el silencio y en la calma progresa el alma piadosa y logra ir conociendo los misterios de las Sagradas Escrituras. Por eso el Señor dice al alma: “La llevaré al desierto y allí le hablaré”.  Y Jesús a sus discípulos: “Venid aparte, a un sitio desierto y descansad” (Marcos 6).  En la soledad del alma encuentra manantiales de lágrimas de arrepentimiento, con que cada noche se lava y purifica de sus pecados, para hacerse tanto más amigo de su Creador, cuanto más lejos vive del bullicio del mundo. Quien por amor a la santidad se aleja un poco de amigos y conocidos, obtiene que se le acerquen Dios y sus ángeles santos.


Texto parcial del capítulo vigésimo de La imitación de Cristo, de Tomás de Kempis.

domingo, 22 de abril de 2012

"Wojtyla Generation", el musical sobre Juan Pablo II




"Wojtyla Generation", el musical sobre Juan Pablo II

Una opera moderna que mezcla música lírica con rock. Un mensaje de la generación que vivió con Juan Pablo II. Aunque habla de religión no contiene cantos litúrgicos.

jueves, 5 de abril de 2012

La Palabra de Dios



Este mensaje de San Pablo a los Tesalonicenses nos recuerda hoy -igual que hace cerca de 2.000 años- que aunque la Palabra de Dios la escuchemos habitualmente proclamada por seres humanos, ella no pierde su origen, su autor, su inspirador... sigue siendo Palabra de Dios! Quienes escribieron los libros sagrados lo hicieron bajo la luz de inspiración del Espíritu Santo -que es Dios mismo- y retrasmitieron en el caso de los libros del Nuevo Testamento las palabras de Jesús y las manifestaciones de Dios Padre en las contadas ocasiones que allí se registra. De tal manera que así como San Pablo dice: "No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí", así mismo en las sagradas escrituras esta la presencia trinitaria de Dios. Hagámos vida la Palabra a traves de nuestras acciones!