El cardenal y arzobispo de Bolonia, S.E.R Carlo Caffarra,
aborda en una entrevista para Il Foglio los temas del orden del día del Sínodo
extraordinario que tendrá lugar en octubre, y del Sínodo ordinario del 2015:
matrimonio, familia, doctrina de la Humanae Vitae, penitencia. El prelado
italiano critica las palabras del cardenal Kasper sobre el acceso a la comunión
de los divorciados vueltos a casar y advierte que Juan Pablo II indicó que la
potestad papal no puede dar ningún tipo de legitimidad a una segunda unión
mientras permanezca el vínculo matrimonial, que es indisoluble. El cardenal recuerda
que tal hecho ni siquiera admite la discusión entre los teólogos y la duda
entre los fieles.
Fuente:: http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=20265 Publicamos esta entrevista, dividida en tres partes, debido a su extensión original.
(Foglio/InfoCatólica) Matteo
Mateuzzi entrevista al cardenal Caffarra:- La Familiaris Consortio de Juan Pablo II se encuentra en medio de un fuego cruzado. Por una parte se dice que es el fundamento del Evangelio de la familia, por otra que es un texto superado. ¿Cabe pensar en una actualización?
- Si hablamos de la ideología de género y del denominado
«matrimonio» homosexual, es verdad que en los años de la Familiaris
Consortio no se hablaba de ello. Pero de todos los demás problemas,
sobre todo de los divorciados vueltos a casar, se habló largamente. De esto soy
testigo directo, porque fui uno de los consultores del Sínodo de 1980. Decir
que la Familiaris
Consortio ha nacido en un contexto histórico completamente
distinto del actual no es verdad. Después de matizar esto, puedo decir antes
que nada que la FC nos
ha enseñado un método con el que se deben afrontar las cuestiones sobre el
matrimonio y la familia. Usando ese método la Familiaris
Consortio ha llegado a una doctrina que sigue siendo un punto de
referencia ineludible. ¿Cuál es el método? Cuando preguntan a Jesús en qué
condiciones era lícito el divorcio no se discutía en ese momento sobre la
licitud como tal; Jesús no entra en la problemática casuística de la que nacía
la pregunta, sino que indica en qué dirección se debía mirar para entender qué
es el matrimonio y en consecuencia cuál es la verdad de la indisolubilidad
matrimonial. Fue como si Jesús hubiera dicho: «Mirad que debéis salir de esta
lógica casuística y mirar en otra dirección: la del «Principio». Es decir:
debéis mirar allá donde el hombre y la mujer vienen a la existencia, en la
verdad plena de su ser hombre y mujer llamados a ser una sola carne. (…)
- ¿Cuál es el significado más profundo y actual de la
Familiaris Consortio?
- «Por tener ojos capaces de conservar la luz del
Principio», la Familiaris
Consortio afirma que la Iglesia tiene un «sentido sobrenatural de la
fe» que no consiste única o necesariamente en el consenso de los fieles. «La
Iglesia, siguiendo a Cristo, busca la verdad que no siempre coincide con la
opinión de la mayoría. Escucha a la conciencia y no al poder, en lo cual
defiende a los pobres y despreciados. La Iglesia puede recurrir también a la
investigación sociológica y estadística, cuando se revele útil para captar el
contexto histórico dentro del cual la acción pastoral debe desarrollarse y para
conocer mejor la verdad; no obstante tal investigación por sí sola no debe
considerarse, sin más, expresión del sentido de la fe» (FC
5). He hablado de «verdad del matrimonio». Querría precisar que esta
expresión no indica una norma ideal del matrimonio. Indica lo que Dios con su
acto creador ha inscrito en la persona del hombre y de la mujer. Cristo dice
que antes de considerar los casos, conviene saber de qué cosa estamos hablando.
No estamos hablando de una norma, que admita o no excepciones, de un ideal
hacia el cual haya que ir. Estamos hablando de qué es el matrimonio y qué es la
familia. (…) La Exhortación describe el sentido más profundo de la
indisolubilidad matrimonial (FC 20). La Familiaris Consortio representa un
desarrollo doctrinal grandioso, hecho posible también gracias al ciclo de
catequesis de Juan Pablo II sobre el amor humano (…), dirigiendo su atención a
las raíces profundas. (…) Y no ha ignorado los problemas concretos. Ha hablado
también del divorcio, de las parejas de hecho, del problema de la admisión a la
Eucaristía de los divorciados vueltos a casar. Por tanto la imagen de una Familiaris
Consortio que pertenece al pasado, que no tiene nada que decir en el
presente, o es una caricatura o es lo que consideran personas que no la han
leído.
- Muchas conferencias episcopales han destacado que las
respuestas a los cuestionarios en preparación de los dos próximos Sínodos
muestran que la doctrina de la Humanae Vitae ya sólo crea confusión. ¿Es así, o
ha sido un texto profético?
- El 28 de junio de 1978, algo más de un mes antes de morir,
Pablo VI decía: «Por la Humanae
Vitae, daréis gracias a Dios y a mí». Después de 46 años, veamos
sintéticamente qué ha sucedido a la institución matrimonial y nos daremos
cuenta de cómo aquel documento fue profético. Negando la conexión inseparable
entre la sexualidad conyugal y la procreación, es decir negando la enseñanza de
la Humanae
Vitae, se ha abierto el camino a la recíproca desconexión entre la
procreación y la sexualidad conyugal: «from sex without babies to babies
without sex» (NdR «del sexo sin niños al niños sin sexo»). Se ha ido
oscureciendo progresivamente que el fundamento de la procreación humana está en
el amor conyugal, y se ha construido gradualmente la ideología de que
cualquiera puede tener un hijo, el hombre o la mujer solteros, los
homosexuales, incluso mediante la «maternidad subrogada. Se ha pasado por tanto
de la idea del hijo esperado como un don al hijo programado como un derecho: se
dice que existe el derecho a tener un hijo. (...) Esto es increíble. Yo tengo
el derecho a tener cosas, no personas. Se ha ido progresivamente construyendo
un código simbólico, ético y jurídico, que relega la familia y el matrimonio a
la pura afectividad privada, sin importar sus efectos en la vida social.
La pregunta que hay que hacerse no es si la Humanae
Vitae es aplicable hoy o hasta qué punto es aplicable o si solo crea
confusión. La pregunta qué conviene hacerse es ¿la Humanae Vitae dice la verdad
sobre el bien propio de la relación conyugal? ¿Dice la verdad acerca del bien
que está presente en la unión de las personas de los dos cónyuges en el acto
sexual? En efecto, la esencia de las proposiciones normativas de la moral y del
derecho se encuentra en la verdad del bien que en ellas es objetivada. Si no se
razona con esta perspectiva, se cae en la casuística de los fariseos. Y ya no
se vuelve a salir, porque se entra en un callejón al final del cual se
encuentra la obligación de elegir entre la norma moral y la persona. Si se
salva una, no se salva la otra. La pregunta del pastor es por tanto la
siguiente: ¿cómo puedo orientar a los cónyuges para que vivan su amor conyugal
en la verdad? El problema no es verificar si se encuentran en una situación que
les exime de una norma, sino cuál es el bien de la relación conyugal. Cuál es
su verdad íntima. Me sorprende que alguno diga que la Humanae
Vitae crea confusión. ¿Qué quiere decir? ¿Conocen la fundamentación
que ha hecho Juan Pablo II de laHumanae
Vitae?
Añado una consideración. Me maravilla profundamente el hecho
de que, en este debate, ni siquiera eminentísimos cardenales tengan en cuenta
las 134 catequesis sobre el amor humano. Nunca un Papa había hablado tanto de
esto. Ese magisterio es ignorado, como si no existiese. ¿Crea confusión? Quien
afirma esto ¿está al corriente de cuánto se ha hecho en el plano científico
sobre la regulación natural de la concepción? ¿Está al corriente de
innumerables parejas que en el mundo viven con alegría la verdad de la Humanae
Vitae?
- El Cardenal Kasper subraya también que hay grandes
expectativas en la iglesia respecto al Sínodo y que se corre el riesgo de «una
pésima desilusión» si aquellas fueran desatendidas. ¿Es un riesgo real, a su
juicio?
No soy profeta ni soy hijo de profetas. Ocurre algo
admirable. Cuando el pastor no predica opiniones suyas o del mundo, sino el
Evangelio del matrimonio, sus palabras golpean los oídos de los que escuchan,
pero en su corazón entra en acción el Espíritu Santo abriéndolo a las palabras
del pastor. Me pregunto además de qué expectativas estamos hablando. Una gran
cadena de televisión de Estados Unidos ha realizado una encuesta en comunidades
católicas por todo el mundo, que refleja una realidad muy diferente de las
respuestas al cuestionario registradas en Alemania, Suiza y Austria. Un solo
ejemplo. El 75 por ciento en la mayoría de los países africanos es contrario a
la admisión a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar. Repito de
nuevo: ¿de qué expectativas estamos hablando? ¿De las del occidente? ¿Es
entonces occidente el paradigma fundamental sobre el que la Iglesia debe
evangelizar? ¿Así estamos todavía? Vayamos y escuchemos también un poco a los
pobres. Me quedo muy perplejo y pensativo cuando se dice que si no se avanza en
una cierta dirección sería mejor no haber convocado el Sínodo. ¿En qué
dirección? ¿La dirección que, según se dice, han indicado las comunidades de
centroeuropa? ¿Y por qué no en la dirección indicada por las comunidades
africanas?
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