viernes, 21 de mayo de 2010

La Teología del Cuerpo

Profundizando en el legado de Juan Pablo II:

ROMA, jueves 20 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Por el interés del tema, publicamos la Lectio magistralis pronunciada por monseñor Jean Laffitte, Secretario del Consejo Pontificio para la Familia, en la Facultad de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, el pasado 22 de abril.


El cuerpo humano y sus significados


Quisiera comenzar esta intervención mía con una primera observación sobre el título elegido: “Teología del cuerpo”. Verdaderamente la expresión es paradójica. El discurso sobre Dios, teo-logía, se refiere a la persona humana considerada en su totalidad y no sólo en una dimensión de su ser, aquí, el cuerpo. Por tanto, cuando se habla de teología del cuerpo, es necesario entender desde el principio en qué acepción se entiende la palabra cuerpo. Se trata de toda la persona humana, considerada en su dimensión corpórea.



Hablamos así de un cuerpo animado, cuyos fenómenos pueden ser estudiados en el campo de varias ciencias: fisiología, anatomía, todos los sectores de las ciencias biomédicas. No es en este restringido sentido fisiológico como la palabra cuerpo debe ser entendida en nuestra perspectiva. De hecho, el cuerpo humano tiene otros significados. En la medida en que hace presente y visible a toda la persona humana, es portador de valores simbólicos: el cuerpo es la modalidad en la que la persona se hace presente. Cada persona se deja contemplar en su cuerpo; el cuerpo es único, singular, personal. Es ciertamente una realidad carnal. Con todo, está animado no de la forma en que un robot estaría animado por movimientos mecánicos y estereotipados, sino de un modo tal que será en seguida identificado como el cuerpo de esta persona precisa. En este sentido, todos los cuerpos son distintos, porque las personas son distintas.


Si nos queremos limitar a la antropología de San Pablo, como la encontramos expresada por ejemplo en la primera carta a los Tesalonicenses, donde el Apóstol se refiere al hombre “todo entero espíritu, alma y cuerpo” (1 Ts 5,23), vemos que una realidad invisible, indicada por los dos términos “alma” y “espíritu”, sobre los que diremos luego algo, se completa con un dato material, visible, expresado por la palabra “cuerpo”. Como lo hizo observar justamente Denis Biju-Duval [1], esta antropología no debe oponerse a la clásica distinción entre alma y cuerpo, más familiar a los espíritus occidentales.

Según este autor, las dos antropologías (alma-cuerpo y espíritu-alma-cuerpo) han sido opuestas artificialmente, sustantivando los términos semíticos, expresados en la Biblia en forma de adjetivos: lo espiritual (pneumatikos), lo psíquico (psychikos). Las realidades espiritual y psíquica remiten a la interioridad del hombre, al corazón, lugar simbólico tanto de la decisión (espiritual) sea de los sentimientos y de la afectividad (psíquica).



La interioridad del hombre se comprende sólo en la tensión con su exterioridad. La carne expresa lo que de algún modo sucede en el corazón del hombre. Esto es tan cierto que, para designar la realidad interior del hombre, se usan a menudo símbolos e imágenes inspiradas en la exterioridad (además del lenguaje espacial, como para el binomio interior-exterior, encontramos elementos orgánicos, el “corazón”, el “aire puro”, las “vísceras”, o incluso elementos naturales, hablando del corazón como de una “tierra fértil” o “estéril”, como de un templo”, de una casa, etc.).


Además de esta función de revelar algo escondido, el cuerpo tiene el papel de mediar entre el hombre y el mundo. Existe una cierta ambigüedad del cuerpo en la medida en que se encuentra por así decirlo a medio camino entre un objeto recibido (Körper) y un hecho asumido (Leib), entre, si queremos, el haber y el ser: “tengo” un cuerpo que me causa sufrimiento o placer, pero al mismo tiempo, “soy” un cuerpo, de forma que quien ataca o hiere mi cuerpo ataca o hiere a toda mi persona. Soy mi cuerpo. Mi cuerpo exige naturalmente respeto.


Me parece que las distinciones hechas ayudan a entender que la palabra “cuerpo” es una realidad compleja. Queda ahora algo que decir sobre el otro término de nuestro título, “teología”.
El cuerpo tiene un valor teológico por tres motivos fundamentales:
- El primero es el hecho de que ha sido querido por Dios y creado por él. Esta observación implica necesariamente que es portador de algunas finalidades intrínsecas.
- El segundo motivo es que Dios ha elegido el cuerpo humano como mediación para revelarse a los hombres: es el dato de la Encarnación. El Verbo se hizo carne.
- A estos dos elementos, Creación y Encarnación, debe añadirse un tercero, la Resurrección, que se refiere al destino final del cuerpo humano; es un dato que especifica la fe cristiana: la resurrección de los cuerpos. A pesar de su crecimiento, sus sufrimientos, su envejecimiento hasta la muerte, y su descomposición orgánica, el cuerpo humano está destinado a resucitar. En una visión de fe, este dato ha sido acreditado por el acontecimiento histórico fundamental que ha sido la resurrección de Jesús de entre los muertos.




Es sobre la base de este acontecimiento que el cristiano cree verdaderamente que habrá una resurrección de los muertos; un acontecimiento fundamental para él y para todos los hombres, que serán integrados a la fuerza del Resucitado. Podríamos en otro lugar profundizar en el hecho de que la resurrección del cuerpo, lejos de ser una creencia irracional, se funda al contrario en la eminente coherencia de la fe, expresada en este campo por el destino común entre el cuerpo de cada bautizado y el cuerpo del Señor resucitado.


Es imposible fundar una “teología del cuerpo” sin integrar la certeza de la resurrección. Nos ayuda en este sentido el texto esencial d san Pablo en la primera carta a los Corintios: “El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder (1 Cor 6, 13-14). En el contexto d una enseñanza sobre el uso equivocado y pecaminoso del cuerpo que es la fornicación, el Apóstol saca las consecuencias morales de esta forma: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne. Más el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él (1 Cor 6, 15-17).



En verdad, para ser completos, deberíamos prolongar la lectura de san Pablo, en particular recordar estas dos ideas secundarias de que el cuerpo es “templo del Espíritu Santo”, y de que el hombre ya no se pertenece, desde el momento en que ha sido “comprado a caro precio por el Señor”. El caro precio ha sido el del Calvario, de la pasión y de la muerte de Jesús en el leño de la cruz.


Para resumir en pocas palabras estos fundamentos de la “Teología del cuerpo”, es necesario no olvidar ninguno de los elementos apenas evocados: creación del hombre por Dios y por tanto creación de su propio cuerpo, asunción del cuerpo humano del cuerpo humano por el Hijo eterno del Padre, resurrección de Jesús y resurrección de los hombres en su persona, presencia del Espíritu de Dios como en un templo, dando al cuerpo humano una dignidad excelsa.

sábado, 15 de mayo de 2010

Sin un "no" a algunas cosas no hay un "sí a la vida verdadera"



Ante más de 70 mil jóvenes provenientes de diversas partes de Roma y del Lacio, el Papa Benedicto XVI alentó a un seguimiento más intenso de Cristo. Al participar ayer en un encuentro de oración, meditación y diálogo con el Santo Padre para conmemorar el aniversario de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) el Papa dio las gracias a los jóvenes por su presencia, su "maravilloso testimonio de fe" y su "entusiasmo por seguir a Jesús".


Después respondió a las preguntas de tres participantes en el encuentro. "¿Qué puedo hacer con mi vida para que sea hermosa y grande?", fue la primera cuestión, a la que el Papa, citando la parábola del joven rico, respondió: "En primer lugar, no desperdiciar la vida, vivirla con profundidad, no vivir para uno mismo". "Dios ha querido mi vida desde la eternidad -continuó el Santo Padre-. Soy amado y necesario. Dios tiene un proyecto conmigo en la totalidad de la historia. Por eso, el punto de partida es tratar de conocer a Dios. (...) Después lo esencial es el amor. (...) Los diez mandamientos son sólo una forma explícita del mandamiento del amor. (...) Son, por decirlo así, reglas del amor (...) con puntos esenciales: la familia, como fundamento de la sociedad, la vida que hay que respetar como don de Dios; el orden de la sexualidad, de la relación entre hombre y mujer; el orden social y, finalmente, la verdad. (...) La perfección, es decir, ser bueno, vivir la fe y el amor, es sustancialmente una, pero de formas diversas. (...) Encontrar la vocación y vivirla en cualquier lugar es fundamental, tanto si soy un científico como un campesino".


"¿Qué significa que Jesús nos mira con amor? ¿Y se puede vivir esta experiencia hoy?", fue la segunda pregunta". "Creo que sí -afirmó el pontífice-, el Señor está siempre presente y nos mira a todos con amor, pero tenemos que encontrar esta mirada. (...) El primer paso es conocer a Jesús (...) tal y como aparece en los Evangelios", pero además, "no sólo en el ámbito académico y teórico, sino con el corazón, hablar con él en la oración. (...) Es necesaria la razón, pero también el corazón. (...) Los elementos clave son escuchar, responder, entrar en la comunidad de creyentes, la comunión con Cristo en los sacramentos, la eucaristía y la confesión, y realizar las palabras de la fe para que sean la fuerza de mi vida"


La tercera pregunta fue: "Cómo puedo encontrar la fuerza para tomar decisiones valientes y quién me puede ayudar?". Partimos de una palabra difícil para nosotros: renuncias", dijo el Papa Benedicto XVI. "Pero incluso en el ámbito profesional la realización no se puede lograr (...) sin la preparación adecuada, que siempre requiere disciplina. (...) También el arte de ser humano exige sacrificios", que "están indicados en la palabra de Dios y nos ayudan a no caer en el abismo de las drogas, el alcohol, la esclavitud de la sexualidad, del dinero, de la pereza. (...)


Renunciar a la tentación del momento, proseguir hacia el bien, crea la verdadera libertad y hace valiosa la vida. Creo que tendríamos que pensar que sin un "no" a algunas cosas no hay un "sí a la vida verdadera", concluyó el Papa.

sábado, 24 de abril de 2010

ENCUENTRO DE MARIA CON EL JESÚS RESUCITADO

Era la madrugada del 4 de Abril cuando nos disponíamos a participar de la procesión del Jesús Resucitado en la población de Soledad. Hacía más de 30 años que yo no asistía a una ceremonia de esta naturaleza en una ciudad cuya cultura está arraigada al folclor, a las puertas abiertas y a la alegría contagiosa que emana de todos los rincones.

Nosotros acompañamos, junto con una gran muchedumbre, a la imagen del Jesús Resucitado que era llevada en hombros por los “Caballeros de Cristo” perfectamente vestidos con sus atavíos que los distinguían y amenizaban la procesión con cánticos y un Rosario que todos rezábamos con devoción.

Calles adelante, a lo lejos, se escuchaban la música y los cantos que entonaban los acompañantes de la imagen de la Virgen María que se acercaban desde un lugar llamado “La Célula” al sitio establecido para el encuentro con el Jesús Resucitado.

El encuentro fue algo característico de la idiosincrasia caribeña; la “banda papayera” tocaba fandangos y las imágenes “se movían sincronizadamente” dando la impresión que danzaban al son de la música; eran los hombres que cargaban a Jesús y las mujeres que cargaban a María que bailaban alegremente y contagiaban a toda la multitud que los acompañaba. Nunca había visto algo tan maravilloso donde se sumaba el folclor, la alegría y la emoción por el Jesús Resucitado y el sentimiento de Espiritualidad que contenía este acontecimiento religioso.

Es posible que una mirada ligera de algunas personas de religiosidad acartonada asimile esta celebración a un rito algo pagano y no sea bien comprendido.

Este episodio ha hecho que reflexione y medite sobre el término inculturación referido al Evangelio e introducido por el papa Juan Pablo II en el lenguaje oficial de la Iglesia y que contempla una encarnación del Evangelio en la diversidad de lenguas, costumbres, y tradiciones a lo largo del mundo. Ya San Pablo lo había hecho para las comunidades griegas y gentiles y mas tarde Orígenes y San Agustín hicieron inteligible la esencia del Evangelio a las culturas predominantes de su época.

Siendo mi origen costeño yo ni comprendía ni acogía la expresión del padre Lineros cuando decía: “El Man está vivo” pero ahondando en el tema de la INCULTURACION, me atrevería a señalar que aunque en un principio se aplicó para las diferentes culturas existentes en el mundo y que se requerían evangelizar; es posible acuñarlo a una comunidad parroquial cuando se va a misionar; ya que habría que tener mas conocimiento del entorno familiar al cual se les va a llevar el mensaje. No es una tarea fácil pero no imposible, se tiene la misma fe pero la cultura y la forma de vivirla pueden ser diferentes.

Que Dios nos ayude a entender esta Nueva Evangelización que es la Encarnación del Señor en la cultura del hombre.

MIGUEL ANGEL VELASCO PUELLO
Nota de la Administración de este blog:
Miguel Angel, nuestro querido hermano de la Pequeña Comunidad "Filadelfia", quien se trasladó a vivir a Barranquilla, con Estelita su esposa, nos hizo llegar esta muy descriptiva crónica de su domingo de resurrección, vivido durante la reciente Semana Santa en Soledad. Compartimos con todos los seguidores de este blog esta interesante nota.

Oración Congreso Eucarístico Nacional 2010 en Toledo – España:

Señor, Padre Santo, que nos has preparado el alimento de la Eucaristía;
envíanos la fuerza del Espíritu que nos haga capaces de subir al Monte Santo
donde podamos entrar en comunión con tu Hijo.
Haz que la Iglesia guste siempre este alimento sustancial;
danos hambre de Jesucristo: hambre de su Palabra
y hambre del Sacramento de su Presencia permanente.
Que los fieles, saciados con este alimento y guiados por el Espíritu Santo
construyan animosos su Reino mientras esperan la vida eterna
y preparan su venida en majestad.

Concédenos un futuro asentado en tu Eucaristía,
bendice a tus sacerdotes y haz que nuestra Iglesia sea rica en esperanza;
llama a muchos jóvenes al sacerdocio,
a la vida consagrada y al matrimonio cristiano,
para que todos podamos experimentar el fruto de la redención.

Que la Virgen María, Madre bendita de nosotros pecadores,
nos ayude a valorar la Carne y Sangre de Jesús
que ella misma tuvo en sus entrañas.

Que toda la Iglesia, contemplando el tesoro que también ella lleva en su interior,
pueda presentar al mundo a Jesucristo como alimento y bebida de vida eterna.

Amén.

Un rabino analiza el pontificado de Benedicto XVI

Tomado de Zenit,org publicamos el artículo que ha escrito el rabino estadounidense Jacob Neusner, considerado como uno de los escritores más prolíficos de la historia (ha escrito unos 950 libros), que desde hace años mantiene con Benedicto XVI un intercambio epistolar. El texto ha sido publicado por el "Corriere della sera" el 18 de abril.

La mejor broma de mi vida la hice una vez en el gimnasio, a alguien que contestaba mis opiniones sobre el equipo de baseball de los New Cork Yankees en comparación con los New Cork Mets: "No trates de prevalecer sobre mí. ¡Soy un profesor, por lo tanto, tengo siempre razón!". Desafortunadamente, en lugar de tomarlo para la risa, me tiró contra una toalla. Cuando a un estudioso e intelectual de éxito se le confiere el status de infalibilidad, aquí comienzan los problemas. Un estudioso no tiene necesidad de que se le diga que es infalible. Ya lo sabe, y se le paga por ello.

La profesión de investigador requiere integridad, racionalidad y honestidad intelectual. En sus primeros cinco años de papado, Ratzinger ha revelado todas estas características, junto a una abundante humildad, generosidad y amor. Sin embargo, el mundo tiene todavía necesidad de tiempo para acostumbrarse a este Papa-estudioso, que afronta de modo directo y sin titubeos los temas fundamentales y deja caer las nimiedades, cuando es posible.

Los musulmanes han comprendido de qué está hecho este Papa, en Ratisbona cuando, con una intervención muy profunda, Benedicto XVI puso en duda la contribución del Islam a la civilización. Los anglicanos han entendido de qué está hecho este Papa cuando él, en un arranque de honestidad, invitó al clero anglicano a entrar a formar parte de la Iglesia. Los judíos han entendido de qué está hecho este Papa cuando Benedicto XVI volvió a una liturgia que cuestionaba el credo hebreo. En los tres casos, la fractura ha sido recompuesta y han prevalecido las posiciones más moderadas: con el Islam se ha hecho la paz y con anglicanos y judíos se ha llegado a una conciliación.

Pero el Papa-estudioso no había hecho más que expresar la verdad así como es sentida en el corazón del catolicismo: el Islam no puede competir con el cristianismo en cuanto a estatura moral, los anglicanos serán siempre bienvenidos, y los judíos estarían mucho mejor dentro de la Iglesia. El Papa Benedicto habla como un estudioso y pronuncia verdades cristianas tal como las enuncia el infalible obispo de Roma. Un estudioso no puede sino actuar de este modo.

La cuestión que, en este momento, perturba la paz es el modo en que, en el pasado, el cardenal Ratzinger liquidó el caso de un sacerdote culpable de haber abusado sexualmente de algunos niños. La caridad cristiana sugería perdonar a aquel sacerdote, un alma penitente despedazada y en el final de su vida. El cardenal Ratzinger le ahorró las humillaciones que un justo castigo habría comportado. El sacerdote murió en el seno de la Iglesia y Benedicto XVI mostró el verdadero significado de arrepentimiento y amor cristiano.

El pasado enero, cuando me encontré con el Papa en Roma, le pregunté qué quería hacer cuando, en unos seis meses, terminara el segundo volumen de su "Jesús de Nazaret". Con una sonrisa, me respondió: "Nada más. Este es mi último libro. Tengo otros asuntos para atender". Un estudio que deja de escribir libros no mantiene por mucho tiempo tal título. Benedicto XVI no tuvo que agregar: "Después de todo, soy el Papa". Pero el académico que hay en mí susurró: "A qué precio".

Lo que el mundo ha aprendido en estos cinco años respecto al Papa-estudioso es el precio que la academia paga por sostener la verdad y mantener la propia integridad. La infalibilidad tiene sus costos. La gente prefiere políticos capaces de mediar antes que personajes críticos y propensos a las controversias. Esto es lo que nos enseñan los papas-estudiosos en general. Pero lo que yo aprendí de este Papa-estudioso en particular es algo más. La genuina integridad de este hombre y su capacidad de exponer la verdad a la humanidad entera, mueven intereses muy fuertes. Y por esto, también los musulmanes, los anglicanos y los judíos deben prepararse a un debate de alto perfil sobre la razón y la racionalidad compartida y encontrar un punto de encuentro sobre los conflictos, tratando de establecer quién está del lado correcto y quién del incorrecto, y qué prescriben las Sagradas Escrituras y la tradición.

martes, 20 de abril de 2010

VIGILIA POR LAS VOCACIONES

El próximo sábado 24 de abril, se hará una vigilia especial en oración, en el templo de la Parroquia de San Cipriano, entre las 7:00 y las 9:00 p.m., a la cual la Sra. Marina de Lara, laica responsable de las actividades de promoción de las vocaciones sacerdotales, esta invitando a todos los laicos miembros de los diferentes grupos pastorales de la Parroquia.

Esta vigilia se ha organizado como parte de las actividades de exaltación de las vocaciones sacerdotales, en un momento en el que la Iglesia Católica viene siendo blanco de ataques de diversa índole, originados en las fallas que han tenido algunos miembros del cuerpo eclesiástico en varios lugares del mundo.

Si bien nuestra Iglesia es una organización de inspiración y origen divino, ya que el primer y supremo sacerdote fué Jesucristo, es claro que es una organización integrada por seres humanos, entre los cuales -como en cualquier actividad humana- pueden ocurrir casos de debilidad humana y de pecado, que muchos críticos parecen ignorar, reviviendo un poco la escena vivida por aquellos que querían apedrear a la mujer encontrada en adulterio.

La pregunta de Jesús: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" parece oirse hoy nuevamente bajo el contexto histórico actual. Y no se trata de que los comportamiento errados de algunos ministros deban ser ignorados o cubiertos por la impunidad, porque desde la misma Santa Sede, Su Santidad Benedicto XVI ha condenado tales hechos. La reflexión apunta más directamente a que la misma Iglesia provea los mecanismos para ejercer una disciplina y un seguimiento mayor a los casos que sean contrarios a los valores cristianos y a la responsabilidad del ejercicio del sacerdocio ministerial. Es decir ejercer eficazmente su propio autocontrol.

Esperamos a todos los visitantes de este blog, para que nos acompañen en oración a la vigilia programada, para que por fuerza de la oración y las plegarias al Señor, podamos conseguir el favor divino en beneficio de nuevas y santas vocaciones sacerdotales. La Iglesia las necesita. La mies es mucha y los obreros pocos.

jueves, 15 de abril de 2010

Papa: los cristianos deben tener el valor de hablar de la vida eterna


CIUDAD DEL VATICANO, jueves 15 de abril de 2010 (ZENIT.org).- “La obediencia a Dios tiene el primado” y hace al hombre verdaderamente libre, aún de oponerse a la dictadura del conformismo. Lo ha dicho este jueves por la mañana Benedicto XVI, en la homilía de la Misa celebrada, en la Capilla Paulina del Vaticano, con los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica.

Del 12 al 16 de abril, de hecho, se está celebrando en el Vaticano la plenaria de la Pontificia Comisión Bíblica, bajo la presidencia del cardenal William Levada, sobre el tema “Inspiración y verdad de la Biblia".

Según informó Radio Vaticano, el Papa, recordando las palabras de san Pedro ante el Sanedrín: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, hay que subrayar que “la obediencia a Dios” da a Pedro la libertad de oponerse a la suprema institución religiosa.

Al contrario, en los tiempos modernos – observó Benedicto XVI – se teorizó la liberación del hombre, también de la obediencia a Dios: el hombre sería libre, autónomo y nada más.
“Pero esta autonomía – prosiguió el Pontífice – es una mentira, una mentira ontológica, porque el hombre no existe por sí mismo; es una mentira política y práctica, porque la colaboración y la participación de las libertades es necesaria y si Dios no existe, si Dios no es una instancia accesible al hombre, permanece como instancia suprema sólo el consenso de la mayoría”.

“Después, el consenso de la mayoría se convierte en la última palabra a la que debemos obedecer y este consenso – lo sabemos por la historia del siglo pasado – puede ser también un consenso del mal. Así vemos que la llamada autonomía no libera al hombre”.
“Las dictaduras han estado siempre contra esta obediencia a Dios”, subrayó el Papa.

“La dictadura nazi, como la marxista, no pueden aceptar a un Dios por encima del poder ideológico, y la libertad de los mártires, que reconocen a Dios.... es siempre el acto de liberación,, en el que llega la verdad de Cristo a nosotros”.

Hoy, en cambio, existen formas sutiles de dictaduras: “Un conformismo, por el que resulta obligatorio pensar como piensan todos, actuar como actúan todos, y la sutil agresión contra la Iglesia, o incluso no tan sutil, demuestran cómo este conformismo puede realmente ser una verdadera dictadura”.

Para los cristianos – añadió Benedicto XVI – obedecer más a Dios que a los hombres supone sin embargo conocer a Dios y querer obedecer verdaderamente.

“Nosotros hoy tenemos a menudo un poco de miedo de hablar de la vida eterna – observó –. Hablamos de las cosas que son útiles para el mundo, mostramos que el cristianismo ayuda también a mejorar el mundo, pero que su meta sea la vida eterna y que de la meta procedan los criterios de la vida, no nos atrevemos a decirlo”.

Por tanto – prosiguió el Papa – debemos tener el valor, la alegría, la gran esperanza de que la vida eterna existe, que es la verdadera vida y que de esta verdadera vida viene la luz que ilumina también este mundo.

En esta perspectiva, recoge Radio Vaticano, “la penitencia es una gracia”, gracia “el que nosotros reconozcamos nuestro pecado, que reconozcamos que tenemos necesidad de renovación, de cambio, de una transformación de nuestro ser”.

“Debo decir que los cristianos, también en los últimos tiempos, hemos evitado a menudo la palabra penitencia, que nos parecía demasiado dura – observó –. Ahora bajo los ataques del mundo que nos hablan de nuestros pecados, vemos que poder hacer penitencia es una gracia y vemos que es necesario hacer penitencia, reconocer lo que está equivocado en nuestra vida”.

“Abrirse al perdón, prepararse al perdón, dejarse transformar. El dolor de la penitencia, es decir, de la purificación y de la transformación, este dolor es gracia, porque es renovación, es obra de la Misericordia divina”, concluyó.