miércoles, 15 de junio de 2016

La Comunidad es Servicio

Los miembros de una comunidad cristiana católica deben tener muy claro lo que quieren hacer y a quienes quieren servir. La oración o comunión con el Padre, presencia, encuentro y servicio son necesarias para que una comunidad camine bien y crezca. Jesús así lo enseña: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” (Marcos 9, 35). La verdadera grandeza consiste en el servir. El Papa Francisco nos ha recordado que “el verdadero poder es el servicio”.

Una comunidad es un espacio en donde todos piensan en los demás. Un lugar en el que estamos atentos a quien nos puede necesitar. La comunidad se preocupa de servir, ayudar a servir y a desarrollar en cada uno la capacidad de servicio. No es autoreferente. Existimos para los demás, para el mundo y para Dios (1 Cor 12, 4-7).

La comunidad “en-reda” a sus integrantes, es decir, los pone en red. En la Iglesia y en el Pueblo tiene una tarea y una misión que cumplir. Una comunidad que se preocupa sólo de sí misma no es ni humana ni espiritualmente sana. Necesita tarea apostólica y poner dinamismo apostólico en sus integrantes. Sólo justifica su sentido en la extensión del Reino de Dios e el mundo y entre sus miembros. Y es el Espíritu Santo quien nos lleva a dar testimonio de entrega fraterna y nos pone en línea de servicio. Los Dones y Ministerios vienen de Él.

Es responsabilidad de cada uno y con la ayuda de su comunidad,  descubrir y discernir cuál es su “Don” y cuál es su vocación personal. Cuando una comunidad entierra los dones de algunos de sus miembros destruye las personas y las aliena. No podemos olvidar que somos meros administradores de los dones que Dios nos ha confiado (1 Pedro 4, 10-11).



El primer y mejor servicio es el de ayudar a ser persona. Es decir, ser testigo vivo de la presencia de Cristo Resucitado, ser signo de salvación para los demás, signo de la profecía de la comunión (Juan 17, 21). También damos testimonio de servicio cuando visitamos o ayudamos a enfermos  personas en situación menesterosa (Mateo 25, 35-36).

Servimos igualmente hablando a los demás de Jesús Resucitado y de las maravillas que hace en nuestras vidas si le aceptamos como Salvador y nos integramos a su Iglesia (Rom 10, 13).

Motivar la oración frecuente y la vida sacramental son ingredientes centrales de la vida cristiana en comunidad. Las comunidades deben reunirse periódicamente para orar, alabar a Dios, escuchar y discernir su Palabra, identificar sus tareas de servicio y celebrar unidos el trabajo que todos y cada uno de ellos ha realizado en el espacio transcurrido entre reunión y reunión. Compartir esas experiencias abre paso a los testimonios, que son ingredientes importantes en la vida de fe.

Si Ud. hace parte de una comunidad de fe, sin diferenciar si es de sólo laicos o con participación de ministros ordenados, puede preguntarse y responder las siguientes preguntas básicas:


¿En mi comunidad, todos los miembros tenemos claro a quien queremos servir en la fe?

¿En mi comunidad, desarrollamos actividades puntuales de servicio a los miembros de la comunidad y a personas fuera de la comunidad?

¿En mi comunidad, motivamos y apoyamos el trabajo de servicio a los demás de todos nuestros integrantes?

¿En mi comunidad, comprendemos y aplicamos el servicio en el ejercicio de la vida laboral de cada uno de sus miembros?

Compartamos estas respuestas y descubramos oportunidades de mejoramiento y crecimiento espiritual y comunitario.

La salvación según Santiago y Pablo: ¿obras o fe?



En Gál 3,6-14 y Rom 4,1-25, Pablo desarrolla su pensamiento en relación con la fe de Abrahán. Partiendo de Gn 15,6 argumenta que Abrahán fue considerado justo por Dios gracias a su fe y no por causa de las obras de la ley, porque Abrahán era anterior a Moisés y, por tanto, aún no había ley. Pablo desarrolla este pensamiento debido a las enseñanzas de los fariseos que consideraban a Abrahán un seguidor fiel de la ley, aunque la ley había venido después por medio de Moisés. Los fariseos no estaban preocupados con la fe de Abrahán y sí con el cumplimiento de la ley.

La preocupación no es la misma en los textos paulinos que en Santiago o en Hebreos. Pablo quiere librar a los seguidores y seguidoras de Jesús de cumplir el sistema de la ley de Moisés. Razona así: si la ley de Moisés ha venido mucho tiempo después de que Abrahán haya sido considerado justo por parte de Dios, eso significa que Abrahán ha sido justificado únicamente por la fe y no por la observancia de los preceptos legales. Para Pablo la fe no era fundamental. Servía más para acusar que para salvar. Lo que salva es la vida, la práctica, la muerte y resurrección de Jesús. La gente asume este proceso por la fe en Jesucristo. Por eso, Pablo enseña que Abrahán ha sido justificado fundamentalmente por la fe (Gál 3, 6-7; Rom 4,3).

Había otro punto muy importante en la figura de Abrahán y que ayuda a Pablo en su práctica pastoral. Pablo anunciaba su Evangelio a los gentiles (cf. Ro 1, 16-17). Para vencer las resistencias de los judeocristianos más tradicionales, recuerda que Abrahán antes de ser llamado por Dios también era pagano (Rom 4, 10-12). Dios llamó a Abrahán para ser el padre del pueblo elegido en un gesto de pura gratuidad, cuando todavía era un incircunciso. De la misma manera, Dios esta llamando ahora a los paganos para formar parte de este mismo pueblo en la fe de Jesucristo. Todos los paganos se convierten ahora en miembros del pueblo de Dios, hijos de Abrahán en la fe. No significa que haya un signo de ruptura con el pueblo elegido, sino que se debe considerar como un gesto de amor de parte Dios (Rom 11).

¿Quién tiene razón, Pablo que sitúa la justificación de Abrahán en su fe o Santiago que pone la justificación en la práctica de las obras producidas por la fe?

Hay que tener claro lo que se quiere decir con “justificación”. Significa “estar a bien con Dios”. Para Pablo, como Santiago, la amistad con Dios se fundamenta en la credibilidad y en la adhesión que damos a su palabra y a sus promesas. Pablo se preocupa con el tema de que todos paganos y judíos, lleguen a esta amistad con Dios. Él dice: “no es por la observancia irreprensible de la ley de Moisés, sino por la fe en la Palabra de Dios que se cumple en Jesús” como llegamos a la plenitud de nuestra amistad con Dios. Santiago y la carta a los Hebreos se preocupan por los que están en la comunidad y dicen: “la fe de Abrahán es la práctica, se comprueba en lo que hacemos “. Además el propio Pablo piensa lo mismo en Gál 5,6: “lo que vale es la fe que actúa por medio del amor”.

Fuente: “Vivir y anunciar la Palabra: las primeras comunidades” – Carlos Mesters y Equipo Bíblico CRB – Editorial Verbo Divino.

domingo, 12 de junio de 2016

Cara a Cara - 2015-07-09 - Alejandro Bermúdez con Ryan Thomas





Interesante entrevista del director de Cara a Cara con Ryan Thomas experto en Redes Sociales, vinculado a EWTN, en el que se describe y analiza el nuevo poder de las diferentes Redes Sociales. Las revelaciones que aquí se hacen sobre la manipulación de ideas y conceptual, de que son objeto los jóvenes por ese medio, están creando una anarquía de ideas que destruyen la sociedad actual, la conformación de la familia y promoviendo un nuevo estilo de vida que es claramente absurdo y lo que es más grave, siendo aceptado sin análisis alguno por jóvenes y aún personas en edad adulta.



Separe un tiempo adecuado para ver de manera completa esta entrevista.

martes, 24 de mayo de 2016

Exigencias de la Pastoral para los tiempos de hoy

El mundo entero en todos sus rincones y en todos los niveles, tiene una percepción clara de crisis que viene afectando, de manera progresiva la vida de las personas, de las instituciones y en general de la sociedad. Son múltiples los ejemplos que podrían citarse para soportar esta afirmación inicial. Pero bástenos por ahora y para ilustrar el tema, referirnos a tres hechos que impactan muy fuertemente nuestra existencia:
1.     No hay un respeto por defender la vida de las personas ni por conservar  la naturaleza
2.    Existen desde  frentes diversos, permanentes ataques a la existencia de la vida familiar y todo lo que contribuya a conservarla
3. Hay una tendencia marcada a la materialización de la vida de las personas. Se buscan satisfactores de corta duración en la tenencia, uso y vanidad de bienes tecnológicos, en el mantenimiento de relaciones superficiales y efímeras con los demás, se busca la obtención de dinero, bienes materiales y el ejercicio del poder y la influencia sobre los demás, como grandes objetivos del hombre actual.

En el centro de estos hechos, persiste una grave realidad aún mayor: las nuevas generaciones de hombres y mujeres vienen experimentando un alejamiento de Dios, de su Voluntad –que muchos no se interesan por conocer-  y un creciente relativismo, que les hace perder la capacidad de diferenciar entre lo que es sano y bueno, respecto a lo que es dañino y destructor para las personas. Un fruto de lo anterior es la creciente corrupción que vivimos desde los niveles gubernamentales hasta los más pobres y/o desposeídos. Curiosamente, en los niveles más altos de educación técnica y profesional el fenómeno es más fuerte.

Estudiosos de las ciencias sociales y miembros de las iglesias cristianas, entre ellas la Iglesia Católica, coinciden en afirmar que el origen de este panorama está en la manera como nace, crece y se forman hoy las personas. Las cifras son preocupantes. Un informe de Naciones Unidas sobre la situación demográfica del mundo de 2014, establecía que “Más de la mitad de los nacimientos se produce ahora fuera del matrimonio en Australia y en siete países de Europa, que se han sumado a un grupo de países de América Latina y el Caribe que tradicionalmente han tenido una elevada tasa de nacimientos extramatrimoniales.” 

Lo anterior indica que más de la mitad de los nacimientos se producen fuera de una estructura de hogar conformado por un padre y una madre. La ausencia de uno de los padres, habitualmente el hombre, genera a su vez carencias claves en la formación de cada persona. Algunas de ellas son: referentes desbalanceados de autoridad, ausencia de comprensión y valoración de los roles por género, carencias en la formación de los hijos por falta de tiempo disponible para la atención de los hijos, como es el caso de las madres cabezas de familia de niveles socioeconómicos bajos, falta de acompañamiento de los hijos en las etapas de la niñez y adolescencia, así mismo baja formación en principios y valores. El resultado de todo esto no puede estar desconectado con dichas carencias.

Por otro lado, es visible una tendencia en muchos ambientes, a descristianizar o alejar de Dios a las personas, comunicando una falsa promesa que promueve el progreso material de la gente con base únicamente en sus propias fuerzas y acciones, independientemente de la naturaleza conveniente o inconveniente de dichas actuaciones. Es aquí donde la actividad pastoral de la Iglesia tiene una fuerte participación en el bienestar espiritual y material de las personas.

La  pastoral es la acción de la Iglesia católica en el mundo o el conjunto de actividades por las cuales la Iglesia realiza su misión, que consiste primariamente en continuar la acción de Jesucristo.
La palabra pastoral deriva de pastor, que era un elemento constante en el mundo bíblico. En la simbología bíblica, Dios es comparado con el pastor, aquel que tiene al mismo tiempo autoridad y solicitud para con sus ovejas. Jesús también es comparado con el buen pastor en el Evangelio de Juan. Como institución, la Iglesia actúa no solo en la transmisión de ideas, valores e ideologías, sino también en el servicio a la comunidad. La Iglesia Católica realiza su acción a través de tres funciones pastorales:
·         Función profética: abarca las diversas formas del ministerio de la Palabra de Dios (evangelización, catequesis y homilía), bien como la formación espiritual de los católicos;
·         Función litúrgica: se refiere a la celebración de los sacramentos, sobre todo de la Eucaristía, de la oración y a los sacramentales;
·         Función real: dice respecto a la promoción y orientación de las comunidades, a la organización de la caridad y a la animación cristiana de las realidades terrestres.

En el Decreto “Christus Dominus” promulgado en el Concilio Vaticano II, se establecen las responsabilidades de la Iglesia, iniciando por los Obispos en comunión episcopal con el Sumo Pontífice. En el numeral 12 de dicho Decreto se establece:
En el ejercicio de su ministerio de enseñar, anuncien a los hombres el Evangelio de Cristo, deber que sobresale entre los primeros de los Obispos, llamándolos a la fe con la fortaleza del Espíritu o confirmándolos en la fe viva…   …muéstrenles así mismo que las cosas terrenas y las instituciones humanas, por la determinación de Dios Creador, se ordenan también a la salvación de los hombres y, por consiguiente pueden contribuir mucho, a la edificación del Cuerpo de Cristo”.

En el numeral 16 del mismo documento pontificio, con relación a “el deber de apacentar” se establece que:
“En el ejercicio de su ministerio de padre y de pastor, compórtense los obispos en medio de los suyos como los que sirven (Cfr. Lc 22, 26-27), buenos pastores que conocen a sus ovejas y son conocidos por ellas, verdaderos padres, que se distinguen por el espíritu de amor y de preocupación para con todos, y a cuya autoridad, confiada por Dios, todos se someten gustosamente.” Más adelante en el numeral 30 del Decreto, refiriéndose al papel de los Párrocos, dice: “Procuren ante todo los Párrocos conocer su propio rebaño. Más como servidores de todas las ovejas, incrementen la vida cristiana  tanto en cada uno en particular como en sus familias y en las asociaciones, sobre todo en las dedicadas al apostolado, y en toda la comunidad parroquial. Visiten pues las casas y las escuelas, según les exija su deber pastoral. Atiendan cuidadosamente a los adolescentes y a los jóvenes. Desplieguen la caridad paterna con los pobres y los enfermos. Tengan finalmente un cuidado especial con los obreros y esfuércense en conseguir que todos los fieles, ayuden en las obras de apostolado”.


Así las cosas, es claro que las exigencias pastorales para los tiempos actuales, al cumplirlas, son un aporte fundamental para la construcción del Cuerpo de Cristo y la sociedad en general. Se requiere una pastoral activa de conversión, incluyente, misionera. Obispo, sacerdotes, laicos y pueblo de Dios unidos en un mismo propósito.

sábado, 14 de mayo de 2016

miércoles, 4 de mayo de 2016

JON CARLO TE EQUIVOCAS VIDEO OFICIAL





Una linda canción de Jon Carlo que es un canto de esperanza en medio del dolor y la aflicción.