jueves, 30 de junio de 2011

AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



Santísimo Corazón de Jesús, Dios y hombre verdadero, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Ti confían; Tú nos dices amablemente: vengan a Mí; y nos repites las palabras que dijiste al paralítico: “confía hijo mío”; tus pecados te son perdonados, y a la mujer enferma:”confía hija, tu fe te ha salvado”, y a los Apóstoles:”Confíen, Yo soy, no teman”.

Animado(a) con estas palabras tuyas, acudo a Ti con el corazón lleno de confianza, para decirte sinceramente y desde lo más íntimo de mi alma: Corazón de Jesús, en Ti confío. Amén!

viernes, 24 de junio de 2011

QUIZÁS MAÑANA SEA TARDE!

¿Por qué confesarse?




Quien ha tenido la desgracia de pecar gravemente, si quiere salvarse, no tiene más remedio que confesarse para que se le perdonen sus pecados. Es cierto que con el acto de perfecta contrición , puede uno recobrar la gracia, pero para esto hay que tener, además, el propósito firme de confesar después estos pecados, aunque estén ya perdonados; pues Jesucristo ha querido someter al sacramento de la confesión todos los pecados graves.Por voluntad del Cristo , la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los bautizados, y ella lo ejerce de modo habitual en el sacramento de la penitencia por medio de los obispos y de los presbíteros . Este sacramento se llama también de la Reconciliación, pues nos reconcilia con Dios y con la Comunidad Cristiana de la cual el pecador se separa vitalmente, al perder la gracia por el pecado grave.


Pío XII en la Encíclica Mystici Corporis habla de los valores de la confesión frecuente diciendo que aumenta el recto conocimiento de uno mismo, crece la humildad cristiana, se desarraiga la maldad de las costumbres, se pone un dique a la pereza y negligencia espiritual, y se aumenta la gracia por la misma fuerza del sacramento . Y el Concilio Vaticano II habla de la confesión sacramental frecuente que, preparada por el examen de conciencia cotidiano, tanto ayuda a la necesaria conversión del corazón.Quien vive en pecado grave es muy fácil que se condene por tres razones:1) Porque después es muy posible que le falte la voluntad de confesarse, como le falta ahora.2) Porque, aun suponiendo que no le falte esta voluntad, es posible que le sorprenda la muerte sin tiempo para confesarse.3) Finalmente, quien descuida la confesión, y va amontonando pecados y pecados, cada vez encontrará más dificultades para romper. Un hilo se rompe mucho mejor que una maroma. Para arrepentirse sería entonces necesario un golpe de gracia prodigioso; y esta gracia sobreabundante Dios no suele concederla a quien se obstina en el mal.


El examen de conciencia


Examen de conciencia consiste en recordar los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha. Naturalmente, el examen se hace antes de la confesión para decir después al confesor todos los pecados que se han recordado; y cuántas veces cada uno, si se trata de pecados graves.Si sabes el número exacto de cada clase de pecados graves, debes decirlo con exactitud. Pero si te es muy difícil, basta que lo digas con la mayor aproximación que puedas: por ejemplo, cuántas veces, más o menos, a la semana, al mes, etc. Y si después de confesar resulta que recuerdas con certeza ser muchos más los pecados que habías cometido, lo dices así en la próxima confesión. Pero no es necesario que después de confesar sigas pensando en el número de pecados cometidos, pues entonces nunca quedaríamos tranquilos. Si hiciste el examen con diligencia, no debes preocuparte ya más: todo está perdonado.


Dolor de los pecados

Dolor de los pecados es arrepentirse de haber pecado y de haber ofendido a Dios. Arrepentirse de haber hecho una cosa es querer no haberla hecho, comprender que está mal hecha, y dolerse de haberla hecho. El arrepentimiento es un aborrecimiento del pecado cometido; un detestar el pecado .El arrepentido aborrece la ofensa a Dios, y propone no volver a ofenderloNo es lo mismo el dolor de una herida -que se siente en el cuerpo- que el dolor de la muerte de una madre -que se siente en el alma-. El arrepentimiento es «dolor del alma». Pero el dolor de corazón que se requiere para hacer una buena confesión no es necesario que sea sensible realmente, como se siente un gran disgusto. Basta que se tenga un deseo sincero de tenerlo. El arrepentimiento es cuestión de voluntad. Quien diga sinceramente quisiera no haber cometido tal pecado tiene verdadero dolor. El dolor es lo más importante de la confesión. Es indispensable: sin dolor no hay perdón de los pecados

Contrición perfecta y atrición

Contrición perfecta es un pesar sobrenatural del pecado por amor a Dios, por ser Él tan bueno, porque es mi Padre que tanto me ama, y porque no merece que se le ofenda, sino que se le dé gusto en todo y sobre todas las cosas. Contrición es arrepentirse de haber pecado porque el pecado es ofensa de Dios. Siempre con propósito se enmendarse desde ahora y de confesarse cuando se pueda. La contrición es dolor perfecto.

Atrición es un pesar sobrenatural de haber ofendido a Dios por temor a los castigos que Dios puede enviar en esta vida y en la otra, o por la fealdad del pecado cometido, que es una ingratitud para con Dios y un acto de rebeldía. Siempre con propósito de enmendarse y de confesarse. La atrición es dolor imperfecto, pero basta para la confesión .Un ejemplo: un chico jugando a la pelota en su casa rompe un jarrón de porcelana que su madre conservaba con cariño y, al ver lo que ha hecho, se arrepiente. Si lo que teme es el castigo que le espera, tiene dolor semejante a la atrición; pero si lo que le duele es el disgusto que se va a llevar su madre, tiene un dolor semejante a la contrición.


No deberíamos olvidar nunca aquel admirable consejo: Pecador, no te acuestes nunca en pecado; no sea que despiertes ya condenado.

Propósito de enmienda


Propósito de enmienda es una firme resolución de no volver a pecar. El propósito brota espontáneamente del dolor . Si tienes arrepentimiento de verdad, harás el propósito de no volver a pecar. Si el propósito no se extendiese también a poner todos los medios necesarios para evitar las ocasiones próximas de pecar, no sería eficaz, mostraría una voluntad apegada al pecado, y, por lo tanto, indigna de perdón. Quien, pudiendo, no quiere dejar una ocasión próxima de pecado grave, no puede recibir la absolución. Y si la recibe, esta absolución es inválida y sacrílega.

Decir los pecados al confesor


Al confesor hay que decirle voluntariamente, con humildad, y sin engaño ni mentira, todos y cada uno de los pecados graves no acusados todavía en confesión individual bien hecha ; y en orden a obtener la absolución . No tendría carácter de confesión sacramental manifestar los pecados para pedir consejo, obligarle a callar, etc. .

Cumplir la penitencia


Cumplir la penitencia es rezar o hacer lo que el confesor me diga. La exhortación pontificia de Juan Pablo II Reconciliación y Penitencia (31,3) dice que las obras de satisfacción deben consistir en acciones de culto, caridad, misericordia y reparación.Si no sé o no puedo cumplirla, debo decírselo al confesor para que me ponga una penitencia distinta. La penitencia se llama también satisfacción, pues de algún modo quiere expresar nuestra voluntad de reparación a la Iglesia del daño que le hemos producido al pecar, convirtiéndonos en miembros cancerosos del Cuerpo Místico de Cristo. Cumplir la penitencia es también expresión de nuestra voluntad de conversión cristiana.


Síntesis de artículo escrito por Jorge Loring en www.encuentra.com

EVITA LA RUTINA EN TU MATRIMONIO



Este es uno de los videos más consultados en internet sobre la vida en pareja. Su orientación es sana y recuerda elementos que todos conocemos, pero que podemos olvidar por estar inmersos en la agitada vida del trabajo.

El Lic. Daniel Herrera, Terapeuta Familiar habla a todas las personas con un matrimonio vigente que pueden estar teniendo dificultades por falta de una innovación en la manera de vivir su vida de pareja.

Nota de Humor

Llegan tres billetes al cielo: uno de $50.000, otro de $20.000 y uno de $10.000. Tocan a la puerta y sale San Pedro, quien después de mirarlos les dice: "No pueden entrar!"

Unos minutos más tarde, llegan al mismo lugar otros tres billetes. Uno de $5.000, otro de $2.000 y uno bien viejito y arrugado de $1.000. San Pedro los observa y los invita a entrar al cielo. Los otros 3 billetes de mayor denominación que observaban la escena protestaron:
"¿Porqué a ellos si los dejas entrar y a nosotros nó?

San Pedro les respondió: "A ustedes, nunca los ví en misa!"

martes, 21 de junio de 2011

La reunión semanal

Un elemento importante de la vida en Pequeña Comunidad lo constituye la reunión semanal. Porque es en tal ocasión que sus miembros tienen la oportunidad de hacer un encuentro colectivo y personal con el Señor, a través de su Palabra y de la presencia del Espíritu Santo en la mente y los corazones de sus integrantes.

Cuando se participa de este encuentro, ocurren varios hechos especiales que son únicos en su oportunidad y en su alcance:

· Es agregar a nuestra vida espiritual individual, un carácter comunitario en una misma familia. Una familia en la que somos hijos de un mismo Padre, hermanos de Jesús y herederos del cielo con la ayuda del Espíritu Santo
· Ocasión de escuchar y discernir la Palabra Dios, con el amplio eco de sus participantes y orientar nuestra vida, a encarnar dicha Palabra
· Reconocernos necesitados del Señor, de su luz, de su Amor y su Misericordia, sin la cual muy poco podemos alcanzar.
· Edificarnos en el testimonio cristiano de nuestros hermanos de comunidad, para valorar la multiforme Gracia de Dios en nuestras vidas. Verificar una vez más, que creemos en un Dios vivo y que actúa en cada uno de nosotros
· Formarnos catequéticamente para conocer mejor los fundamentos de nuestra fe, la doctrina de la Iglesia y poder dar razón de nuestra esperanza a los demás
· Ayudar a los hermanos que se encuentran en alguna dificultad, escuchándolos, conociendo su realidad, identificando a la luz del Evangelio cómo podemos ayudarlos y reforzar una identidad corporativa de una nueva forma de vida
· Practicar la oración y la alabanza al Dueño de la Vida, Rey de Reyes y Señor de Señores!
· Articularnos con los diferentes ministerios de nuestra Iglesia, según los Dones y Carismas recibidos del Espíritu Santo, para servir a los demás dentro de la comunidad parroquial
· Practicar en cada reunión los retos de la vida fraterna, con todos sus momentos de dificultad, pero también con sus momentos de crecimiento espiritual y social. Pequeña Comunidad que no tiene momentos de dificultad en la relación de sus miembros, no existe! La primera comunidad integrada por los Apóstoles así nos lo demostró.
· Practicar la corrección fraterna, como lo indica la Palabra de Dios, para ser cada vez más humildes pero igualmente más grandes como cristianos.
· Discernir los signos de los tiempos que vivimos, para entender las dificultades y contradicciones del hombre de hoy. Revisar nuestro propio comportamiento y actitudes hacia los demás, para aprender a verlos con la mirada de Jesús.
· Hacer de la asistencia a las Eucaristías, ocasión de fortaleza en el Señor
· Participar en las actividades pastorales de la Parroquia, de manera coordinada y entusiasta.

Quien no asiste con regularidad a la reunión semanal no solo está fallando a sus hermanos. Esta dándose ocasión de debilitar su caminar, de adquirir tibiezas comportamentales, de perder comunión con la Iglesia y permitirse un riesgo en sus propósitos de vida en comunidad. La asistencia semanal a la reunión de la Pequeña Comunidad es vital para calmar nuestra sed de Dios.