Tomado de Zenit,org publicamos el artículo que ha escrito el rabino estadounidense Jacob Neusner, considerado como uno de los escritores más prolíficos de la historia (ha escrito unos 950 libros), que desde hace años mantiene con Benedicto XVI un intercambio epistolar. El texto ha sido publicado por el "Corriere della sera" el 18 de abril.
La mejor broma de mi vida la hice una vez en el gimnasio, a alguien que contestaba mis opiniones sobre el equipo de baseball de los New Cork Yankees en comparación con los New Cork Mets: "No trates de prevalecer sobre mí. ¡Soy un profesor, por lo tanto, tengo siempre razón!". Desafortunadamente, en lugar de tomarlo para la risa, me tiró contra una toalla. Cuando a un estudioso e intelectual de éxito se le confiere el status de infalibilidad, aquí comienzan los problemas. Un estudioso no tiene necesidad de que se le diga que es infalible. Ya lo sabe, y se le paga por ello.
La profesión de investigador requiere integridad, racionalidad y honestidad intelectual. En sus primeros cinco años de papado, Ratzinger ha revelado todas estas características, junto a una abundante humildad, generosidad y amor. Sin embargo, el mundo tiene todavía necesidad de tiempo para acostumbrarse a este Papa-estudioso, que afronta de modo directo y sin titubeos los temas fundamentales y deja caer las nimiedades, cuando es posible.
Los musulmanes han comprendido de qué está hecho este Papa, en Ratisbona cuando, con una intervención muy profunda, Benedicto XVI puso en duda la contribución del Islam a la civilización. Los anglicanos han entendido de qué está hecho este Papa cuando él, en un arranque de honestidad, invitó al clero anglicano a entrar a formar parte de la Iglesia. Los judíos han entendido de qué está hecho este Papa cuando Benedicto XVI volvió a una liturgia que cuestionaba el credo hebreo. En los tres casos, la fractura ha sido recompuesta y han prevalecido las posiciones más moderadas: con el Islam se ha hecho la paz y con anglicanos y judíos se ha llegado a una conciliación.
Pero el Papa-estudioso no había hecho más que expresar la verdad así como es sentida en el corazón del catolicismo: el Islam no puede competir con el cristianismo en cuanto a estatura moral, los anglicanos serán siempre bienvenidos, y los judíos estarían mucho mejor dentro de la Iglesia. El Papa Benedicto habla como un estudioso y pronuncia verdades cristianas tal como las enuncia el infalible obispo de Roma. Un estudioso no puede sino actuar de este modo.
La cuestión que, en este momento, perturba la paz es el modo en que, en el pasado, el cardenal Ratzinger liquidó el caso de un sacerdote culpable de haber abusado sexualmente de algunos niños. La caridad cristiana sugería perdonar a aquel sacerdote, un alma penitente despedazada y en el final de su vida. El cardenal Ratzinger le ahorró las humillaciones que un justo castigo habría comportado. El sacerdote murió en el seno de la Iglesia y Benedicto XVI mostró el verdadero significado de arrepentimiento y amor cristiano.
El pasado enero, cuando me encontré con el Papa en Roma, le pregunté qué quería hacer cuando, en unos seis meses, terminara el segundo volumen de su "Jesús de Nazaret". Con una sonrisa, me respondió: "Nada más. Este es mi último libro. Tengo otros asuntos para atender". Un estudio que deja de escribir libros no mantiene por mucho tiempo tal título. Benedicto XVI no tuvo que agregar: "Después de todo, soy el Papa". Pero el académico que hay en mí susurró: "A qué precio".
Lo que el mundo ha aprendido en estos cinco años respecto al Papa-estudioso es el precio que la academia paga por sostener la verdad y mantener la propia integridad. La infalibilidad tiene sus costos. La gente prefiere políticos capaces de mediar antes que personajes críticos y propensos a las controversias. Esto es lo que nos enseñan los papas-estudiosos en general. Pero lo que yo aprendí de este Papa-estudioso en particular es algo más. La genuina integridad de este hombre y su capacidad de exponer la verdad a la humanidad entera, mueven intereses muy fuertes. Y por esto, también los musulmanes, los anglicanos y los judíos deben prepararse a un debate de alto perfil sobre la razón y la racionalidad compartida y encontrar un punto de encuentro sobre los conflictos, tratando de establecer quién está del lado correcto y quién del incorrecto, y qué prescriben las Sagradas Escrituras y la tradición.
sábado, 24 de abril de 2010
Un rabino analiza el pontificado de Benedicto XVI
martes, 20 de abril de 2010
VIGILIA POR LAS VOCACIONES
El próximo sábado 24 de abril, se hará una vigilia especial en oración, en el templo de la Parroquia de San Cipriano, entre las 7:00 y las 9:00 p.m., a la cual la Sra. Marina de Lara, laica responsable de las actividades de promoción de las vocaciones sacerdotales, esta invitando a todos los laicos miembros de los diferentes grupos pastorales de la Parroquia.
Esta vigilia se ha organizado como parte de las actividades de exaltación de las vocaciones sacerdotales, en un momento en el que la Iglesia Católica viene siendo blanco de ataques de diversa índole, originados en las fallas que han tenido algunos miembros del cuerpo eclesiástico en varios lugares del mundo.
Si bien nuestra Iglesia es una organización de inspiración y origen divino, ya que el primer y supremo sacerdote fué Jesucristo, es claro que es una organización integrada por seres humanos, entre los cuales -como en cualquier actividad humana- pueden ocurrir casos de debilidad humana y de pecado, que muchos críticos parecen ignorar, reviviendo un poco la escena vivida por aquellos que querían apedrear a la mujer encontrada en adulterio.
La pregunta de Jesús: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" parece oirse hoy nuevamente bajo el contexto histórico actual. Y no se trata de que los comportamiento errados de algunos ministros deban ser ignorados o cubiertos por la impunidad, porque desde la misma Santa Sede, Su Santidad Benedicto XVI ha condenado tales hechos. La reflexión apunta más directamente a que la misma Iglesia provea los mecanismos para ejercer una disciplina y un seguimiento mayor a los casos que sean contrarios a los valores cristianos y a la responsabilidad del ejercicio del sacerdocio ministerial. Es decir ejercer eficazmente su propio autocontrol.
Esperamos a todos los visitantes de este blog, para que nos acompañen en oración a la vigilia programada, para que por fuerza de la oración y las plegarias al Señor, podamos conseguir el favor divino en beneficio de nuevas y santas vocaciones sacerdotales. La Iglesia las necesita. La mies es mucha y los obreros pocos.
Esta vigilia se ha organizado como parte de las actividades de exaltación de las vocaciones sacerdotales, en un momento en el que la Iglesia Católica viene siendo blanco de ataques de diversa índole, originados en las fallas que han tenido algunos miembros del cuerpo eclesiástico en varios lugares del mundo.
Si bien nuestra Iglesia es una organización de inspiración y origen divino, ya que el primer y supremo sacerdote fué Jesucristo, es claro que es una organización integrada por seres humanos, entre los cuales -como en cualquier actividad humana- pueden ocurrir casos de debilidad humana y de pecado, que muchos críticos parecen ignorar, reviviendo un poco la escena vivida por aquellos que querían apedrear a la mujer encontrada en adulterio.
La pregunta de Jesús: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" parece oirse hoy nuevamente bajo el contexto histórico actual. Y no se trata de que los comportamiento errados de algunos ministros deban ser ignorados o cubiertos por la impunidad, porque desde la misma Santa Sede, Su Santidad Benedicto XVI ha condenado tales hechos. La reflexión apunta más directamente a que la misma Iglesia provea los mecanismos para ejercer una disciplina y un seguimiento mayor a los casos que sean contrarios a los valores cristianos y a la responsabilidad del ejercicio del sacerdocio ministerial. Es decir ejercer eficazmente su propio autocontrol.
Esperamos a todos los visitantes de este blog, para que nos acompañen en oración a la vigilia programada, para que por fuerza de la oración y las plegarias al Señor, podamos conseguir el favor divino en beneficio de nuevas y santas vocaciones sacerdotales. La Iglesia las necesita. La mies es mucha y los obreros pocos.
jueves, 15 de abril de 2010
Papa: los cristianos deben tener el valor de hablar de la vida eterna
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 15 de abril de 2010 (ZENIT.org).- “La obediencia a Dios tiene el primado” y hace al hombre verdaderamente libre, aún de oponerse a la dictadura del conformismo. Lo ha dicho este jueves por la mañana Benedicto XVI, en la homilía de la Misa celebrada, en la Capilla Paulina del Vaticano, con los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica.
Del 12 al 16 de abril, de hecho, se está celebrando en el Vaticano la plenaria de la Pontificia Comisión Bíblica, bajo la presidencia del cardenal William Levada, sobre el tema “Inspiración y verdad de la Biblia".
Según informó Radio Vaticano, el Papa, recordando las palabras de san Pedro ante el Sanedrín: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, hay que subrayar que “la obediencia a Dios” da a Pedro la libertad de oponerse a la suprema institución religiosa.
Al contrario, en los tiempos modernos – observó Benedicto XVI – se teorizó la liberación del hombre, también de la obediencia a Dios: el hombre sería libre, autónomo y nada más.
“Pero esta autonomía – prosiguió el Pontífice – es una mentira, una mentira ontológica, porque el hombre no existe por sí mismo; es una mentira política y práctica, porque la colaboración y la participación de las libertades es necesaria y si Dios no existe, si Dios no es una instancia accesible al hombre, permanece como instancia suprema sólo el consenso de la mayoría”.
“Después, el consenso de la mayoría se convierte en la última palabra a la que debemos obedecer y este consenso – lo sabemos por la historia del siglo pasado – puede ser también un consenso del mal. Así vemos que la llamada autonomía no libera al hombre”.
“Las dictaduras han estado siempre contra esta obediencia a Dios”, subrayó el Papa.
“La dictadura nazi, como la marxista, no pueden aceptar a un Dios por encima del poder ideológico, y la libertad de los mártires, que reconocen a Dios.... es siempre el acto de liberación,, en el que llega la verdad de Cristo a nosotros”.
Hoy, en cambio, existen formas sutiles de dictaduras: “Un conformismo, por el que resulta obligatorio pensar como piensan todos, actuar como actúan todos, y la sutil agresión contra la Iglesia, o incluso no tan sutil, demuestran cómo este conformismo puede realmente ser una verdadera dictadura”.
Para los cristianos – añadió Benedicto XVI – obedecer más a Dios que a los hombres supone sin embargo conocer a Dios y querer obedecer verdaderamente.
“Nosotros hoy tenemos a menudo un poco de miedo de hablar de la vida eterna – observó –. Hablamos de las cosas que son útiles para el mundo, mostramos que el cristianismo ayuda también a mejorar el mundo, pero que su meta sea la vida eterna y que de la meta procedan los criterios de la vida, no nos atrevemos a decirlo”.
Por tanto – prosiguió el Papa – debemos tener el valor, la alegría, la gran esperanza de que la vida eterna existe, que es la verdadera vida y que de esta verdadera vida viene la luz que ilumina también este mundo.
En esta perspectiva, recoge Radio Vaticano, “la penitencia es una gracia”, gracia “el que nosotros reconozcamos nuestro pecado, que reconozcamos que tenemos necesidad de renovación, de cambio, de una transformación de nuestro ser”.
“Debo decir que los cristianos, también en los últimos tiempos, hemos evitado a menudo la palabra penitencia, que nos parecía demasiado dura – observó –. Ahora bajo los ataques del mundo que nos hablan de nuestros pecados, vemos que poder hacer penitencia es una gracia y vemos que es necesario hacer penitencia, reconocer lo que está equivocado en nuestra vida”.
“Abrirse al perdón, prepararse al perdón, dejarse transformar. El dolor de la penitencia, es decir, de la purificación y de la transformación, este dolor es gracia, porque es renovación, es obra de la Misericordia divina”, concluyó.
martes, 16 de marzo de 2010
El Papa invita a los jóvenes a que consideren su vocación

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 15 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invita a los jóvenes a ponerse a la escucha de Dios para descubrir cuál es el diseño que Él ha pensado para sus vidas, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud de este año, que ha sido publicado hoy.
La Jornada Mundial de este año, que lleva por tema “Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” supone un acontecimiento especial, afirma el Papa, al cumplirse el 25° aniversario de la institución de estos encuentros por el Papa Juan Pablo II.
El Pontífice afirma que la iniciativa de su predecesor fue “profética”, subrayando que “ha traído frutos abundantes, permitiendo a las nuevas generaciones cristianas encontrarse, ponerse a la escucha de la Palabra de Dios, descubrir la belleza de la Iglesia y vivir experiencias fuertes de fe que han llevado a muchos a la decisión de entregarse totalmente a Cristo”.
El lema de la Jornada de este año se refiere al episodio evangélico del encuentro de Jesús con el joven rico, tema que ya afrontó Juan Pablo II en 1985 en su primera carta dirigida a los jóvenes.
Proyecto de vida
En el joven del Evangelio, explica Benedicto XVI, “podemos ver una condición muy similar a la de cada uno de vosotros”.
“También vosotros sois ricos en cualidades, en energías, en sueños, en esperanzas: ¡recursos que poseéis en abundancia! – escribe el Papa –. Vuestra propia edad constituye una gran riqueza no solo para vosotros sino también para los demás, para la Iglesia y para el mundo”.
“La etapa de la vida en la que estáis inmersos es tiempo de descubrimiento: de los dones que Dios os ha otorgado y de vuestras responsabilidades”, recuerda, añadiendo que es también el “tiempo de elecciones fundamentales para construir vuestro proyecto de vida”.
“Es el momento, por tanto, de interrogaros sobre el sentido auténtico de la existencia y de preguntaros: ¿Estoy satisfecho con mi vida? ¿Hay algo que me falta?”. El Papa reconoce que los jóvenes, como el del Evangelio, quizás también viven “situaciones de inestabilidad, de turbación o de sufrimiento”, que les llevan a “aspirar a una vida no mediocre” y a preguntarse “en qué consiste una vida lograda” y cuál podría ser el propio proyecto de vida”, para que ésta “tenga pleno valor y pleno sentido".
“¡No tengáis miedo de afrontar estas preguntas!”, les exhorta. “Lejos de abrumaros, éstas expresan las grandes aspiraciones que están presentes en vuestro corazón”.
Por esto, añade, “deben ser escuchadas” pues “esperan respuestas no superficiales, sino capaces de satisfacer vuestras auténticas esperanzas de vida y de felicidad”.
“Para descubrir el proyecto de vida que puede haceros plenamente felices, poneos en escucha de Dios, que tiene su diseño de amor sobre cada uno de vosotros”, les aconseja el Papa.
“Con confianza, preguntadle: “Señor, ¿cuál es tu diseño de Creador y Padre sobre mi vida? ¿Cuál es tu voluntad? Yo deseo cumplirla”. Estad seguros de que os responderá. ¡No tengáis miedo a su respuesta!”.
Acoger la vocación
Con motivo del Año Sacerdotal, el Pontífice dedica un pensamiento especial por quien siente una llamada a la vida consagrada.
En este sentido, invita a los jóvenes a “estar atentos a si el Señor os invita a un don más grande, en el camino del Sacerdocio ministerial, y a hacerse disponibles a acoger con generosidad y entusiasmo este signo de especial predilección, emprendiendo con un sacerdote, con el director espiritual el necesario camino de discernimiento”. La vocación cristiana “brota de una propuesta de amor del Señor y puede realizarse solo gracias a una respuesta de amor”, subraya el Papa .
“¡No tengáis miedo, vosotros, queridos jóvenes y queridas jóvenes, si el Señor os llama a la vida religiosa, monástica, misionera o de especial consagración: Él sabe dar gozo profundo a quien responde con valor!”
De la misma forma, invita a cuantos sienten la llamada al matrimonio “a acogerla con fe, empeñándose en poner bases sólidas para vivir un amor grande, fiel y abierto al don de la vida, que es riqueza y gracia para la sociedad y para la Iglesia”.
En todos estos casos, se trata de responder al proyecto que Dios tiene para cada uno. “A ejemplo de tantos discípulos de Cristo, acoged también vosotros, queridos amigos, con gozo la invitación al seguimiento, para vivir intensamente y con fruto en este mundo”, concluye el Papa. “¡Nunca es demasiado tarde para responderle!
viernes, 12 de marzo de 2010
Benedicto XVI: “Es necesario volver al confesionario”

Queridos amigos,
Me alegra encontrarme con vosotros y dirigiros a cada uno de vosotros mi bienvenida, con motivo del Curso anual sobre el Fuero Interno, organizado por la Penitenciaría Apostólica. Saludo cordialmente a monseñor Fortunato Baldelli, que, por primera vez, como Penitenciario Mayor, ha dirigido vuestras sesiones de estudio, y le doy las gracias por las palabras que me ha dirigido. Con él saludo a monseñor Gianfranco Girotti, Regente, al personal de la Penitenciaría y a todos vosotros que, con la participación en esta iniciativa, manifestáis la fuerte exigencia de profundizar una temática esencial para el ministerio y la vida de los presbíteros.
Vuestro Curso se sitúa, providencialmente, en el Año Sacerdotal, que he convocado para el 150º aniversario del nacimiento al Cielo de san Juan María Vianney, que ejerció de manera heroica y fecunda el ministerio de la Reconciliación. Como afirmé en la Carta de convocatoria: “Todos los sacerdotes hemos de considerar como dirigidas personalmente a nosotros aquellas palabras que él, [el Cura de Ars] ponía en boca de Jesús: “Encargaré a mis ministros que anuncien a los pecadores que estoy siempre dispuesto a recibirlos, que mi misericordia es infinita”.
Del Santo Cura de Ars, los sacerdotes podemos aprender no sólo una confianza inagotable en el Sacramento de la Penitencia, que nos anima a colocarlo en el centro de nuestras preocupaciones pastorales, sino también el método del “diálogo de salvación” que en él se debe desarrollar”. ¿Dónde se hunden las raíces de la heroicidad y la fecundidad, con las que San Juan María Vianney vivió su propio ministerio de confesor? Ante todo en una intensa dimensión penitencial personal. La conciencia del propio límite y la necesidad de recurrir a la Misericordia Divina para pedir perdón, para convertir el corazón y para ser sostenido en el camino de santidad, son fundamentales en la vida del sacerdote: sólo quien ha experimentado pri
mero la grandeza puede ser convincente anunciador y administrador de la Misericordia de Dios.

Todo sacerdote se convierte en ministro de la Penitencia por la configuración ontológica a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, que reconcilia a la humanidad con el Padre; sin embargo, la fidelidad al administrar el Sacramento de la Reconciliación es confiada a la responsabilidad del presbítero.
Vivimos en un contexto cultural marcado por la mentalidad hedonista y relativista, que tiende a suprimir a Dios del horizonte de la vida, no favorece la adquisición de un marco claro de valores de referencia y no ayuda a discernir el bien del mal ni a madurar un justo sentido de pecado.
Vivimos en un contexto cultural marcado por la mentalidad hedonista y relativista, que tiende a suprimir a Dios del horizonte de la vida, no favorece la adquisición de un marco claro de valores de referencia y no ayuda a discernir el bien del mal ni a madurar un justo sentido de pecado.
Esta situación hace todavía más urgente el servicio de administradores de la Misericordia Divina. No debemos olvidar, de hecho, que hay una especie de círculo vicioso entre el ofuscamiento de la experiencia de Dios y la pérdida de sentido de pecado. Sin embargo, si tenemos en cuenta el contexto cultural en el que vive san Juan María Vianney, vemos que, por varios aspectos, no era tan diferente al nuestro. También en su tiempo, de hecho, existía una mentalidad hostil a la fe, expresada en fuerzas que buscaban incluso impedir el ejercicio del ministerio.

Queridos hermanos, es necesario volver al confesonario, como lugar en el que celebrar el Sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en el que “habitar” más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia Divina, junto a la Presencia real en la Eucaristía. La “crisis” del Sacramento de la Penitencia, de la que a menudo se habla, interpela en primer lugar a los sacerdotes y a su gran responsabilidad de educar al Pueblo de Dios en las radicales exigencias del Evangelio. En particular, les pide dedicarse generosamente a la escucha de las confesiones sacramentales; guiar con coraje a la grey, para que no se conforme a la mentalidad de este mundo (cf. Rm 12,2), sino que sepa tomar decisiones también a contracorriente, evitando adaptaciones o compromisos. Por eso es importante que el sacerdote tenga una permanente tensión ascética, alimentada por la comunión con Dios, y se dedique a una constante actualización en el estudio de la teología moral y de las ciencias humanas.
San Juan María Vianney sabía entablar con los penitentes un verdadero y apropiado “diálogo de salvación” mostrando la belleza y la grandeza de la bondad del Señor y suscitando ese deseo de Dios y del Cielo, del que los santos son los primeros portadores. Él afirmaba: “El Buen Dios sabe Todo. Incluso antes de que os confesarais, ya sabía que pecaríais y sin embargo os perdona. ¡Es tan grande el Amor de nuestro Dios, que llega hasta olvidar voluntariamente el futuro, para perdonarnos!” (Monnin, A., Il Curato d’Ars. Vita di Gian-Battista-Maria Vianney, vol. I, Torino 1870, p. 130).
Es tarea del sacerdote favorecer esa experiencia de “diálogo de salvación”, que, naciendo de la certeza de ser amados por Dios, ayuda al hombre a reconocer el propio pecado y a introducirse, progresivamente, en esa estable dinámica de conversión del corazón, que lleva a la radical renuncia al mal y a una vida según Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1431).
Queridos sacerdotes, ¡qué extraordinario ministerio nos ha confiado el Señor! Como en la Celebración Eucarística Él se pone en manos del sacerdote para continuar estando presente en medio de su Pueblo, análogamente, en el Sacramento de la Reconciliación Él se confía al sacerdote para que los hombres hagan la experiencia del abrazo con el que el padre acoge a su hijo pródigo, devolviéndole la dignidad filial y volviéndolo a constituir plenamente en heredero (cf. Lc 15,11-32). La Virgen María y el Santo Cura de Ars nos ayuden a experimentar en nuestra vida la amplitud, la longitud, la altura y la profundidad del Amor de Dios (cf. Ef 3,18-19), para ser fieles y generosos administradores. Os doy las gracias a todos de corazón y de buen grado os imparto mi Bendición.
sábado, 27 de febrero de 2010
FOTOS DEL ENCUENTRO DE LAICOS
En estas fotografías se aprecian varios aspectos del Encuentro de Laicos. En la parte inicial una participación de una delegada.
En las gráficas siguientes, los Padre Oscar Múnera y Héctor Arbeláez durante una de sus intervenciones.
En la foto siguiente la Hermana Amparo Bustamante fotografiada en el momento que estaba entregando los materiales de la reunión.
FORMACION DE LAICOS PARA LA MISION CONTINENTAL
Convocado por la Zona Pastoral Episcopal de San Pedro, de la Arquidiócesis de Bogotá, se realizó el sábado 27 de febrero en las instalaciones del Seminario Menor, ubicado en el barrio Prado Veraniego de Bogotá, un Encuentro de aproximadamente 200 Laicos procedentes de las parroquias de esta Zona Pastoral.
La reunión que estuvo presidida por Monseñor José Roberto Ospina, Vicario Episcopal de la Zona, contó con la participación en la organización y ejecución del evento, de los Padres Héctor Arbeláez, Director del Seminario; el Padre Luis Miguel Gómez, Párroco de Nuestra Seño
La reunión que estuvo presidida por Monseñor José Roberto Ospina, Vicario Episcopal de la Zona, contó con la participación en la organización y ejecución del evento, de los Padres Héctor Arbeláez, Director del Seminario; el Padre Luis Miguel Gómez, Párroco de Nuestra Seño
ra del Carmelo; el Padre Oscar Múnera de la Diócesis de Medellín y de la Hermana Amparo Bustamante de la Comunidad Esclavas Misioneras del Santísimo Sacramento. Igualmente participaron en la logística del evento tres seminaristas, quienes apoyaron la inscripción y disposición de la información para la ocasión.
El propósito de la reunión fue proporcionar a los participantes una formación inicial para el desarrollo de la Misión Continental en Bogotá, atendiendo el llamado de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, reunida en Aparecida Brasil en el año 2007.
Inicialmente el Padre Oscar Múnera realizó una conferencia invitando a la Misión Continental y apoyándose pedagógicamente en la explicación de las “5 vocales de la Misión” así:
A – Hacer un acercamiento a los demás, que implica el saber hacer un contacto con cada familia o persona visitada. Saludar, obtener una respuesta y una escucha.
E - Motivarnos al encuentro personal y amoroso con Jesucristo vivo, para poder hacernos discípulos siguiéndolo. Luego ir a contar la experiencia a otros de ese encuentro.
I - Reforzar nuestra identidad de católicos, discípulos y misioneros, dando testimonio de una comunidad viva que se ama y se ayuda.
O – Abrirnos a los otros: Iglesia, pueblo de Dios, para compartir nuestra fe. El Espíritu Santo nos debe unir para compartir con ellos nuestra alegría y la razón de nuestras esperanzas.
U - Lograr unidad en torno a la pastoral misionera, en consonancia con el numeral 365 del documento conclusivo de Aparecida.
Se nos aclaró cómo la misión va dirigida a la Nueva Evangelización, para dejar un mensaje de vida cristiana a quienes no han acogido a Cristo, que son bautizados ero no practican su fe. Así mismo a los que no ha conocido el Evangelio conocida como Misión Ad-gentes. De igual manera realizar una pastoral para los laicos comprometidos, para alcanzar 4 efectos así:
1. Ser más cuidadosamente apostólicos para cercarnos a la gente con respeto, tomando en cuenta su cultura y su fe.
2. Anunciar la presencia de Cristo Vivo e invitar a un encuentro personal y cálido con Él.
3. Invitar a quienes se han marginado a recomenzar desde Cristo su vivencia eclesial.
4. Tomar conciencia y trabajar con dimensión universal, haciéndonos responsables de anunciar a Cristo y dar testimonio de nuestra fe en Él y de lo que Él viene haciendo en nuestras vidas.
El sujeto principal portador de la misión es cada Diócesis, empezando por la acción en Aparecida.
Posteriormente el Padre Múnera nos explicó el Tríptico que Su Santidad Benedicto XVI llevó y obsequió en Aparecida.
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