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martes, 26 de octubre de 2010

Reflexión comunitaria


El pasado sábado 23 de octubre, miembros de las Pequeñas Comunidades de nuestra Parroquia celebraron una Eucaristía, presidida por el Padre Enzo –de nacionalidad argentina y quien adelanta estudios en el ITEPAL actualmente- en la capilla del Colegio de las Hermanas de Nazaret.
Esta ocasión especial representó un espacio de reflexión sobre nuestro caminar en la vida comunitaria, que fue providencialmente favorecido por un trabajo de lectio divina, realizado en grupos dentro de la misma celebración (luego de la proclamación de la Palabra y antes de la homilía), en el que el discernimiento de la Palabra y su confrontación frente a nuestra vida fraterna nos dejó un llamado del Señor a la constancia y perseverancia en los compromisos que voluntariamente hemos asumido, como respuesta al llamado de Dios y de la Iglesia.


El Evangelio que suscitó esta interiorización es Hechos de los Apóstoles 2. 42-47.

Aunque la riqueza de la Palabra es muy amplia, porque a cada persona que la escucha le puede dar un mensaje diferente, fue particularmente resaltado en la reflexión comunitaria, y confirmado en la homilía, la meditación de los siguientes verbos del texto:

· “Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones”
· “Todos los creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno
· “Acudían diariamente al templo con perseverancia y con un mismo espíritu. Partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo”.
· “Por lo demás, el Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando”.


En el contenido de los verbos anteriores y las sentencias que los acompañan, los participantes en esta Eucaristía identificamos las etapas de aridez espiritual, por las que en algunos momentos pasamos. En su homilía el Padre Enzo nos invitó a superar los momentos de desaliento en la vida fraterna, tomando muy en cuenta en la práctica diaria las armas del cristiano católico: la oración, la formación, la comunión de espíritu, la perseverancia en las reuniones y en el servicio, la alabanza agradecida al Señor, el ágape fraterno, lo que produce como resultado el crecimiento no solo espiritual sino en número de los integrantes.

Se sugiere a cada una de las Pequeñas Comunidades, una nueva reflexión sobre este texto en la próxima reunión de cada una de ellas. Revisarnos frente a esta enseñanza divina es conveniente y obrar en consecuencia una ganancia.


Las fotografías que se incluyen, muestran varios aspectos de esta especial celebración. Finalmente se confirmó la realización de la Eucaristía del próximo 2 de noviembre, en la cual se espera una completa y piadosa asistencia de todos sus integrantes.

sábado, 13 de junio de 2009

EL TESORO MÁS GRANDE DE NUESTRA FE


Dice el Rev. Padre Robert DeGrandis, S.S.J.:

Uno nunca podrá tener el tiempo suficiente para meditar el pasaje de San Juan, capítulo 6, donde Jesús establece el fundamento de su Misterio de la Eucaristía. Concluyo con un momento extraordinario, que nos llevará aún más profundo en este regalo magnánimo:

“Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: ¿Cómo este hombre va a darnos a comer carne? Jesús les contestó: “En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el padre que vive me envió, y yo vivo por Él, así quien me come a mí., tendrá de mi la vida. Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron vuestros antepasados, los cuales murieron. El que coma este pan vivirá para siempre”.

Así habló Jesús en la Casa de Oración en Cafarnaún. (Jn. 6: 52-59).

Recordemos la Institución de la Eucaristía en el Evangelio según San Lucas 22. 19-20, (concordante con San Marcos 14. 22-25 y con San Mateo 26.26-28):
Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo:”Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros”.

Nuestro Salvador, la Última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre, para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su esposa amada la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo e amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura. (Sacrosanctum Concilium No.47) (CT No.1323).

Con relación al nombre de este Sacramento, se le llama Eucaristía, porque es acción de gracias a Dios. Las palabras “eucharistein” (Lucas 22,19; 1Co, 11-24) y “eulogein” (Mateo 26,26; (Marcos 14,22) recuerdan las bendiciones judías que proclaman –sobre todo durante la comida- las obras de Dios: la creación (el Padre), la redención (el Hijo) y la santificación (el Espíritu Santo).

También nos referimos a la Eucaristía como la fracción del pan, porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (Mt 1419; 15,36; Mc 8,6,19). En 1 Cor 11. 23-27 el Apóstol San Pablo nos da una descripción y reflexión muy precisa sobre el significado e importancia de la Eucaristía.
La Eucaristía es lo más grande que todo cuanto existe en esta tierra, porque nos da la bendición de Dios por toda la eternidad. La Eucaristía es la presencia de Dios vivo en las especies eucarísticas del pan y el vino, que comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan dichas especies. Cristo esta todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.
Para obtener más de la Santa Comunión, use los ojos de la fe, para que vea a través de ellos. Cuando usted recibe la Sagrada Comunión piense que no es el Sacerdote o el Ministro de la Eucaristía quien se la esta dando.. es el mismo Jesús quien se da. Esta es la realidad. Él se está dando en la Eucaristía y a través de sus ministros. Usted debe sencillamente implorar en su corazón la sanación que más desea de los males o preocupaciones que lo están afectando. Recordemos las palabras del mismo Jesús citadas en San Juan 10,10. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Es por ello que asistir a una celebración Eucarística y no recibir al Señor es verdaderamente lamentable.

Frente al Misterio de la Eucaristía podemos repetir el conocido canto de alabanza:

“Jesús yo creo en Ti
aún sin ver,
sin entender,
sin condición
y con el corazón..
Jesús yo creo en Ti”