Si se
levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la
tentación, mira a la estrella, llama a María.
Si te agitan
las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella,
llama a María.
Si la ira,
la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a
María.
Si turbado
con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia,
temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de
la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María.
En los
peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No
se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su
ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te
descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en
ella piensas.
Si ella te
tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te
fatigarás sí es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara
San
Bernardo
Hom. sobre
la Virgen Madre, 2
En todas
nuestras penas, sean del alma, sean del cuerpo, después de Dios, hemos de
concebir una gran confianza en la Virgen María.
Santo
Cura de Ars
Sermón sobre
la esperanza
María es el
tesoro de Dios y la tesorera de todas las misericordias que nos quiere
dispensar
San
Alfonso Mª Ligorio
Visitas al
Stmo. Sacramento, 25
Honra,
reverencia y respeta con especial amor a la sagrada y gloriosa Virgen María,
porque es Madre de nuestro Padre soberano y, por consiguiente, nuestra gran
Madre. Recurramos, pues, a ella, y como hijuelos suyos echémonos en su regazo
en todo tiempo y ocurrencia, con firmisima confianza; invoquemos a esta dulce
Madre, imploremos su amor maternal, procuremos imitar sus virtudes y tengamos
un afecto verdaderamente filial con esta Señora
San
Francisco de Sales
Introd. a la
vida devota, II, 16
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