Uno de los enemigos más
peligrosos que puede atacar nuestra relación con Dios es la rutina. Se puede
expresar en diferentes momentos y lugares. En la oración personal cuando
rezamos oraciones de manuales, sin ponerle el sentido y el corazón a cada
palabra que le expresamos al Señor. En la misa, cuando asistimos a ella por
costumbre, para estar presentes pero no participar. Cuando participamos de los
actos litúrgicos en la Eucaristía sin interesarnos por descubrir y vivir el
verdadero sentido de cada acción que allí realizamos. Por ejemplo,
arrodillarnos durante la elevación del Cuerpo de Jesús en el altar, por parte
del sacerdote, sin entender por qué lo hacemos o qué queremos expresar con
ello.
En las reuniones de la Pequeña
Comunidad, igualmente puede ocurrir algo de esto. En una buena mayoría de casos
esto sucede por no planear responsablemente el desarrollo de la reunión. Si
vamos a iniciar la reunión con cantos de alabanza, sería deseable que dichos
cantos hayan sido escogidos con anticipación y que factiblemente los conozcan
los miembros. Incluso puede ser conveniente tener algunos cancioneros impresos
a la mano para que todos participen en
la alabanza. A falta de esto, comúnmente
se improvisa mucho: cantos y oraciones tomadas al azar de manuales de oración,
que se entonan en ocasiones sin la alegría y entusiasmo que debe acompañar la
alabanza.
Siendo la alabanza el paso previo
a la oración, no es difícil imaginar los efectos desafortunados que produce
orar sin una previa disposición del cuerpo, de la mente y del espíritu para alabar
y orar al Señor.
Es importante tener claro lo que
significa adorar, alabar y orarle a Dios. Adorar a Dios en Espíritu es un acto
que es fruto del amor que le tenemos a Él. Adorar a Dios en Espíritu y en
Verdad es ser obedientes a su Palabra y el buscar establecer una relación con
el Padre, a través de su hijo Jesucristo quien es la Verdad. Adorar es
esforzarnos en agradar a Dios.
Aunque alabar no es cantar,
podemos servirnos de la música para alabar. La alabanza se expresa con palabras
(Efesios 5, 19-20).
Alabamos por las bendiciones que
Él nos da frecuentemente (Salmo 104 (103)).
La alabanza comunitaria no puede
hacerse en silencio. Implica ocupar nuestra boca y desde nuestro corazón
expresarle algo (Salmo 22,22) (Salmo
100,4). Expresar gratitud es algo que va acompañado de alegría. No se podría entender
que algunos alaben con expresiones de frialdad y desdén en el momento mismo de
la alabanza.
Otra situación muy diferente es
que haya personas que les sea difícil alabar alzando las manos, o aplaudiendo,
lo cual no es estrictamente necesario. Pero el cantar u orarle al Señor en voz
alta, en un ambiente comunitario, debe ser una expresión sincera, auténtica y
vivaz de agradecimiento y de adoración al Dueño de nuestras vidas.
Se debe buscar igualmente, que
exista un sano equilibrio entre las diferentes partes de la reunión. Es decir
entre alabanza, oración, lectura y discernimiento de la Palabra, edificación espiritual
y la catequesis o formación de los miembros de la comunidad en aspectos
doctrinarios y de fe a la luz de los Evangelios. Y este equilibrio no
necesariamente es en tiempo asignado a cada parte. Es en la calidad de la
disposición en Espíritu y en Verdad para cada momento de la reunión.
Es saludable buscar de manera
natural la participación de todos los miembros de la pequeña comunidad en todas
las partes de la reunión. En este punto el coordinador de la comunidad puede
ayudar mucho planteando preguntas a los miembros, que ellos se motiven a
responder.
¿Debo permanecer callado cuando
los demás miembros alaban comunitariamente?
¿Callarme, cuando todos los demás
oran?
¿Silenciarme cuando todos los
demás me comparten su discernimiento de la Palabra? Puedo expresar algo breve
pero sincero. Dios me ha hablado y espera mi respuesta.
Puede resultar beneficioso tomar
algunas notas de las ideas que más llaman mi atención al escuchar la
catequesis. Incluso hacer preguntas si algo no lo comprendo bien. La vida en pequeña
comunidad es un caminar juntos. Es
compartir con los demás miembros una misma esperanza y apoyarnos unos a otros
en los momentos de dificultad, que nos trae la vida y que no son escasos.
Cada componente de la reunión
cumple una finalidad y en consecuencia no debe suprimirse. Imaginémonos por un
momento, en una reunión de pequeña comunidad, suprimir la oración, o el
discernimiento de la Palabra, o la edificación espiritual, o la catequesis.
Sería una reunión incompleta y truncada. El conjunto de estas partes ha sido
claramente previsto por el sistema integral de nueva evangelización (SINE)
desde sus inicios, y claramente rinde sus frutos en nuestro crecimiento
espiritual. Todos estos procesos comunitarios son necesarios e importantes para
poder ir a anunciar la buena nueva a los demás, para ser una comunidad
evangelizada y evangelizadora.
1 comentario:
ESTA REFLEXION ES MUY CIERTA, PERO COMO PODER PERMANECER UNIDOS SI DESDE LA CABEZA PRINCIPAL QUE ES EL PASTOR QUE NOS ASIGNARON NO NOS AMA, SI ME HA LASTIMADO, SI HA HERIDO MI CORAZÓN, SI HA HERIDO EL CORAZÓN DE MUCHOS HERMANOS Y NOS HA RECHAZADO, SI EN VEZ DE CONSTRUIR COMUNIDAD ESTA CONSTRUYENDO UNAS PAREDES..SI HEMOS TRATADO DE ACERCARNOS Y SOMOS RECHAZADOS...YA EL DAÑO ESTA HECHO Y DIOS EN SU INFINITA MISERICORDIA Y AMOR NOS PERMITE LLEVAR SU MENSAJE DE AMOR QUIZAS A OTROS HERMANOS QUE LO NECESITAN...ABRIENDONOS NUEVOS CAMINOS DONDE NOS ACOGEN CON AMOR Y HUMILDAD..
DIOS PERMITA QUE EL PADRE ALEJANDRO VAYA MAS ALLÁ DE SU PREPOTENCIA Y REALMENTE HAGA LA OBRA DE DIOS EN ESTA COMUNIDAD QUE YA ESTABA FORMADA Y QUE EL HA VENIDO A DESHACER...
YA NO VEMOS EN LAS EUCARISTÍAS LOS HERMANOS, SE ESTÁN YENDO A BUSCAR EL AMOR DE DIOS EN OTRO LADO....
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