viernes, 5 de noviembre de 2010

De nuestros lectores


Don Manuel Quintero, Juez de Paz del barrio Britalia, nos escribió:
¿Y qué del ministerio social?
El fundamento bíblico del ministerio social se encuentra, precisamente, en: 1 Pedro 4:10-11
"Ya que cada uno ha recibido algún don espiritual, úsenlo para el bien de los demás; hagan fructificar las diferentes gracias que Dios repartió entre ustedes. Quien predica, hable como quien entrega palabras de Dios; si cumple algún ministerio, hágalo como quien recibe de Dios ese poder: que, en todas las cosas, Dios sea glorificado por Cristo Jesús. A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. ¡Amén!" (Nuevo Testamento. Puebla, pág. 592)
Este pasaje es una presentación de San Pedro en cuanto a qué es la iglesia. Primeramente está diciendo que el ministerio de la iglesia es dado por Dios cuando imparte sus diferentes gracias a sus miembros. Las gracias de Dios no son de un solo don, no son de una sola orientación, son unas diferentes gracias y lo que San Pedro dice es que hagamos fructificar las diferentes gracias que Dios ha puesto en nosotros por medio de los dones que ha impartido a la iglesia. Por lo tanto, cada uno de nosotros hemos recibido dones. Dios ha colocado en su iglesia personas con diferentes dones. Y esos dones sirven para expresar sus diferentes gracias y los cristianos debemos administrar esos dones. ¿Para qué? Para que haya edificación y para que haya ministerio a los demás.
San Pedro dice que hay dos formas básicas de ministerio en la iglesia.
Hay ministerio de la palabra y dice también que el que predica, el que habla, que hable como quien entrega palabras de Dios.
Las personas que escuchamos predicar (o que nos escuchan) no necesitan oír opiniones, ni conceptos humanos, ni filosofías que les impresionen, lo que quieren escuchar son palabras de Dios en cuanto a los eventos y las decisiones que tienen que tomar. Cuando la persona acude al sacerdote (o al pastor) para consejería, no pide que se le ayude a entender a Freud, ni alguna orientación sobre la teoría de Young; pide del ministro el consejo de la Palabra de Dios.
El ministerio de hablar en la iglesia debe basarse firmemente en el estudio de la Palabra de Dios y éste no se produce por ósmosis sino por estudio disciplinado, estudio asiduo, para disciplinar y saturar hasta tal punto la vida con la Palabra de Dios,... que ésta fluya como parte de la comunicación.
En la segunda parte, dice San Pedro: “si cumple algún ministerio", o el que sirve, (Traducción de la palabra en griego que es “diaconeo”, que en el Nuevo Testamento se traduce por lo general como “servicio”).
Hay dos ministerios grandes en la Iglesia del Señor Jesucristo que son expresiones de las diferentes gracias de Dios manifestadas en los dones que él ha dado a su Iglesia: el ministerio de la palabra y el ministerio de servicio.
Cuando el Nuevo Testamento define la palabra servicio se refiere a tratar de suplir las necesidades físicas de la gente. Uno de los problemas más grandes de la iglesia moderna es que ha puesto a un lado este segundo ministerio, lo ha olvidado.
Y si se piensa por un momento en la iglesia local, se verá que esto es lo que pasa. Dentro de la programación de la iglesia hay talleres que se dan para entrenar a los hermanos en cuanto a cómo ministrar, hay talleres en cuanto a cómo evangelizar y cómo predicar. Y aún hay talleres hasta para enseñar cómo aconsejar a otros. Todos estos son ministerios de la palabra.
Pero, ¿existen en la iglesia talleres en cuanto a cómo servir? ¿se escuchan sermones en cuanto al servicio cristiano? ¿se dan seminarios en cuanto al ministerio del servicio?
Si se piensa por un momento en todo esto se verá que en una forma muy pragmática hemos dejado a un lado el ministerio de servicio.
¿Por qué? Porque es un ministerio que no se ve, no se nota.
En el ministerio de la palabra, se está constantemente frente a la gente, predicando, enseñando, aconsejando, evangelizando y eso es notorio. Se ven los resultados.
El ministerio de servicio, en cambio, es un ministerio casi escondido. Y es que las personas que hacen ese ministerio, justamente porque lo hacen, no quieren que los demás se enteren de lo que están haciendo. Lo hacen por amor.


Manuel Quintero, Juez de Paz de Britalia -Suba
Comentario de la administración de este Blog:
En la Iglesia Católica todos los Ministerios tienen un contenido de servicio, cada uno en un campo específico. Pero quizá el lector se refiera a la labor que adelantan los miembros de nuestras Pastorales Social, de la Salud, de la Familia, en las cuales hay un servicio a las personas en situación de vulnerabilidad o necesidad. Allí se hace una labor de ayuda que ciertamente es muy grande y sobre la cual se guarda silencio. "Que tu mano izquierda no sepa lo que da la mano derecha".

jueves, 4 de noviembre de 2010

Hombres y mujeres nuevos!


El pasado sábado 30 de octubre se celebró en el templo de la Parroquia de San Cipriano, un acontecimiento especial y de gran significación para los tiempos que vivimos. En una Eucaristía presidida por el Padre Pompilio Moreno y con el servicio en el altar del P. Diácono Jaime Montealegre, siete parejas de adultos –padres de estudiantes del Colegio de las Hermanas de Nazaret- que vivían en unión libre, contrajeron el sagrado sacramento del matrimonio, en una expresión de restauración de ellos como parejas, y de una aceptación del Señorío de Jesús en sus hogares. Estos “hombres nuevos” son:

Helman Álvarez Rubio y Aura Liliana Durán Giraldo
John Fredy Prieto R. y Ma. Panqueva Ortiz
Juan Carlos Cano M. y Ligia Yolanda Avella
Orlando Enrique Trujillo y Ligia Macías
Rafael Augusto Forero G. y Nubia Marcela Pinilla
Victor Julio Solano M. y Janeth del Carmen Antacruz
Yesmar Hurtado Camacho y Diana Karina Rojas C.

Igualmente, renovaron promesas matrimoniales de 7 años, Jaime Alberto Munevar y Sandra Viviana Pérez.

En un ambiente general en el que la familia como institución es atacada desde muchos frentes, Dios Nuestro Señor ha obrado a través de la Madre Inmaculada Velasco, Directora del Colegio; de Jaime Montealegre, P. Diácono de San Cipriano y de Amparo Santa de Montealegre, esposa del Diácono; quienes atienden –ellos dos- el Ministerio de Familia de nuestra Parroquia.

Jaime y Amparo, con el apoyo y acompañamiento de la Madre Inmaculada, realizaron una labor de pastoral familiar, en la que iluminados por la Palabra y las reflexiones de fe, con la ayuda del Espíritu Santo, condujo a estas parejas a la decisión de someter su unión a la bendición de Dios y de la Iglesia. Se cumplió aquí lo que dice 2 de Cor 5,17 “Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo”.

Felicitaciones a los nuevos esposos y a quienes renovaron. Gloria a Dios en el trabajo de quienes hicieron este acompañamiento y pastoreo.

Se incluye un video de esta memorable ocasión.




La Palabra


La vida en comunidad es un eficaz medio de salvación, si lo hacemos conforme al llamamiento que el Señor nos ha hecho, manteniéndonos siempre unidos y en paz tal como lo ha obrado en nosotros el Espíritu Santo. Así lo leemos en Efesios 4, 4-7 “Hay un solo cuerpo y un solo espíritu, así como Dios los ha llamado a una sola esperanza. Hay un Señor, una fe, un bautismo; hay un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos. A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida de los dones de Cristo”.

Cuando hacemos uso de los dones y carismas recibidos de Dios, no lo hacemos para nuestra propia gloria como vivió en el hombre muerto en nosotros, que estamos dejando atrás. Lo hacemos para glorificar a Dios por medio de Jesucristo, cuyo cuerpo místico integramos todos.

La administración de la gracia recibida del Señor nos exige renovar el espíritu de nuestra mente, revestirnos del Hombre Nuevo creado según Dios, en la justicia y la santidad de la verdad. Esto implica que en nuestra comunidad, en el hogar, en el trabajo y en todo lugar, debemos disponer las gracias que hemos recibido para el bien de los demás, como Él dispuso: unos que fueran apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y maestros para la edificación del cuerpo de Cristo. La Palabra nos está hablando de una edificación en el amor. Así nos lo recuerda el Apóstol Pablo cuando nos dice “Sed pues imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma”
.
Por lo anterior, cuando compartimos en comunidad con nuestros hermanos en Cristo, tenemos ocasión de vivir en la verdad, trabajar en algo útil para socorrer al que está en necesidad, escuchar al otro, edificar con nuestras palabras, dejar atrás la ira, la cólera, el desaliento, la amargura. Nuevamente el Apóstol nos invita aquí a ser amables entre nosotros, compasivos, perdonándonos mutuamente como nos perdonó Dios en Jesús. Una vivencia de esta naturaleza y calibre debe ser igualmente vivida en todos los demás ambientes en que nos movemos. A esa vocación el Señor nos ha llamado. Que el mundo con todas sus contradicciones y conflictos nos lo haga difícil, hace más noble y grande la tarea de esforzarnos en vivir el Evangelio. El premio que nuestro Creador nos da es la salvación!

Nuestra Eucaristía mensual de Pequeñas Comunidades, es un momento propicio para celebrar la vivencia del Evangelio conforme a todo lo anterior. Es igualmente, un tiempo para configurarnos como uno solo con Cristo Jesús, recibiéndolo a Él en su Cuerpo y en su Sangre! ¿Cómo faltar a un encuentro como éste con quien nos da la vida?

La Eucaristía es el regalo de amor más grande de Dios a la humanidad! Jesús es el regalo y nosotros somos los beneficiarios. ¿Qué hay más importante que recibirlo a Él?

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Bodas de Plata Sacerdotales


Dios continúe bendiciendo el trabajo pastoral del Padre Carlos Rodríguez, quien dejo positiva huella en la Parroquia de San Cipriano, durante su servicio como Vicario Parroquial.