La misa no es conmemoración sino celebración
de la Eucaristía. Hacemos la re-presentación de la vida, pasión y muerte de
nuestro Señor Jesucristo. En la Iglesia todos somos celebrantes!
El sacerdote no celebra la misa para el pueblo
sino con el pueblo. Cuando estamos en la Misa estamos tratando de exteriorizar
nuestra fe y al tratar de exteriorizarla la hacemos más fuerte, nos hacemos más
conscientes y contagiamos a otras personas en nuestra propia fe.
Cuando nos sentamos durante la Misa, no lo
hacemos por mera comodidad.
Cuando nos sentamos expresamos la actitud
interior del discípulo, del estudiante de la Palabra de Dios, del alumno del
Gran Maestro para escuchar, reflexionar y meditar sus palabras.
Cuando nos paramos y permaneceos de pié,
manifestamos que estamos listos para acoger el Mensaje de Dios, para
practicarlo y agradecerles.
Cuando nos arrodillamos queremos manifestar la
adoración más autentica al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Es como decirle:
Tu eres el ser supremo y yo soy tu creatura; todo lo que soy y todo lo que
tengo. Tu me lo has dado, depende de ti totalmente.
Cuando nos santiguamos hacemos un acto de fe
en lo interior y exterior, en lo más sublime y misterioso de nuestra religión.
Con este gesto afirmamos que las 3 personas divinas son un solo Dios verdadero.
Cuando alzamos los ojos para contemplar el pan
y el vino consagrados, en el momento de la elevación, encontramos la mirada de
Jesús.
Asistimos a la misa para celebrar nuestra fe
luego de que la hemos vivido durante la semana, en la relación diaria con los
demás. En el templo se celebra la fe… fuera del templo se vive la fe.
Participar en la celebración Eucarísitca es
ser coherente con relación a lo que afirmamos creer. Basta repasar la oración
del Credo y meditar cada afirmación.
Cuando
afirmamos ser cristianos católicos pero no participamos de la celebración
Eucarística, realmente estamos siendo incoherentes con nuestra fe, por cuanto
ella se celebra en el templo, por sacerdotes de la Iglesia que estableció
Cristo y recibimos el alimento de la Palabra de Dios y de su Cuerpo y Sangre en
las especies Eucarísticas. No creer en
la Eucaristía como presencia real de Jesús o no aceptar a la Iglesia Católica
en sus ministros y obispos, es igualmente un problema de fe, de conocimiento y
de formación en la Palabra de Dios, para poder aceptar y dar razón de nuestra
fe como católicos.