miércoles, 30 de diciembre de 2009

Una homilía para reflexionar


Nota de la Redacción del Blog: El pasado 27 de diciembre de 2009, el Diácono Jaime Montealegre, hizo la homilía sobre la Sagrada Familia de Jesús, Maria y José, que publicamos la primera parte a continuación. Un tema para reflexionar muchas veces!

Queridos hermanos, querido Padre Frey:

Jesús como hijo, delante de su familia fue respetuoso, pero también fue libre para hacer solo la voluntad de su Padre, de su Abbá del cielo. Y sus padres ante el misterio de la nueva generación, procuran ayudarlo en su formación y educación. Pero cuando no entienden los hechos, procuran comprender guardando todo en el corazón.

¿Será queridos hermanos, que nosotros como padres a imagen de la familia de Nazareth entendemos a nuestros hijos y los proyectamos en la vida? O cuando alcanzan su madurez y tienen criterios propios, nos volteamos contra ellos… o simplemente los ignoramos?

Recordemos que también la comunidad cristiana bebe y se alimenta del modelo de familia y lucha por implementar la fraternidad y el reconocimiento de sus miembros como hermanos hermanas. Porque la fraternidad es el estilo de la Comunidad de Jesús.

¿Será queridos hermanos que nosotros como miembros de la comunidad eclesial, somos sacramento de la familia de Nazareth? O simplemente somos portadores de desunión, de egoísmos, portadores de angustias y desesperanzas. Esto, queridos hermanos, es lo que se vive en muchas comunidades eclesiales.

Hermanos, hoy es el domingo de la Sagrada Familia de Nazareth. El Niño Jesús, María y José constituyen la primera familia cristiana que ofrece hoy estímulos concretos de vida a nuestros hogares. Por eso en la primera lectura del libro del Eclesiástico, Dios quiere que los hijos honren a sus Padres. Esta lectura presenta los consejos de un hombre, llamado Ben Sirac, en año 200 A.C. a us hijos. Pues él sabía que el respeto y la veneración de los hijos son agradables a los ojos de Dios y no quedarán sin recompensa y tales hijos serán venerados a la vez por su propia descendencia.

{El sabía que el respeto y la veneración de los hijos hacia sus padres son agradables a los ojos de Dios. Hermanos es que la razón fundamental por la cual los hijos deben honrar a sus padres, está en relación con el orden social decretado por Dios… pues favorece no solo la vida famliar, sino sobre todo el bien de la comunidad y de la sociedad en general. Es por esto que esa actitud “arranca bendiciones de Dios”, expía los pecados y alarga la vida feliz. Despreciar al padre o a la madre, configura una blasfemia contra Dios.

Esto nos lo ratifica el salmo: “Dios acompaña la vida de quien obra bien: el justo será dichoso y para ello Dios lo acompaña también en el futuro.
(Continúa en la próxima entrada de este blog.)

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