domingo, 19 de julio de 2009

¿Dirige usted una Comunidad?

En la Palabra del día de hoy, según el Ordo de la Iglesia Católica, nos encontramos con un mensaje divino a través del Profeta Jeremías, en el capítulo 23, versículos 1 al 4, que describe la responsabilidad que tienen las personas que dirigen una comunidad. Ellos responderán ante Dios por la dispersión y la desorientación que hayan causado en las personas con su ejemplo.

Recordemos dicha Palabra:

¡Ay de los pastores que dejan que se pierdan y dispersen las ovejas de mi rebaño! –son palabras del Señor-. Por eso así dice el Dios de Israel a los pastores que gobiernan a su pueblo:”Ustedes dispersaron mis ovejas, las ahuyentaron, no tuvieron cuenta de ellas. Pues yo les voy a pedir cuentas de sus malas acciones –son Palabras del Señor- . Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países a donde las expulsé, y las volveré a traer a sus pastos, para que sean fecundas y se multipliquen.
Les pondré pastores que las cuiden, para que no temas ni se espanten, ni se pierda una sola. Yo el Señor lo afirmo.

La pregunta que encabeza esta nota invita a mirar una respuesta en diferentes ámbitos. Iniciemos por el núcleo básico: la familia. ¿Es usted padre o madre de familia? Si fuere así, allí tiene una comunidad que Dios le ha regalado. ¿Es usted el hermano mayor o el responsable de algunos familiares que no tienen a sus padres cerca, o que estos ya no viven? Ahí hay otra comunidad en sus manos. ¿Es usted en su ocupación el jefe o supervisor directo del trabajo de otros? Es igualmente una comunidad a su cargo. ¿Es usted empresario y tiene empleados a su cargo? No lo dude, allí hay otra comunidad a su cargo.

¿Participa usted como laico comprometido con la Iglesia en alguno de los grupos pastorales o en una Pequeña Comunidad de su Parroquia? No importa que usted sea o no el responsable o coordinador de su comunidad. Allí hay claramente una comunidad que usted debe ayudar a “pastorear” con su propio testimonio de vida, con su trabajo eficaz, con su amor, con su solidaridad y en clara edificación espiritual con los demás. Ahora bien, si usted es Coordinador o Responsable de un grupo de ellos… con mayor razón! En el mundo de hoy con relaciones tan interdependientes unos de otros, es posible que cada uno de nosotros pertenezcamos a más de 3 o 4 comunidades diferentes. En todas ellas –sin importar la naturaleza de sus actividades- nos debe animar los mismos principios y valores del Evangelio. Nuestra fe hay que vivirla, testimoniarla en todos los ámbitos de nuestra vida.

Veamos más de cerca la situación de quien es responsable de una comunidad, llámese un grupo de oración, el coro que canta en el templo, una cualquiera de las pastorales (social, salud, familia, acogida, catequesis, vocacional, juvenil, etc), un Ministerio o una Pequeña Comunidad.

El responsable deberá preocuparse por:
· Mantener el grupo o comunidad completo y cohesionado en torno al llamado que le ha hecho el Señor. El rebaño más que suyo es del Señor.
· Formar espiritual y directamente o a través de otras personas que lo puedan hacer bien, a todos los miembros de su comunidad, en comunión con Dios y la Iglesia.
· Promover el conocimiento de la Palabra, la práctica de las virtudes teologales y la vivencia de una espiritualidad más social que individual, sin que esta última no sea importante.
· Promover la participación de todos los miembros en cada una de las reuniones y actividades que se realizan. Sólo se desarrolla sentido de pertenencia a una comunidad cuando cada uno de sus miembros siente que puede participar, ser escuchado y valorado en sus conceptos, ayudado en sus dificultades y comprendido en todas las instancias. No resulta edificante un Coordinador o Responsable de una Comunidad que sólo busca hablar y que lo escuchen. Su mejor habilidad debe ser escuchar a otros y acompañarlos en su experiencia de Dios. Así todos se edifican mutuamente.
· Practicar el perdón. Hacer corrección fraterna a los miembros de la comunidad que asumen comportamientos equivocados frente a Dios, a la Iglesia y a sus hermanos. Para ello el Evangelista San Mateo en el capítulo 18, versículos 15 al 17 le indica el procedimiento correcto para hacerlo.
· Comprender que no todos los miembros de una comunidad tienen los mismos carismas y cualidades, y que en consecuencia el “caminar” de cada uno de ellos, lleva su propio ritmo y requiere de un acompañamiento particular para ayudarlo en lo que sea necesario.
· No señalar o estigmatizar al que cae en pecado, por grave que sea su caída. Mateo 18, 10 al 14 nos orienta como proceder en tal circunstancia.
· Promover el discernimiento de la voluntad de Dios en los miembros de la comunidad y el seguimiento de esa voluntad en la vida real.
· Practicar lo que nos dice Lumen Gentium 35: “Los laicos quedan constituidos poderosos pregoneros de la fe. Tal evangelización, es decir anuncio de Cristo pregonado por el testimonio de vida y por la Palabra en las condiciones comunes del mundo”.
· Hacernos discípulos y misioneros del Señor. La Misión Continental ya ha sido convocada!

Es esta la responsabilidad frente al mundo que Dios nos ha confiado.

Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo nos ilumine y fortalezca para conservar y aumentar el redil que el Señor ha puesto en nuestras manos!

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