jueves, 22 de diciembre de 2016

Todos somos responsables de todos!

Al concluir el presente año, varios sentimientos se entrecruzan en nuestra mente y tocan nuestro corazón. El primero de ellos, la gratitud, con el Señor Dueño de la Vida, quien nos ha permitido vivir todo ese conjunto de experiencias del 2016. En cada persona tendrá contenidos y vivencias diferentes, pero aun así, al final de cuentas, es Dios quien en su Santa Voluntad ha dispuesto que hayamos podido transitar este trecho del camino. Sabemos por fe, que el Señor siempre ha estado ahí a nuestro lado, como silencioso compañero de camino, dispuesto siempre a tendernos la mano para que nos apoyemos en Él. Mientras muchos aceptan seguirlo y aprender a imitarlo en algunos momentos, descubriendo así un nuevo sentido para sus vidas, otros con diferentes creencias o ausencias de ellas,  tratan de vivir a su manera un rechazo a todo lo que reconozca la bendita realidad de Dios en la vida de todos los seres humanos. 

Es una grave actitud la que ponen en ejecución.   Vivimos tiempos difíciles. El ejercicio de la fe confronta el mundo y nos ubica en contravía con las creencias relativistas que están de moda. Así las cosas, es igualmente momento de agradecer la iluminación de nuestros pensamiento y palabras, cuando tenemos que dar razón de nuestra fe y nuestras esperanzas!

Nada más angustioso para aquellos padres de familia que no guían en la fe a sus hijos y –lo que es más grave- carecen de formación para hacerlo. Usualmente los dejan en absoluto abandono para que “cada uno de ellos descubra o piense como quiera” alrededor de su sistema de creencias. Eso es lo mismo que el padre de familia que no provee educación a sus hijos para afrontar las múltiples realidades de la vida, porque “cada cual debe aprender bajo sus propias experiencias” y en consecuencia alardean de un falso sentido de respeto por las libertades que se les deben suministrar.

El caso de Yuliana Samboní, la niña que fue secuestrada, violada, torturada  y asesinada por el arquitecto Rafael Uribe Noguera, que ha sacudido la opinión pública recientemente, nos muestra un ejemplo de cómo esa educación en la libertad sin guía adecuada de sus padres y educadores más cercanos, hizo de este hombre un individuo sin principios ni valores para la convivencia en sociedad. Si bien se informa que estudió en el Colegio Gimnasio Moderno y en la Universidad Javeriana, establecimientos educativos de prestigio en el ámbito educativo, es claro que su comportamiento no fue modelado adecuadamente por quienes influyeron en su educación.  Su mismo hermano –según informaciones de prensa- abogado prestante miembro de la firma más prestigiosa en ese campo, acudió en su defensa para tratar de librarlo en lo posible del peso de la ley, ante los hechos que se le señalan según investigaciones. Según información de la Fiscalía, el arquitecto Uribe, reconoció ante el ente acusador la comisión de sus delitos.

En evidente la necesidad de que los padres brinden el cuidado, la orientación y la corrección necesaria a sus hijos, durante su proceso educativo en familia, fijando límites en los comportamientos y especialmente educando en principios y valores, que como los cristianos, enseñan el respeto por los demás y la aplicación de criterios de fe, esperanza y caridad. Tener y alimentar la conciencia moral y espiritual de aquellos que conviven con nosotros, para que conozcan y aprendan a amar y respetar a Dios, es una garantía de un buen desarrollo comportamental y moral en sociedad.

Hoy, más que nunca antes, se necesitan padres que realmente eduquen con su ejemplo personal a sus hijos, educadores que edifiquen a sus alumnos con base en la formación inicial de sus padres. Igualmente se requieren sacerdotes que pastoreen a su grey y que formen, anuncien y denuncien cuando se transgreden normas de comportamiento humano y las enseñadas por Dios, que conocemos a través del estudio de las sagradas escrituras. Al final, todos somos responsable de todos. No hacerlo así es asumir comportamientos débiles y cómplices de quienes hacen daño a los demás.