miércoles, 20 de julio de 2016

La casa como hogar y como Iglesia

Hoy es normal hablar de crisis de la familia. Las campañas para reestablecer los valores familiares no consiguen mucho, y las estadísticas presentan resultados alarmantes al respecto. También se constata en muchos casos, aunque no en todos, que la parroquia esta en crisis y que la Iglesia como institución eclesiástica hace grandes esfuerzos a través de sus magisterio para guiar una nueva pastoral en las iglesias domésticas. Una prueba de ello es la exhortación apostólica "Evangelli Gaudium" en la que el Papa Francisco, entre otros múltiples llamados, expresa que "tenemos que reconocer que el llamado a la revisión y a la renovación de las parroquias todavía no ha dado suficientes frutos, en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión".
En muchos lugares unas nueva forma de ser Iglesia ha despertado la participación de un buen número de personas y ha llamado la atención del mundo entero  sobre su forma de vivir el Reino de Dios, a través de las comunidades eclesiales. El Nuevo Testamento y los escritos paulinos ofrecen abundante fundamento para una eclesiología  de base, principalmente para las iglesias domésticas, o iglesias de la casa o casa iglesia.

 Reunión de la Pequeña Comunidad Filadelfia
Capilla de la Comunidad Paulina

Durante los años del anuncio del Reino, Jesús vivió como misionero ambulante, viajando de aldea en aldea. Lo acompañaban hombres y mujeres. Las casas tuvieron un papel esencial en dicha itinerancia.
Jesús creció en una casa y, cuando empezó a predicar el Reino, se hospedaba en casas de amigos. El nuevo concepto del Reino también se expresa como una familia, la familia de Dios (Marcos 10, 29-30). En fin, se esfuerza por rehacer la casa, el clan familiar. Por eso nos revela el rostro de Dios, no como un rey sino como un padre.
Dirá en el cuarto evangelio: "en la casa de mi Padre hay muchas moradas" (Juan 14,2).
En el evangelio de Marcos, Jesús evangeliza a partir de una casa, seguramente aludiendo a las costumbres de los primeros misioneros ambulantes. En Cafarnaún, al saber que estaba en casa, la muchedumbre acude a Él (Marcos 2, 1-2 y 3,20). Cuando esta en una casa llega su familia natural a buscarlo (Marcos 3, 21. 31-34). La casa es también uno de los lugares de formación de los discípulos (Marcos 7,17 y 9,28).
Un dato muy significativo es el hecho de que Jesús celebró la última cena en una casa, "una sala grande, alfombrada y dispuesta" (Marcos 14,15). En Marcos, la casa es también el lugar de aparición, de la misión y de la ascensión (Marcos 16, 14-20).
En la obra de Lucas, se habla de casas y del templo. No se oponen, "porque el templo es la casa de mi Padre" (Lucas 2,49) El templo es transitorio, porque la comunidad se hace presente en las casas.
El anuncio a María (Lucas 1, 26-38) se da en una casa, mientras el de Zacarías, el hombre sacerdote en el templo, representa la antigua economía. María, la mujer en casa, representa la nueva economia de salvación.
La recuperación de la vida de Zaqueo comienza por una invitación de Jesús: "Hoy tengo que alojarme en tu casa" (Lucas 19,5), y se completa con la contestación: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (v. 9).
El nuevo Pentecostés sucede en una casa, cuando "vino del cielo un ruido, semejante a un viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban" (Hechos 2,2).
Los actos comunitarios se celebraban en el mismo espacio, pues "los cristianos partían el pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y sencillez de corazón" (Hechos 2,46).
La predicación de los apóstoles se hacía en las casas. "Y día tras día, tanto en el templo como en las casas, no cesaban de enseñar  y anunciar que Jesús es el Mesías" (Hechos 5, 42). Pablo, cuando todavía perseguía a los cristianos, sabía muy bien que las iglesias estaban en las casas, como nos lo testimonia el libro de los Hechos: "Saulo, por su parte, se ensañaba contra la Iglesia, entraban en las casas, apresaban a hombres y mujeres, y los metían en las cárceles" (Hechos 8,3).
En el evangelio de Lucas, la presencia de Jesús, en casa de Marta y María anticipa la futura Iglesia doméstica (Lucas 10,38).
El matrimonio Prisca y Aquila, muy conocido también en los Hechos de los Apóstoles, tuvo una participación fundamental en las misiones. Su casa sirvió para fundar iglesias en Corinto, Éfeso y Roma. Por ese motivo Pablo escribe en Romanos 16, 3-5 "Saludad a Prisca y Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, quienes por salvar mi vida se jugaron la suya. Y no solo tengo que agradecérselo yo, sino todas las iglesias de procedencia pagana. Saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa". Otros textos testimoniales sobre este tema son 1 Cor 16,19 y Flm 2.
Un texto significativo es el de Col 4,15: "Saludad a los hermanos de Laodicea, a Ninfa y a la iglesia que se reúne en su casa". Además de ser otro ejemplo de Iglesia doméstica, hay una mujer dirigiendo una de esas comunidades. Nada impide que en aquella época las mujeres lideraran iglesias, como era el caso de Lidia, Prisca, Febe, Junia y otras. Vemos así la importancia que tuvieron las iglesias domésticas en el cristianimo primitivo. Pero ese concepto se ha ido diluyendo ante el surgimiento de la gran Iglesia. Hoy, con las pequeñas comunidades eclesiales, se está recuperando una práctica tan antigua como el propio cristianismo.
Aunque hoy no existe la gran familia patriarcal, el nuevo modelo basado en las redes de amigos, favorece una aproximación al concepto bíblico de la casa. Las personas de hoy, al igual que las de antes, carecen de afecto de otras personas y solo las relaciones humanas próximas y cercanas pueden satisfacer esa necesidad, máxime si hace en un entorno de espiritualidad. La fidelidad a la intención de los Apóstoles y del propio Jesús nos invita a recuperar el concepto de la casa como hogar y de experiencia comunitaria de Iglesia.
Quizá lo que explica en parte, el desmoronamiento de la familia y su alejamiento de Dios, en algunos casos, radica en que es común dentro de las casas familiares, el que no se celebra la vida comunitaria de fe y así, los hijos no encuentran ese referente de vida en el espíritu de sus padres y moradores. 
El templo de la parroquia es igualmente la casa de Dios. Es el lugar donde se administran y reciben los sacramentos, entre ellos muy especialmente la Eucaristía y la catequesis pre-sacramental. Pero, mientras la acción pastoral de la Iglesia no se extienda a los hogares, a las casas y a los sitios donde la gente trabaja, estudia y realiza sus ocupaciones, el llamado de la Evangelli Gaudium" continuará resonando en la conciencia de todos los cristianos, para conformar una Iglesia unida verdaderamente en torno a la misión. El numeral 171 de la Evangelli Gaudium nos refuerza la convicción de un trabajo conjunto de ministros ordenados y laicos en este propósito.

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