lunes, 23 de marzo de 2015

¿Cómo estoy frente a la búsqueda de las Virtudes Teologales y las Virtudes Cardinales?


Generalmente al hacer una preparación para hacer una buena confesión de nuestros pecados, nos revisamos interiormente frente al cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios (véase recuadro No.1). Son una buena y adecuada fuente de  autoexamen. Pero en la búsqueda de una madurez espiritual, los cristianos católicos debemos igualmente revisarnos frente a la búsqueda de la Virtudes Teologales y las Virtudes Cardinales.



Presentamos a continuación, las preguntas-guía que debemos hacernos para hacer dicha revisión:

Sobre las Virtudes Teologales:

FE
¿He dudado de Dios, de Cristo, o de lo que enseña la Iglesia Católica?
¿Me he preocupado por resolver las dudas y acrecentar la formación?
¿He puesto en peligro mi fe, leyendo libros o revistas que claramente me alejan de Dos y de nuestra Iglesia?
¿He velado por la formación y vida de fe, de los que me están encomendados? (en la familia, en la comunidad)
¿Intento que todos mis problemas se resuelvan a la luz de la fe?
¿Me he rebelado contra Dios en las dificultades?

ESPERANZA
¿Oriento todas las acciones de mi vida hacia la vida eterna?
¿Tengo excesivo apego a esta vida?
¿Tengo poca confianza en la Providencia Divina?
¿Me he desesperado de la salvación o he dudado del auxilio divino?
¿He abusado de la confianza en Dios, no poniendo los medios de las buenas obras, la oración y los sacramentos?

CARIDAD
¿He sentido odio o rebeldía consentida contra Dios?
¿He tenido odio o rencor a alguien?
¿He dejado de ayudar material o espiritualmente a quien lo necesitaba?
¿He sembrado discordia entre las personas?
¿He discutido o altercado con propósito o espíritu de contradicción?
¿He promovido peleas o disensiones en la sociedad o en la Iglesia?
¿He dado escándalo?
¿He intentado ordenar la vida según la Voluntad de Dios, con todo el corazón y con todas las fuerzas?

Sobre las virtudes Cardinales:

PRUDENCIA
¿He obrado con precipitación y poco juicio produciendo daño a otros?
¿He demorado conscientemente decisiones importantes de mi vida?
¿No he pedido consejo a quien corresponde en decisiones importantes?
¿Obro con doblez, astucia o engaño?
¿Soy consciente de los obstáculos que hay en mi vida para alcanzar la santidad?
¿He gastado con imprudencia?

JUSTICIA
¿He hecho discriminación de personas en la familia, los amigos, el trabajo o en otros ambientes?
¿Le he hecho perder el buen nombre o el honor a otras personas?
¿He faltado a la normal obediencia debida a los superiores?
¿He sido agradecido?
¿He castigado con exceso o defecto?
¿He sido poco generoso con mis bienes o mis cualidades?

FORTALEZA
¿He sido cobarde o pusilánime frente a situaciones que exigían de mí una actitud concreta?
¿He sido impaciente con los demás o en la adversidad?
¿He ayudado a otros a ganar fortaleza en medio de la adversidad?

TEMPLANZA
¿He comido o bebido en exceso?
¿Me he preocupado inmoderadamente por la moda?
¿He consentido en deseos, palabras u obras impuras?
¿Me he dejado llevar por la ira o la crueldad?
¿Me dejo llevar por la soberbia?
¿Por curiosidad, he investigado vidas o secretos ajenos?.

La Palabra de Dios para hoy martes 24 de marzo de 2015


Reflexión:

En esta Palabra, el Señor nos vuelve a hacer un llamado a la conversión, al arrepentimiento de nuestros pecados y a la reconciliación con Él mediante la confesión. Dios no comulga con el pecado pero si con el perdón, porque Él es amor y misericordia con todos los que acuden a Él. EN este Evangelio el Señor nos recuerda con insistencia que los que no renuncien a su pecado, por más que busquen a Dios, no podrán estar con Él. Pedir perdón no es un acto sólo para los perversos, sino también para los humildes y sencillos de corazón.

Si nuestro propio autoconcepto es que carecemos de humildad y sencillez de corazón, debemos convencernos que esforzándonos por cultivar estas dos virtudes, seremos poco a poco y cada vez más, gratos a los ojos del Señor. Debemos alimentar nuestro corazón y nuestro entendimiento de todo lo que nos disponga en mejor forma y actitud frente a Jesús. La fe es una Gracia divina que debemos implorar al Creador, abriéndonos a la acción del Espíritu Santo en nosotros.


Para lograr esta apertura a la Gracia de la fe, es necesario practicar la oración diariamente, como ocasión de comunicación con Dios, para alabarlo, bendecirlo y poner en divinas manos nuestras debilidades, nuestros errores y suplicar su perdón a través  del Sacramento de la Reconciliación. No dejes para después este paso. Hoy tienes vida y tiempo. Mañana nadie lo sabe qué sigue, qué viene. Que esta Semana Santa sea un espacio de acercamiento al Señor y de meditación del Amor de Dios por cada uno de nosotros, expresado a través de la donación de su Hijo Jesucristo, para nuestra redención del pecado.