martes, 21 de abril de 2015

Valores en la Familia





El Sacerdote Ángel Espinosa de los Monteros, expone en esta amena conferencia una reflexión sobre cómo se viven hoy los valores en la familia y cuáles son peligros que existen hoy en temas tales como el relativismo, el idealismo, el materialismo, el hedonismo, etc.



Un vídeo para que lo vean todos los miembros de la familia, sin importar su edad.

domingo, 19 de abril de 2015

Aumenta el número de católicos en el mundo





Contra la creencia general, el número de sacerdotes en el mundo ha crecido en un 2.2%. Paradójicamente hay mayor concentración de sacerdotes en Europa con relación al volumen de la población allí existente.


jueves, 16 de abril de 2015

LA FE CATÓLICA SOBRE MATRIMONIO Y EUCARISTÍA


Cardenal. Brandmüller: «Quienes quieren cambiar la enseñanza de la Iglesia son herejes incluso si llevan la púrpura romana»
El cardenal Walter Brandmüller ha sido una de las principales voces críticas de propuestas surgidas en el Sínodo extraordinario sobre la Familia del año pasado que amenazan con subvertir la doctrina católica sobre los sacramentos y la moral. Fue uno de los cinco cardenales que escribieron el libro «Permaneciendo en la verdad de Cristo: Matrimonio y comunión en la Iglesia Católica», centrado en rebatir la propuesta del cardenal Walter Kasper de abrir la comunión a quienes viven en adulterio.

16/04/15 8:35 AM  (LSN/InfoCatólica) El Dr. Maike Hickson, colaborador de LifeSiteNews ha entrevistado al cardenal Brandmüller:

¿Podría presentar una vez más a nuestros lectores claramente la enseñanza de la Iglesia Católica, lo que se ha enseñado constantemente a lo largo de los siglos sobre el matrimonio y su indisolubilidad?
La respuesta se puede encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica números 1638 a 1642.
¿Puede la Iglesia admitir a la Sagrada Comunión a parejas vueltas a casar, a pesar de que su segundo matrimonio no es válido?
Sería posible hacerlo si las parejas interesadas tomaran la decisión de vivir en adelante como hermano y hermana. Esta solución vale la pena considerarla especialmente cuando el cuidado de los hijos no les permite separarse. La decisión de tomar este camino sería una expresión convincente del arrepentimiento por la situación anterior y prolongada de adulterio.
¿Puede la Iglesia tratar el tema del matrimonio de una manera pastoral que se aparte de la enseñanza constante de la Iglesia? ¿Puede la Iglesia cambiar su propia enseñanza, sin caer ella misma en herejía?
Es evidente que la práctica pastoral de la Iglesia no puede permanecer en oposición a la doctrina vinculante ni simplemente ignorarla. Con una comparación: Un arquitecto quizás pueda construir un puente más hermoso que los anteriores, pero si no presta atención a las normas de la ingeniería estructural, corre el riesgo de que su construcción se derrumbe. De igual modo, cada práctica pastoral tiene que seguir la Palabra de Dios si no quiere fracasar. Es impensable un cambio de la doctrina, del dogma. Quien, pese a todo, lo hace, conscientemente, o lo exige insistentemente, es un hereje, incluso si lleva la púrpura romana.
¿No es también toda la discusión sobre la admisión a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar una expresión del hecho de que muchos católicos no creen en la presencia real sino que más bien creen que lo que reciben en la Comunión no es más que un pedazo de pan?
De hecho, existe una contradicción interna indisoluble en alguien que quiere recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo y unirse con Él, y al mismo tiempo ignora conscientemente sus mandamientos. ¿En qué consiste? San Pablo dice sobre este asunto: «el que lo come y bebe indignamente, se come y bebe su propia condenación». Pero ¡tiene Vd. razón! No todos los católicos creen en la presencia real de Cristo en la hostia consagrada. Uno puede ver este hecho ya en la forma en que muchos –incluso sacerdotes– pasan ante el Sagrario sin hacer la genuflexión.
¿Por qué existe en la actualidad un ataque tan fuerte de este tipo sobre la indisolubilidad del matrimonio dentro de la Iglesia? Una posible respuesta podría ser que el espíritu de relativismo ha entrado en la Iglesia, pero debe haber más razones. ¿Podría enumerar algunas? ¿Y no son todas estas razones una señal de crisis de la fe dentro de la Iglesia misma?
Por supuesto, si ciertas normas morales que han sido válidas en general, siempre y en todas partes, dejan de ser aceptadas, entonces todo el mundo se hace su propia ley moral. Esto tiene como consecuencia que se hace lo que a cada uno le plazca. Se puede añadir el enfoque individualista de la vida, que la considera unicamente como una oportunidad para la auto-realización, y no como una misión del Creador. Es evidente que este tipo de actitudes son la expresión de una pérdida muy arraigada de la fe.
En este contexto, se puede afirmar que se ha enseñado poco en las últimas décadas la doctrina sobre la naturaleza humana caída. La impresión dominante era que el hombre, en general, es bueno. En mi opinión, esto ha llevado a una actitud laxa hacia el pecado. Ahora que vemos el resultado de una actitud tan laxa –una explosión de conductas inhumanas en todas las áreas posibles de la vida humana– ¿no es razón para que la Iglesia vea que esta enseñanza ha sido confirmada y que por lo tanto, debe proclamarla de nuevo?
Es cierto lo que dice. El tema pecado original, con sus consecuencias, la necesidad de la redención a través del sufrimiento, muerte y resurrección de Cristo ha sido suprimido y olvidado en gran medida durante un largo periodo de tiempo. Sin embargo, no se puede entender la historia del mundo –y la propia vida– sin estas verdades. Es inevitable que hacer caso omiso de las verdades esenciales conduce a desórdenes morales. Tiene usted razón: verdaderamente se debe volver a predicar sobre este tema, y ​​con claridad.
El elevado número de abortos, especialmente en Occidente, ha hecho mucho daño, no sólo a los bebés muertos, sino también a las mujeres (y hombres) que decidieron matar a sus hijos. ¿No deberían los prelados de la Iglesia tomar una postura firme sobre esta terrible verdad y tratar de sacudir las conciencias de aquellos hombres y mujeres, también por el bien de su salvación? ¿Y no debería la Iglesia defender con insistencia a los pequeños que no pueden defenderse porque no se les permite vivir? «Dejad que los pequeños vengan a mí...»
Se puede decir que la Iglesia, sobre todo con los últimos papas, también con el Papa Francisco, no deja lugar a dudas sobre el carácter abominable de la matanza en el vientre materno de los niños por nacer. Esto se aplica sin duda también a todos los obispos. Sin embargo, otra pregunta es, si y en qué forma, la enseñanza de la Iglesia ha sido predicada y presentada en el ámbito público. Ahí es donde la jerarquía sin duda podría hacer más. No hay más que pensar en la participación de los cardenales y obispos en las marchas pro-vida.

Cardenal Walter Brandmüller

¿Qué medidas recomendaría usted en la Iglesia para fortalecer la llamada a la santidad y para mostrar el camino para alcanzarla?
Ciertamente hay que dar testimonio de la fe de la manera apropiada para cada situación específica. En qué forma se puede hacer esto, depende de las circunstancias propias. Se abre todo un campo para la imaginación creativa.
¿Qué diría sobre las recientes declaraciones del obispo Franz-Josef Bode de que la Iglesia Católica tiene que adaptarse cada vez más a las «realidades de la vida» de la gente de hoy en día y ajustar en consecuencia su enseñanza moral? Estoy seguro de que usted, como historiador de la Iglesia, tiene ante sus ojos otros ejemplos de la historia de la Iglesia, en la que fue presionada desde fuera para cambiar la enseñanza de Cristo. ¿Podría enumerar algunos, y cómo la Iglesia respondió  en el pasado a este tipo de retos?
Está claro y no es una novedad que la proclamación de la doctrina de la Iglesia ha de adaptarse a las situaciones concretas de la vida de la sociedad y del individuo, para que el mensaje sea escuchado. Pero esto sólo se aplica a la forma de la proclamación, y de ninguna manera a su contenido inviolable. No es aceptable la adaptación de la enseñanza moral. «No os conforméis con el mundo», dijo el apóstol san Pablo. Si el obispo Bode enseña algo diferente, se encuentra en contradicción con la doctrina de la Iglesia. ¿Es consciente de eso?
¿Es aceptable que a la Iglesia católica en Alemania se le permitiera seguir su propio camino en la cuestión de la admisión de las parejas vueltas a casar a la Santa Eucaristía y con ello decidir de manera independiente de Roma, como el cardenal Reinhard Marx declaró después de la reciente reunión de la Conferencia Episcopal Alemana?
Las bien conocidas declaraciones del cardenal Marx están en contradicción con el dogma de la Iglesia. Son irresponsables desde el punto de vista pastoral, porque exponen a los fieles a la confusión y la duda. Si él piensa que puede tomar a nivel nacional un camino independiente, pone en riesgo la unidad de la Iglesia. Sigue manteniéndose firme que el magisterio claramente definido es vinculante para la enseñanza y la práctica en toda la Iglesia.
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lunes, 13 de abril de 2015

Qué es una Bula?


El concepto de bula dispone de un uso especial y muy relevante en el ámbito de la Iglesia Católica dado que con él se denomina al documento pontificio que emite la Cancillería Apostólica del Papado y en el cual se pronuncia y presenta su punto de vista sobre determinados temas de suma importancia en materia religiosa o civil.

Cabe destacarse que la bula pontificia o bula papal, como también se la denomina, es una de las herramientas más importantes con la cual se fundamenta y se difunde la autoridad del Sumo Pontífice.

Mientras tanto, la emisión de la bula suele estar acompañada de una serie de elementos y señales muy solemnes que contribuyen a legitimarla, tales como: el sello de plomo con una cruz en el centro y la representación de San Pedro y San Pablo , de un lado, y del lado opuesto aparece el nombre del Papa que la emite y el año correspondiente; generalmente está escrita en idioma latín. Históricamente las bulas han expresado la posición de la iglesia respecto de temas así como también ordenanzas, condenas doctrinales, constituciones, concesión de beneficios, decretos que contienen indulgencias para aquellos que combatían a los infieles o para personas que habían fallecido, juicios de la iglesia, entre otros.

Una vez que la bula toma estado público es enviada al arzobispado de las diócesis quien se encargará de hacerla circular por todas las parroquias y también de hacerla cumplir.


Bula Misericordiae Vultus (“El rostro de la misericordia”)

Presentamos a continuación las ideas centrales que constituyen el hilo conductor de la Bula Misericordiae Vultus (“El rostro de la misericordia”) que el Papa Francisco leyó y entregó en la tarde de este sábado en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, con motivo del próximo Jubileo de la Misericordia que comenzará el 8 de diciembre y concluirá el 20 de noviembre de 2016. Lo que citamos a continuación no es ni constituye resumen del documento pontificio. Sólo toma algunas de las palabras textuales con las cuales se expresa el propósito de esta Bula.

Quienes deseen conocer el documento completo y textual, pueden hacerlo ingresando al link: www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-bula-del-papa-francisco-para-convocar-jubileo-de-la-misericordia-24882/   
1.       Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra.
2.       Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz.
3.       Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes. Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual. El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia.
4.       He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Otra cosa debemos destacar aún: toda esta riqueza doctrinal se vuelca en una única dirección: servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades”.
Con estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa, en la plena confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia.
5.       El Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia. Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro. ¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros.
6.       . “Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: “Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón”. Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
7.       “Eterna es su misericordia”: es el estribillo que acompaña cada verso del Salmo 136 mientras se narra la historia de la revelación de Dios. En razón de la misericordia, todas las vicisitudes del Antiguo Testamento están cargadas de un profundo valor salvífico. La misericordia hace de la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación. Repetir continuamente “Eterna es su misericordia”, como lo hace el Salmo, parece un intento por romper el círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor.
8.       Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. “Dios es amor” (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús.
9.       En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia.
10.   La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia “vive un deseo inagotable de brindar misericordia”. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza.
11.   No podemos olvidar la gran enseñanza que san Juan Pablo II ofreció en su segunda encíclica Dives in misericordia, que en su momento llegó sin ser esperada y tomó a muchos por sorpresa en razón del tema que afrontaba.
12.   La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral. Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia.
13.   Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: “Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso” (Lc 6,36). Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cfr Lc 6,27). Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida.
14.   La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio. La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros. El Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta: “No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida que midáis” (Lc 6,37-38). Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano.
15.   En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: “En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor”.
16.   En el Evangelio de Lucas encontramos otro aspecto importante para vivir con fe el Jubileo. El evangelista narra que Jesús, un sábado, volvió a Nazaret y, como era costumbre, entró en la Sinagoga. Lo llamaron para que leyera la Escritura y la comentara. El paso era el del profeta Isaías donde está escrito: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (61,12). “Un año de gracia”: es esto lo que el Señor anuncia y lo que deseamos vivir. Este Año Santo lleva consigo la riqueza de la misión de Jesús que resuena en las palabras del Profeta: llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de ella. La predicación de Jesús se hace de nuevo visible en las respuestas de fe que el testimonio de los cristianos está llamado a ofrecer. Nos acompañen las palabras del Apóstol: “El que practica misericordia, que lo haga con alegría” (Rm 12,8).
17.   La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,18-19).
18.   Durante la Cuaresma de este Año Santo tengo la intención de enviar los Misioneros de la Misericordia. Serán un signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe. Serán sacerdotes a los cuales daré la autoridad de perdonar también los pecados que están reservados a la Sede Apostólica, para que se haga evidente la amplitud de su mandato. Serán, sobre todo, signo vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón. Serán misioneros de la misericordia porque serán los artífices ante todos de un encuentro cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para superar los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo.
19.   La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador.
20.   No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor.
21.   La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer.
El Jubileo lleva también consigo la referencia a la indulgencia. En el Año Santo de la Misericordia ella adquiere una relevancia particular. El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites. Vivir entonces la indulgencia en el Año Santo significa acercarse a la misericordia del Padre con la certeza que su perdón se extiende sobre toda la vida del creyente. Indulgencia es experimentar la santidad de la Iglesia que participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo, porque el perdón es extendido hasta las extremas consecuencias a la cual llega el amor de Dios. Vivamos intensamente el Jubileo pidiendo al Padre el perdón de los pecados y la dispensación de su indulgencia misericordiosa.
22.       La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella nos relaciona con el judaísmo y el Islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios. Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación.
23.       El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor. María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir ninguno. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús. Nuestra plegaria se extienda también a tantos Santos y Beatos que han hicieron de la misericordia su misión de vida.
24.       Un Año Santo extraordinario, entonces, para vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida. La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio. En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: “Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos” (Sal 25,6).  

miércoles, 8 de abril de 2015

lunes, 6 de abril de 2015

Musica Liturgica - El Papel de los Coros





Algunas apreciaciones sobre cómo orientar la música litúrgica en nuestros días. Se sugiere rescatar la música polifónica.  El coro debe alentar para que la gente cante. No reemplazar la participación de la gente. El coro debe mantenerse alejado de la tentación del lucimiento de sus miembros en detrimento de la participación de los fieles que asisten a la celebración Eucarística.

sábado, 4 de abril de 2015

Jesús resucito! Aleluya! Gloria a Dios!


Hoy sábado 4 de abril, a partir de las 7:00 p.m. celebramos en el templo de la Parroquia de San Cipriano, la Solemne Vigilia Pascual, integrada por la bendición del fuego nuevo, preparación del Cirio Pascual, Pregón Pascual, Liturgia de la Palabra, Liturgia Bautismal y Liturgia Eucarística. Como es propio de esta celebración los fieles que concurrieron a esta ceremonia litúrgica, llevaron velones, cirios y agua para ser bendecidos.



La celebración fue presidida por Monseñor Alberto Ojalvo, Vicario episcopal de la Zona Pastoral de San Pedro y concelebrada en la parte Eucarística por el Padre Aljandro Olivera, Párroco de San Cipriano, con la participación del Diácono Jaime Montealegre Upegui. 

jueves, 2 de abril de 2015

Del Jueves Santo en nuestra Parroquia


 En desarrollo de las celebraciones de la Semana Santa en nuestra Parroquia, hoy, a partir de las 3:00 p.m. celebramos en el templo la conmemoración de la Institución de la Eucaristía, el Sacerdocio y el mandamiento del amor.

Por amable invitación del Padre Alejandro Olivera, Párroco de San Cipriano, esta celebración ha sido presidida por el Padre Humberto Zapata, quien fue el primer párroco que tuvo nuestra Parroquia en el momento de su fundación. Acompañó el Diácono Jaime Montealegre Upegui. En las horas de la tarde se celebró la última cena, donde Jesús instituye el Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento del Orden Sacerdotal. Además se realizó el Lavatorio de los Pies, como signo del Mandamiento del Amor.


“Si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros” (Juan 13, 14.)


Un grupo de jóvenes de la parroquia, realizó una representación escénica de un pasaje de los Evangelios.


En su homilía, el Padre Humberto Zapata destacó entre otros temas, en el marco de la vida, pasión, muerte y resurrección del Señor, cómo hoy igual que en los tiempos de Jesús, los cristianos de varios países del mundo, especialmente del Medio Oriente y Asia, continúan siendo objeto de persecuciones y son objeto de martirio, al ofrecer sus vidas en defensa de la fe cristiana. Invitó a unirnos en oración todo el pueblo católico, tal como lo ha señalado el Papa Francisco, para pedirle al Señor su protección a los sacerdotes y fieles católicos que son objeto de estos ataques.

En las horas de la noche, a partir de las 6:00 p.m. se programó el espacio para visita al Monumento y la realización de una Hora Santa Vocacional.


Divulgamos el Programa para Semana Santa emitido por la Parroquia de San Cipriano.

En el Día de los Sacerdotes

Hoy se inicia el Triduo Pascual: la cena, pasión, muerte y gloriosa resurrección del Señor Jesús. Los sacerdotes hacen la renovación de las promesas sacerdotales que hicieron públicamente el día de su ordenación. En la tarde se celebra la última Cena, donde Jesús instituye el Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento del Orden Sacerdotal.

El Orden Sacerdotal es un Don que Dios deja a la humanidad, para hacer presente a Cristo en la tierra y administrar los Sacramentos como signos visibles de santidad.  Así mismo nos deja el Mandamiento del Amor, comunicado a través del Lavatorio de los pies.

Por esta razón, hoy hacemos llegar a todos los sacerdotes un saludo especial, nuestro reconocimiento agradecido a su labor ministerial y a su permanente servicio a la salvación de los seres humanos.