miércoles, 27 de noviembre de 2013

EVANGELIO San Mateo 24, 37-44. domingo 1 de diciembre


Avanza obra de remodelación del templo

Bajo la dirección de obra de un arquitecto autorizado por la Arquidiócesis de Bogotá, avanza la obra de remodelación del templo de San Cipriano, cuya culminación de la primera etapa esta prevista para mediados del mes de diciembre próximo.

El primer objetivo de esta remodelación proyectada por la administración anterior de la Parroquia, a cargo de los Misioneros de los Santos Apóstoles, es instalar el cielo raso en dry-wall, lo que generó la ocasión de concebir obras adicionales que se ejecutarán en etapas posteriores. Entre ellas están la rotación y traslado de la pila bautismal al actual sitio del coro y viceversa: el coro al antiguo espacio del baptisterio. Se proyecta reubicar la sacristía en el espacio actual del despacho parroquial, y en el espacio de la sacristía acondicionar un oratorio para exposición permanente del Santísimo.

Dentro de la obra actual se remodelará la sede con todo su mobiliario complementario para los concelebrantes, ministros y monaguillos.

 
La realización de estos trabajos ha significado como es natural un trabajo operativo dispendioso, en materia de aseo diario, movilización de las sillas, desarmado de la sacristía anterior, movilización frecuente de andamios y materiales, que han puesto a prueba a todos los fieles que asisten a las Eucaristías para acomodarse en medio de tal situación. Es de destacar que todas las Eucaristías se continúan realizando en los horarios establecidos y la asistencia a las celebraciones se han mantenido en sus niveles acostumbrados. Todo esto ha venido siendo posible gracias al apoyo de la comunidad que continúa donando láminas de dry-wall para el cielo raso y participando en la ofrenda periódica con generosidad.

 
El próximo 1 de diciembre se realizará un Bazar Pro-Templo, en el cual se jugarán varios sorteos de Bingo con atractivos premios en dinero efectivo y en especie. La comunidad en general de laicos comprometidos   y la feligresía apoyan con entusiasmo este proyecto. Los esperamos para compartir todos el próximo domingo, entre las 7:00 a.m. y las 5:00 p.m. Habrán deliciosos platillos para desayunar, almorzar y darse gusto con los postres y bebidas.                                    

Homilía del Papa de clausura del Año de la Fe: «Cristo es el centro de l...



Con motivo de la clausura del Año de la Fe, el Papa Francisco  hace esta homilía en la que nos invita a vivir a Cristo en nosotros, como el centro de la creación, del pueblo y de la historia.

sábado, 16 de noviembre de 2013

ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL


Por: Juan Antonio Bengoetxea (Diócesis de Bilbao)

INTRODUCCIÓN:            

                Uno de los problemas más complejos a abordar en nuestra sociedad es el del “acompañamiento espiritual” a las personas.

                ACOMPAÑAR es “estar o ir en compañía de alguien”, participando e intercambiando sentimientos, deseos, esperanzas, preocupaciones... Para que este acompañamiento sea “efectivo” es necesario, antes que nada, que nos hayamos metido con profundidad en nuestra propia historia, la hayamos personalizado... Así es más fácil “comunicar la propia interioridad” y “sumergirnos en la de los demás”. Se facilita el diálogo, la escucha, la comprensión..., la esperanza compartida... y se llega a la empatía.

1.- EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL EN GENERAL

                Creo que podemos decir que el “acompañamiento espiritual” es el recorrido que dos o más personas hacemos juntas en el camino de nuestras vidas, ayudándonos:

§  A “descubrir en nuestra interioridad, en lo más íntimo de nuestro ser “los valores humanos que comportamos o poseemos”, ya que la dimensión espiritual es, antes que nada, lo más específicamente humano. Descubrir lo que de armonía, paz, bien, valor, verdad, justicia, amor, ternura, capacidad de diálogo, escucha, respeto, sentido de la vida, conciencia de nuestra dignidad personal... También del sentido último de las cosas y de la misma vida..., de la transcendencia...

 
§  Pero también descubriremos ese otro yo o nosotros/as que se manifiesta en el egoísmo, rencor, desprecio hacia los otros, orgullo, ira, envidia, creernos superiores y que nos bastamos solos... La conversión que nos ha pedido vivir el “texto bíblico” anunciado en la oración que hemos hecho al comienzo, podríamos formularla así: “MIRATE A TI MISMA/O  ANTES DE EMITIR UN JUICIO SOBRE LOS DEMAS”.

§  Así es la complejidad de nuestra personalidad, pero debemos aceptarnos y amarnos como somos, potenciando los valores, lo positivo, lo que nos ayuda al acompañamiento, a convivir y compartir la vida con los demás y, al mismo tiempo, corrigiendo lo negativo para evitar barreras en la relación y acompañamiento. Nunca debemos olvidar que ambos aspectos pertenecen a nuestra vida interior o espiritual. Nos ayudará a ser humildes y auténticos “servidores” de las personas con las que hacemos el recorrido de nuestra vida.

 
§  A descubrir en nosotros la presencia de Dios, la fuerza del Espíritu del Señor Jesús. Y debemos anunciar y compartir con los demás este hecho, esta realidad tan profunda en nuestra vida cristiana.

§  En nuestra historia como personas, en nuestra biografía, en los acontecimientos personales, familiares, laborales, sociales, políticos, eclesiales... tiene lugar el encuentro con el Dios de Jesucristo. La vida, el mundo en que vivimos, nuestras esperanzas y desesperanzas, nuestros logros y fracasos, nuestra salud y enfermedad, nuestros gozos y sufrimientos... no son solo “lugar de encuentro sociológico de Dios con el hombre y la mujer” sino “lugar de encuentro teológico, liberador y salvífico de Dios con nosotras/os, con la humanidad toda”.

2.- EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL AL “ENFERMO”

§  Aquí el acompañamiento tiene un “matiz especial”. Se trata de estar, de ir... “en compañía” de quien camina en su vida “marcado por la enfermedad” y en situación de una gran necesidad de “comunicarse”, de “decir” sobre él o ella, en situación de un deseo profundo de que alguien “empatice” con lo que le ocurre y vive. Esto nos exige ¡escucha, silencios, atención a su comunicación y situación interior y exterior!...

§  Debemos tener presente, y más en nuestra sociedad hoy, en nuestros pueblos (hogares, residencias) y hospitales, que el acompañamiento, el recorrido con personas enfermas y con sus “familias”... lo vivimos con gente cristiana católica, con cristianos/as pertenecientes a otras Iglesias, con gentes de otras religiones e incluso con gente indiferente o no creyente, todos ellos y ellas hermanos/as que sufren. Y debemos acercarnos  a todos y saber acompañarles desde las circunstancias en que viven con amor, cariño, cercanía, respeto... ofreciendo nuestro acompañamiento a todos por igual, sin distinciones.     Detectando sus necesidades y caminando con ellos y ellas, debemos intentar “eliminar el sufrimiento innecesario”, luchar contra el sufrimiento “injusto y evitable”, mitigar en lo posible el sufrimiento “inevitable”... Se trata lograr en nuestro acompañamiento que la persona enferma  “viva de manera digna y apropiada” en relación sana consigo, con su familia..., con los demás, con el mundo...

§  Cuando la enferma/o es cristiana/o que vive la FE en JESUCRISTO de manera más o menos profunda –pero que la vive- debemos ayudarles a descubrir a DIOS presente en su situación de enfermedad, de dolor,  de derrumbamiento moral en muchos momentos, de esperanza  y optimismo en otros, de intuir incluso la cercanía de la muerte... Dios acompaña, padece-con el enfermo/a... Es el servicio que realizamos desde la Pastoral Social y como miembros de la Iglesia, como expresión de “la misión de la comunidad eclesial” que no es otra que la del mismo Jesús: EVANGELIZAR, ANUNCIAR EL REINO DE DIOS”.  Y siempre debemos recordar que tendremos capacidad de evangelizar si dejamos que el Espíritu de Jesús actúe en nosotros, y si primero o al mismo tiempo somos capaces de aceptar que  el enfermo y enferma, su familia... también “nos evangelizan” desde sus valores humanos y desde su fe cristiana...

§  Es acompañar también desde nuestra fe cristiana y desde nuestra condición de discípulas/os de Jesús, comunicando, anunciando de forma explícita y testimonial a Jesús de Nazaret que sana y salva, de tal manera que la persona enferma pueda sentir al resucitado como el gran compañero en su andadura. Para caminar junto al enfermo/a, acompañándole en sus sentimientos, esperanzas, sufrimientos, dolor... desde una presencia acogedora, de escucha, de diálogo, de empatía... debemos hacerlo “en el nombre del Señor” y desde el amor profundo a la persona que sufre..

El que acompaña “no dirige” sino que “camina al lado”; no “impone” sino que “insinúa”; no “aconseja”, sino que “discierne en común”. “QUIEN SABE ACOMPAÑAR  GENERA SALUD.

Nota: En el momento actual en que necesitamos mucho acompañamiento pastoral y espiritual, publicamos la primera parte de este ensayo cuyo texto completo puede conocerse en:

Encuesta a Ministros extraordinarios de la Comunión

 
En la mañana de hoy sábado 16 de noviembre, atendiendo convocatoria de Mons. Alirio López A., ministros extraordinarios de la comunión de varias parroquias de Bogotá, nos hemos reunido en el templo de la Parroquia Dei Verbum en el barrio Puente Largo, para realizar un espacio de oración inicial del Santo Rosario y posteriormente atender la respuesta y diligenciamiento de una encuesta, diseñada especialmente para obtener información y conceptos de ministros extraordinarios de la comunión.

El formulario de la encuesta integrado por 98 preguntas, casi todas ellas con opciones cerradas de respuesta múltiple, ofrecen la posibilidad a los autores de la investigación, el conocer el nivel de identificación, compenetración, servicio y significado que el ejercicio de dicho ministerio representa para quienes lo ejercen.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Catequesis del Papa Francisco


 
Miércoles 13 Nov 2013 | 11:29 am – Publicado en AICA Agencia Informativa Católica Argentina.

Ciudad del Vaticano (AICA): En la catequesis de la audiencia general de los miércoles, el papa Francisco prosiguió su reflexión sobre los artículos del Credo, hablando esta vez de la única referencia a un sacramento en la profesión de fe: “Creo en un solo bautismo para el perdón de los pecados”. En efecto el bautismo es la ¨puerta¨ de la fe y de la vida cristiana” y la misión de la Iglesia, siguiendo el mandato del Resucitado es “evangelizar y perdonar los pecados a través del sacramento bautismal”.

Para explicar mejor esa expresión, el Pontífice, la dividió en tres puntos: “Creo”; "en un sólo bautismo"; "para el perdón de los pecados".

Pronunciando “Creo”, -dijo el Santo Padre- afirmamos nuestra verdadera identidad como hijos de Dios”. Al mismo tiempo, “al bautismo está ligada nuestra fe en el perdón de los pecados. El sacramento de la penitencia o confesión es, de hecho, como un "segundo bautismo", que nos lleva siempre al primero para consolidarlo y renovarlo”.

El bautismo “es el punto de partida de un camino de conversión que dura toda la vida. Cuando vamos a confesar nuestras debilidades, nuestros pecados, vamos a pedir perdón a Jesús, pero también vamos a renovar el bautismo con ese perdón. La confesión no es una sala de tortura, es una fiesta para celebrar el día del bautismo”.

El Papa, tras afirmar que el bautismo es también “la partida de nacimiento del cristiano en la Iglesia”, pidió a los participantes en la audiencia que levantasen la mano si, además del día del cumpleaños, recordaban también el día del bautismo y, dado que en la Plaza de San Pedro se levantaron pocos brazos, puso a todos la tarea de buscarla cuando volvieran a casa y celebrar así también el cumpleaños del nacimiento en la Iglesia.

Francisco pasó después al segundo elemento: un sólo bautismo, recordando que la palabra "bautismo" significa literalmente "inmersión”. “Este sacramento -subrayó- constituye una verdadera inmersión espiritual en la muerte de Cristo, de la que resurgimos con él como nuevas criaturas. Es un baño de regeneración e iluminación.

Regeneración porque actúa ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el reino de los cielos. Iluminación, porque a través del bautismo, la persona se llena de la gracia de Cristo, “luz verdadera que ilumina a todo hombre" y disipa las tinieblas del pecado. En virtud de este don el bautizado está llamado a convertirse él mismo en "luz "para los demás, especialmente para los que viven entre tinieblas y no ven ningún destello luminoso en el horizonte de sus vidas”.

Por último, el perdón de los pecados. En el sacramento del bautismo “se perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, así como toda forma de castigo por el pecado. Con el bautismo se abre la puerta a una nueva forma de vida que no está oprimido por el peso de un pasado negativo y en la que resuena ya la belleza y la bondad del reino de los cielos. Es una poderosa intervención de la misericordia de Dios en nuestras vidas, para salvarnos. Pero esta intervención salvífica no priva a nuestra naturaleza humana de su debilidad ni disminuye nuestra responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos equivocamos”.

“Yo no puedo bautizarme, dos veces, tres o cuatro –improvisó al final de la catequesis- pero sí puedo ir a confesarme y cuando lo hago renuevo la gracia del bautismo. El Señor Jesús, que es tan bueno y nunca se cansa de perdonar, me perdona.”

“¡Recuerden! El bautismo abre la puerta de la Iglesia, pero cuando la puerta se entrecierra un poco por nuestras debilidades y nuestros pecados, la confesión vuelve a abrirla porque es como un segundo bautismo que nos perdona todo y nos ilumina a ir adelante con la luz del Señor. Vayamos así, alegres. Porque la vida hay que vivirla con la alegría de Jesucristo y esta es una gracia del Señor”, concluyó.