martes, 27 de julio de 2010

LA CORRECCION FRATERNA EN COMUNIDAD


Uno de los aspectos más delicados de realizar por parte de quienes coordinan actividades comunitarias, lo constituye la corrección fraterna, que a diferencia de la que se hace en el ámbito del trabajo, tiene unas exigencias que no siempre tomamos en cuenta y que en consecuencia terminamos afectando la moral y la autoestima de las personas y a la comunidad misma.


Iniciemos recordando lo que nos dice el Evangelio según San Mateo 18, 15 al 17.:


"Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tu con él. Si te escucha habras ganado a tu hermano. Si no te escucha toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede sanjado por la palabra de dos o tres terstigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano"


Revisemos por partes lo que nos dice la Palabra:


1. Se parte del pecado visible o percibido por una o varias personas. Quienes observan o conocen la situación de pecado en la que se encuentra un hermano o hermana, deben buscar la manera de hacer caer en cuenta del error a quien está pecando. Para ello es preciso hacerse consciente que de la manera que emplees para corregir a esa persona, dependerá que ella acepte la correción y eventualmente modifique su comportamiento. Tenemos la obligación de conciencia de hacer caer en cuenta al otro de su error.

2. La corrección debe hacerse a solas con quien queremos ayudar corrigiéndolo. Y se hace a solas para no someterlo a escarnio público ni humillarlo frente a su falta. Se entiende que la manera de orientarlo debe ser con palabras sencillas pero claras, que le muestren el porqué de su conducta inadecuada. Haciéndole notar que entendemos su caida pero que lo animamos a superar su dificultad corrigiendo aquello en lo que esta fallando. En una Pequeña Comunidad el Coordinador Responsable debe hacer esto en un momento diferente a la reunión de todos los miembros o Asamblea.

3. Lograr la escucha de quien es corregido abre la posibilidad del exito en el propósito de la corrección, y así mismo facilita el cambio de comportamiento del mismo.

4. Cuando no somos escuchados al intentar la corrección fraterna, la Palabra nos indica que podemos hacernos acompañar de una o dos personas más de la Comunidad, para intentar una mejor recepción de la ayuda que estamos ofreciendo y al mismo tiempo, dejar evidencia a traves de los testigos del propósito y forma como se busca hacer la orientación.

5. Aclara la Palabra, que "si les desoye a ellos, díselo a la comunidad". No antes de que esto ocurra. Hacer una correccción de un pecado o un mal comportamiento frente a toda la comunidad, es exponer a quien esta en el error a una expiación dura e inconveniente, pues no se trata de hacerle un juicio público a quien peca. Eso no nos corresponde a nosotros. Adicionalmente representa una humillación y puede dejar a la persona en un estado de depresión o de rebeldía que no facilita el cambio de conducta a un comportamiento adecuado.

6. Finalmente, la Palabra nos dice que si "hasta la comunidad desoye, sea para tí como el gentil y el publicano" haciendo referencia a la relación con personas "impuras" con las que judios piadosos no podian tratar. Es decir, apartarnos un poco de estas personas mientras encontramos otras maneras de ayudarlo a comprender y aceptar su error. En lo posible no debemos abandonar nuestra disposición para ayudar en la dificultad a quien ha caido. Es como una oveja de nuestro redil que no debemos dejar que se pierda.


En el libro del Eclesiástico 20, 1 al 3, se nos dice:


"Hay reprensión inoportuna, y hay quien calla por prudencia. ¡Cuanto mejor reprender que estar airado! El que confiesa su culpa evita la pena".


Y en el capítulo 21 del mismo libro, versículo 6, aclara:


"El que odia la reprensión sigue las huellas del pecador, el que teme al Señor se convierte en su corazón".

Reconocimiento del Papa en el día de los abuelos

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 26 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha enviado un mensaje de reconocimiento a los abuelos en su día, la memoria de santa Ana y san Joaquín, según la tradición abuelos del Niño Jesús, celebrada por la Iglesia este lunes.

Un mensaje del Papa ha sido leído tras la celebración de la santa misa en el día de los abuelos, presidida en Jaén por el obispo de esa diócesis, monseñor Ramón del Hoyo López.


El mensaje y bendición del Papa han sido enviados por el arzobispo Renzo Fratini, nuncio apostólico de Benedicto XVI en España, a la celebración del día de los abuelos, que por duodécimo año consecutivo organiza en España la Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz.

En el mensaje, dirigido al presidente de Mensajeros de la Paz, el padre Ángel García, "el Santo Padre, apreciando la riqueza religiosa, espiritual, humana y social de los abuelos, se une complacido a este gesto de cariño y gratitud hacia ellos y les anima a perseverar en la fe, dando sentido con la luz de Cristo el Señor, a todos los momentos de sus vidas". El mensaje concluye pidiendo al Señor que asista a los abuelos "con su providencia y misericordia" e implora para ellos "la protección de los santos abuelos Joaquín y Ana, y de su Hija la gloriosa Virgen María, madre de Jesucristo Nuestro Señor".

En el Vaticano también se ha celebrado esta memoria litúrgica en su única parroquia, que está dedicada precisamente a santa Ana, con una celebración eucarística presidida por el cardenal Angelo Comastri, vicario general de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano, quien al inició la misa leyendo una oración dedicada a la santa que él mismo ha compuesto.


A las 18.30 estaba prevista una celebración en esa iglesia, presidida por el cardenal Antonio Cañizares Llovera, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con la oración a santa Ana por los abuelos para que puedan ofrecer a todos el testimonio de una vida ejemplar en su insustituible tarea moral y espiritual junto a los niños y adolescentes.


La Asociación Edad Dorada Mensajeros de la Paz considera que "igual que existe el día del 'padre' o el día de la 'madre', sería necesario establecer el 'Día de los Abuelos'".


Según explica la organización, se trata de "un día para el agradecimiento por su apoyo constante, silencioso y, a veces, poco valorado"; "un día para el reconocimiento de su importante papel en la sociedad"; "un día para llamar la atención sobre las necesidades sociales, asistenciales y afectivas de los abuelos"; "un día para celebrarlo con cariño y admiración en todos los ámbitos, tanto en el familiar como en el público".


Los nombres de los abuelos de Jesús llegan a través de antiquísimas tradiciones. En Jerusalén, en la basílica de "Santa María, donde ella nació", conmemoraba san Juan Damasceno, doctor de la Iglesia, en el siglo VIII, a los abuelos de Jesús. Esta basílica se convertiría después en la iglesia de Santa Ana de los Cruzados.


Ya desde el siglo VI, se honraba a santa Ana en Constantinopla, en una basílica que fue dedicada en su honor un 25 de julio. El culto de San Joaquín pasó mucho más tarde a unirse al de su esposa. En 1584 la fiesta de Santa Ana quedó fijada para toda la Iglesia el 26 de julio.


Entre otras fuentes, los nombres de los abuelos de Jesús proceden de evangelios apócrifos, en particular el "Libro sobre la Natividad de María" y el "Protoevangelio de Santiago".