domingo, 18 de julio de 2010

Descubrir en vacaciones lo más importante de la vida

CASTEL GANDOLFO, domingo, 18 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó este domingo a aprovechar las vacaciones veraniegas para descubrir lo verdaderamente importante en la vida, lo que no pasa: la Palabra de Dios.

Al rezar a mediodía la oración mariana del Ángelus, junto a varios miles de peregrinos, ofreció una especie de "lectio divina", es decir, una lectura orante del pasaje evangélico que ese día presentaba la liturgia: la escena de Jesús en casa de Marta y María.

"Marta y María son dos hermanas --comenzó recordando el Papa, hablando desde el balcón que se asoma al patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo--; tienen también un hermano, Lázaro, que sin embargo en este caso no aparece".

El obispo de Roma siguió haciendo la composición de lugar: "Jesús pasa por su pueblo y, según dice el texto, María le recibió en su casa. Este detalle da a entender que, entre las dos, Marta es la más anciana, la que gobierna la casa".

"De hecho, después de que Jesús se había instalado, María se sienta a sus pies y le escucha, mientras que Marta está totalmente ocupada por los muchos servicios, debidos ciertamente al huésped de excepción".

El Papa recreó con estas palabras la escena: "una hermana se mueve ajetreada, y la otra queda como arrobada por la presencia del Maestro y por sus palabras".

"Después de un rato --añadió el Santo Padre en su reconstitución del pasaje evangélico--, Marta, evidentemente resentida, no aguanta más y protesta, sintiendo que además tiene el derecho de criticar a Jesús: 'Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude'. ¡Marta querría incluso dar lecciones al Maestro!".

"Sin embargo, Jesús, con gran calma, responde -recordó el Papa--: 'Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada'".

"La palabra de Cristo es clarísima --fue la conclusión a la que llegó Benedicto XVI--: no desprecia la vida activa, y mucho menos la generosa hospitalidad; pero recuerda el hecho de que la única cosa verdaderamente necesaria es otra: escuchar la Palabra del Señor; ¡y el Señor en ese momento está allí, presente en la Persona de Jesús!".

Y concluyó: "Todo lo demás pasará y se nos quitará, pero la Palabra de Dios es eterna y da sentido a nuestra acción cotidiana".