lunes, 12 de julio de 2010

Señor, cómo quisiera
en cada aurora aprisionar el día,
y ser tu primavera
en gracia y alegría,
y crecer en tu amor más todavía.


En cada madrugada
abrir mi pobre casa, abrir la puerta,
el alma enamorada,
el corazón alerta,
y contigo tu mano siempre abierta.


Ya despierta la vida
con su canción de ruidos inhumanos;
y tu amor me convida
a levantar mis manos
y a acariciarte en todos mis hermanos.


Hoy elevo mi canto
con toda la ternura de mi boca,
al que es tres veces santo,
a tí que eres mi Roca
y en quien mi vida toda desemboca.


Amén.
Autor desconocido

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