viernes, 25 de junio de 2010

¿Porqué vivir en Pequeña Comunidad?

Esta es una pregunta que algunos católicos alejados se hacen cuando se enteran que existen Pequeñas Comunidades de fieles cristianos, que se reúnen periódicamente en sus casas. Y la pregunta inicial suscita otras no menos importantes: ¿Qué razones se pueden tener para congregarse con otras personas alrededor de experiencias de fe? ¿Porqué no vivir mi fe de manera individual y aislada de los demás?

Para quienes el Señor nos ha permitido hacer parte de una Pequeña Comunidad la respuesta no se hace esperar. Ciertamente muchos Santos de nuestra Iglesia han alcanzado buena parte de su santidad en la vida eremítica, es decir, renunciando a la vida en sociedad y retirándose a la soledad del campo para practicar la meditación, la oración y la penitencia. Algo muy exigente y de muy alto mérito espiritual.
Ejemplos de esta opción son San Francisco de Asís, fundador de la orden Franciscana, la Orden de las Clarisas (conjuntamente con su hermana Clara de Asís), y la Orden Tercera de la Penitencia. O bien, San Antonio abad, anacoreta egipcio y amante de la vida monástica. Igualmente, San Benito abad, fundador de la Orden Benedictina, quien llegó a fundar 12 monasterios con 12 monjes cada uno.


Pero cuando nos tomamos en serio nuestra relación con Dios, esta opción de formación y crecimiento individual es algo muy riguroso y estricto. El camino de la virtud está salpicado de caídas, de pruebas reiteradas y de la necesidad de vencer el desánimo y aridez de los momentos de duda y de debilidad, tan factibles para todo ser humano. Es como hacer un viaje solo en medio de la tormenta y los momentos de oscuridad. Allí el propósito de persistir puede tambalear y hacernos abandonar los mejores propósitos. Algo muy diferente es emprender ese mismo viaje acompañado de otro u otros que compartan el mismo interés. Cada uno podrá ser soporte para el otro y entre todos se animarán para superar los escollos que se presenten.

Esa es una de las principales ventajas de la vida en Pequeña Comunidad, en la cual regularmente entre 8 a 12 personas caminan unidos en un propósito común: la construcción de un modelo de vida corporativo –inspirado en los Santos Apóstoles- que animados por el Espíritu Santo, puedan aprender a vivir los valores del Evangelio y vivir como auténticos discípulos y misioneros de Cristo.

Por ello, el Documento Conclusivo de Aparecida (V Conferencia del Episcopado Latinoamericano) expresa de las Pequeñas Comunidades:

“Ellas son un ámbito propicio para escuchar la Palabra de Dios, para vivir la fraternidad, para animar en la oración, para profundizar procesos de formación en la fe y para fortalecer el exigente compromiso de ser apóstoles en la sociedad de hoy. Ellas son lugares de experiencia cristiana y evangelización que, en medio de la situación cultural que nos afecta, secularizada y hostil a la Iglesia, se hacen todavía mucho más necesarias” DA-308.

Los miembros de la Pequeña Comunidad se reúnen una vez a la semana, en forma rotatoria en cada una de sus casas, por un espacio de hora y media a dos horas máximo, para un encuentro fraterno en el que se hace y se viven 5 momentos esenciales: 1. Oración y alabanza (incluye oración al Espíritu Santo y acto penitencial). 2. Lectura y discernimiento de la Palabra. 3. Edificación Espiritual iluminada por la Palabra y el compartir testimonios de vida en fe y solidaridad. 4. Catequesis como expresión de formación en aspectos de fe y doctrinarios, para dar mejor razón de nuestra esperanza, y 5. Oración comunitaria de unos por otros, que concluye con un ágape sencillo alrededor de una taza de café o una aromática.
La integración a la Pequeña Comunidad nos vincula a una nueva familia: la de los hijos de un mismo Padre, en la que sin importar diferencias de toda índole (raza, ocupación, nivel económico o lugar de vivienda) somos todos iguales y aprendemos a amarnos bajo una perspectiva diferente como hermanos en la fe. Por esta razón caminar en una Pequeña Comunidad es una experiencia de solidaridad, de apoyo mutuo y de aprendizaje continuo. Hoy ocurre realmente en nuestras comunidades, igual que se describe en Hechos de los Apóstoles, que quienes nos observan dicen: “Mírenlos cómo se aman!”.

Naturalmente en las Pequeñas Comunidades también hay dificultades, pues están integradas por seres humanos que luchan por superar sus debilidades y las ocasiones de pecado que a todos nos afectan en cualquier instante. Pero indiscutiblemente la Pequeña Comunidad es fuente de vida en el mejor de los sentidos: vida en Cristo Jesús! Allí no estamos solos.

Recordemos al Apóstol San Pablo en la Epístola a los Efesios, capítulo 5, versículos 14 al 17 cuando nos dice:

“Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo! Así pues, mirad atentamente cómo vivís; no seáis necios sino sabios; aprovechando bien la ocasión, porque los días son malos. Por tanto no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad del Señor.”

lunes, 21 de junio de 2010

Concurse y gane!

Invitamos a todos los seguidores y lectores de este blog, para que nos escriban al e-mail: heleon12@gmail.com diciéndonos a qué lugar corresponde la fotografia que se publica en la parte superior de esta nota.

Al primer mensaje que nos llegue con la respuesta correcta, le obsequiaremos el libro titulado "EL KERYGMA como encuestro con Jesucristo vivo" del P. Eduardo Díaz Ardila, publicado por Ediciones Paulinas. Favor incluirnos en su mensaje el teléfono para poder contactarlo y hacerle entrega de este premio.

Cordial saludo,

La Administración de este Blog.

sábado, 19 de junio de 2010

CONCLUYE EL PROYECTO INICIAL DE PMT EN LA ZONA PASTORAL DE SAN PEDRO

Con un gran entusiasmo por desarrollar planes y programas de Pastoral Social en el Mundo del Trabajo, concluyó hoy sábado 19 de junio, el Curso de Sensibilización a Agentes Pastorales en esta importante área de trabajo parroquial.

En su última sesión el grupo de participantes realizó, bajo la orientación de Stella de Roldán, de la Parroquia de San Cipriano, una dinámica inicial de oración y alabanza, que fue seguida con la presentación que dirigió Carlos Duitama de herramientas metodológicas, para hacer programas de intervención en comunidades, relacionadas con el mundo del trabajo.

En desarrollo de este tema, los participantes hicieron un ejercicio individual para la revisión y conformación de un Plan de Vida, que generó importantes reflexiones acerca del trabajo pastoral como parte del proyecto individual de vida de todos los laicos comprometidos allí presentes.

Posteriormente y divididos por parroquias, los participantes hicimos una primera aproximación a la identificación de un proyecto pastoral en el mundo del trabajo, para ser impulsado desde la Zona Pastoral de San Pedro y con cobertura a las parroquias que la integran. Para el efecto, la diócesis proyecta adelantar una reunión de articulación con todos los sacerdotes párrocos, a fin de compartir una misma visión de esta nueva pastoral.

Entre los participantes se distribuyó copias de dos importantes documentos: “Compendio de la Doctrinas Social de la Iglesia – El Trabajo Humano”, publicado por el Consejo Pontificio Justicia y Paz, y el Boletín No. 14 del Departamento de Pastoral Social del CELAM, en el cual se presenta los lineamientos generales de la Pastoral del Mundo del Trabajo, como Proyecto de Guía Pastoral. Igualmente y con gran criterio de organización, se distribuyó un CD con todas las ayudas visuales que utilizaron los facilitadores de cada tema estudiado.



Al final de la jornada, se celebró una Eucaristía presidida por el Padre Luis, Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes, que contó con una animación muy pedagógica y espiritual de parte de Edgard Berdugo, miembro de la Comisión Nacional de la Pastoral Mundo del Trabajo. Para cerrar esta primera acción formativa, la Zona Episcopal de San Pedro ofreció un ágape, en medio del cual Monseñor José Roberto Ospina León-Gómez clausuró el evento e hizo entrega personal a los asistentes de una certificación escrita de su participación. Allí se hizo presente igualmente Gladys Bustos de la Pastoral Nacional, quien formuló una invitación para un Encuentro de esta pastoral, el 2 de julio en la Avenida (Calle) 19 No.12-61 de Bogotá, a partir de las 8:00 a.m.


Bajo la orientación de la T.S. Sandra Gómez de la Zona Pastoral del San Pedro, los participantes fueron convocados a una próxima reunión el 24 de julio de 2010, a partir de las 9:00 a.m. para darle continuidad al desarrollo de la propuesta zonal en esta área de trabajo. La gestión de esta nueva línea de acción de la Iglesia, dentro de la Diócesis, apenas comienza… la pastoral urbana tiene en el mundo del trabajo un nuevo reto para continuar construyendo el Reino de Dios en Bogotá. Se incluyen algunas fotos de esta actividad.

sábado, 12 de junio de 2010

Novedad Bibliográfica



En un esfuerzo por suministrar material de apoyo para la formación y la preparación para la Misión Continental en Colombia, la Conferencia Episcopal de Colombia ha publicado a traves de Ediciones Paulinas, los primeros 7 libros de una colección total de 15, que comprende los siguientes títulos:

1. El kerygma como encuentro con Jesús vivo
2. El Espíritu Santo y la formación de los misioneros
3. La evangelización según Aparecida
4. La pastoral misionera
5. Criterios y etapas de la misión
6. Medios para la Misión
7. Ejes centrales de renovación de la Iglesia.

Ilustra esta información una fotografía de la carátula del libro No.6 titulado "Medios para la Misión", cuyo autor es el sacerdote jesuita Victor Martínez Morales, quien hace un poco más de un año estuvo entre nosotros, haciéndonos una conferencia sobre la Eucaristía.

Este libro concentra su interés en cuatro medios para hacer efectiva de palabra y de obra nuestra Misión:


  • Beber la Palabra: orar, discernir y compartir la Escritura

  • Alimentarse de la Eucaristía: mesa de vida y liberación

  • Construir la Iglesia: casa y escuela de comunión

  • Servir a los pobres: hacia una sociedad fraterna.

miércoles, 9 de junio de 2010

Los Ministros Extraordinarios de la Comunión

Los laicos que reciben esta misión, dentro o fuera de la Misa, son considerados ministros "extraordinarios" de la comunión. Los únicos ministros "ordinarios" de la distribución de la comunión son los ordenados (diáconos, presbíteros y obispos). El ministro extraordinario solo puede ejercitar el encargo recibido en ausencia de los ministros ordenados, o con la autorización de estos mismos si hay una cantidad muy grande de fieles a los cuales distribuirles la comunión.

Las varias funciones incluídas en este ministerio son:

  • Dentro de la Misa, ayudar al sacerdote a repartir la comunión en las condiciones antes anotadas o ayudar a distribuirla cunado se desea hacerlo bajo las dos especies (pan y vino)

  • Fuera de la Misa, cuando en ausencia del sacerdote hay fieles que quieren comulgar, poder darse a sí mismos y repartir a los demás la Eucaristía

  • La comunión llevada a los enfermos, incluso a modo de Viático

  • Celebraciones dominicales en ausencia del sacerdote, en las que los laicos pueden recibir el encargo oficial por parte del Obispo de presidr la celebración de la Palabra y distribuir a sus hermanos la comunión

  • Facultad para purificar los vasos sagrados, después de la celebración, fuera del altar en la "credencia" y preferiblemente una vez acabada la celebración y despedida del pueblo

  • La exposición del Santísimo, caso repetido en las comunidades religiosas, masculinas o femeninas, en ausencia del sacerdote

La sola utilidad pastoral no hubiera abierto tal vez las puertas a este ministerio ejercido por laicos, sino hubiera sido por su coherencia más profunda. Con este ministerio se da otra imagen de Iglesia y se pone de manifiesto la dignidad del laico. Es la nueva imagen de la Iglesia tal como ha aparecido especialmente en Lumen Gentium, la que sirve de motivación radical de todos los servicios litúrgicos encomendados a los laicos, y la que se pone en evidencia cuando se ejercen bien.

Este ministerio no es primariamente un privilegio para ellos, sino un "servicio para bien de los demás". Debe ir unido a una actitud de disponibilidad generosa. Hasta aquí corresponde a una transcripción parcial del libro "Ministerios de Laicos" de José Aldazabal publicado por Centre de Pastoral Litúrgica.



En la foto que ilustra esta nota, los ministros extraordinarios de la Comunión de la Parroquia de San Cipriano, acompañados de su Párroco el Padre Frey Martin Mancera Lombana

domingo, 6 de junio de 2010

¿Oye misa o participa?

¿Qué ocurriría si usted invitara a un grupo de amigos, familiares y relacionados a un comida o cena en su casa, y una parte de los invitados se quedaran durante la reunión en la puerta de su casa o en el andén o acera de enfrente?

Probablemente los invitados que así obraran le dejarían a usted la impresión de que no tienen mayor interés en el motivo de la reunión y que están no integrándose a los demás invitados, quizá con indiferencia por lo que ocurre al interior de su residencia. Ciertamente lamentable ¿verdad?

Pues bien, esa situación ocurre en algunos de los templos de nuestras Parroquias. Y la nuestra no es una excepción, tal como lo podemos observar en la fotografía que ilustra esta nota. No es muy diferente la circunstancia: en el templo se convoca a un Banquete Eucarístico para celebrar nuestra fe, en el que se ofrece como alimento espiritual y físico el cuerpo y la sangre real de nuestro Señor Jesucristo, además del pan de la Palabra a traves de las lecturas bíblicas que le son propias en los domingos. Una lectura de un texto del antíguo testamento, un salmo, una lectura de un texto del nuevo testamento y la lectura principal del Santo Evangelio.

El discernimiento y comprensión de la Palabra de Dios leída y escuchada, se hace posible en parte por la homilía o predicación que hace el sacerdote que preside la celebración. Algunos dirán: "El problema esta en el celebrante, su devoción, su voz, su forma de predicar.." En parte esto es cierto pues el celebrante puede ser de gran ayuda, pero no hay que olvidar que en la Santa Misa ¡todos somos celebrantes! no lo es solo el sacerdote. Es necesario que cada cual celebre lo mejor posible sin depender demasiado del sacerdote, que es indispensable en la celebración y lo hace "in persona Cristi" (en la persona de Cristo).

La Santa Misa no es conmemoración, sino la celebración de la Eucaristía. Todo es real y presente, no estamos simplemente recordando, sino que realizamos la re-presentación de la Pascua, es decir, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Re-presentación significa volver a hacer presente. La Santa Misa es entonces una celebración sacramental, es decir una celebración que se hace por medio de signos sagrados establecidos por Cristo mismo.

Es verdaderamente lamentable el que mientras estos divinos misterios ocurren al interior del templo, haya un grupo de asistentes (más que participantes) a la Santa Misa que no vivan esta celebración por estar ubicados más afuera que dentro del templo.

Desde el momento de la consagración todos estan pendientes de una nueva llegada del Señor: "Ven Señor Jesús!" Cristo se hace presente para que cada uno lo reciba personalmente, en una relación tan íntima como es la Comunión. Pero ¿cómo recibirlo si estamos retirados del centro de la celebración?

Decía el Padre Dante Moretti: "Cada cristiano que participa en la Eucaristía no puede evitar analizarse a sí mismo, comparándose con la Palabra de Dios y descubrir muchas incoherencias en su conportamiento, lo que debe invitar a renovar la decisión de convertirse, de cambiar, en los aspectos donde se manifiesta más esa incoherencia.