domingo, 26 de julio de 2009

ORAR CON LA PALABRA

En la última reunión de la Pequeña Comunidad “Piedra Viva” con nuestro Párroco el Padre Frey Martín Mancera, M.S.A, nos hizo una enseñanza sobre la lectura orante, que hoy resumimos y ampliamos aquí:

PASO 1: Disposiciones para escuchar la Palabra

Cuando entramos en comunión con el Señor a través de su Palabra viva y eficaz debemos -como Moisés- “sacarnos las sandalias de los pies” (Ex 3,5), es decir, despojarnos de todo cuanto impida una comunicación viva con Dios.

Las dos siguientes orientaciones nos ayudarán:

El ambiente externo para el alimento de la Palabra
Así como las cenas importantes no las hacemos en cualquier lugar, busquemos un lugar apropiado para sumergirnos en una lectura orante lejos de los ruidos habituales, fuera de las urgencias que impone la vida: ¡hay que darse tiempo y un corazón con ganas de escuchar a Dios!

Ambiente interno para el alimento de la Palabra
El ambiente interno, el del corazón que escucha, se prepara saliendo de los ruidos personales que estorban nuestro encuentro con Jesús vivo. Para esto, debo tomar clara conciencia a lo que voy, pedir el don del Espíritu, cerrar nuestros ojos por unos momentos para abrir los ojos de la fe y recibir la Palabra como Palabra de Jesús: ¡cuando se ama de verdad, se escucha de verdad!

PASO 2: Invocación al Espíritu Santo

En nuestra preparación para recibir el alimento de la Palabra hay un protagonista fundamental: ¡el Espíritu Santo! Lo que buscamos es vivir una lectura orante de la Palabra de “manera espiritual”, es decir, bajo la acción sabia del Espíritu, el mismo que inspiró a los autores de la Biblia. Sin la asistencia del Espíritu, la lectura de la Biblia se transforma en un ejercicio intelectual.

PASO 3: El alimento de la Palabra mediante la Lectio Divina

La Lectio divina es un método de lectura orante de la Palabra de Dios. Porque es “lectura” buscamos comprender el texto para descubrir el mensaje de Jesús, y porque es “orante” entramos en diálogo con Jesús dejando que su mensaje nos anime y guíe. Un “método” es simplemente un camino gracias al cual llegamos a nuestra meta: el encuentro personal y comunitario con Jesucristo vivo, Palabra plena y definitiva del Padre. A esto nos ayuda la Lectio divina con sus cuatro pasos de lectura, meditación, oración y contemplación.

Se trata de cuatro actitudes básicas del discípulo que, porque anhela seguir al Señor, se sienta a los pies de su Maestro para escuchar su Palabra (Lc 10,39). Esta disposición de escucha lo lleva a comprender la Palabra (Lectura), a hacerla realidad en su vida (Meditación), a suplicar fuerza y luz para seguir el camino de Jesús y a dar gracias por su obra en la Iglesia (Oración), y a impregnarse del Reino de Dios y a trabajar por su venida (Contemplación).

Veamos más detenidamente estos cuatro peldaños, válidos tanto para orientar experiencias oracionales individuales como comunitarias.

1. Lectio: «Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo» (San Jerónimo)

- Se trata, simplemente, de leer, leer y releer la Biblia hasta familiarizarnos con ella. La Biblia no es un libro anticuado e insignificante para nuestra vida, sino actual y significativo.. Tiene mucho que decirnos sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre el momento histórico que vivimos. Pero para descubrir ese nexo entre la Palabra, escrita hace siglos, y nosotros, es preciso leer de forma constante y continua, perseverante y diaria.

- A través de la lectura tratamos de responder a una pregunta:¿qué dice el texto? Hay diversos modos de intentar responder a esa pregunta o, lo que es lo mismo, de encontrar el sentido literal del texto. Por ejemplo, por medio de un triple acercamiento:
Literario:
Análisis de las palabras que constituyen el texto (sustantivos, adjetivos, verbos...), cayendo en la cuenta de sus campos semánticos, sus sinónimos y antónimos...
Atención a los personajes y sus acciones.
Histórico:
Cuál es la situación socio-cultural, económica, política y religiosa en la que se compuso el texto.
Teológico:
Qué dice Dios al pueblo en aquella situación concreta. Cuál es el Mensaje clave del texto.

2. Meditatio: «María guardaba estas cosas y las meditaba en su corazón»
(Lc 2.19)

Tras responder a la pregunta ¿qué dice el texto?, ahora abordamos otra cuestión: ¿qué me dice el texto a mí, a nosotros? Se trata de actualizar el mensaje y entrar en diálogo con el Dios que nos habla, en él, aquí y ahora.
¿Cómo podemos hacer la meditación?
A través de una serie de preguntas que establecen una conexión entre el texto y nuestra vida:
¿Qué diferencias y qué semejanzas encontramos entre la situación del texto y la nuestra?
¿Qué dice el mensaje del texto para nuestra situación actual?
¿Qué cambio de comportamiento me sugiere a mí?
¿Qué quiere hacer crecer en mí, en nosotros?, etc.

Repitiendo el texto, "meditándolo”. Por ello es bueno resumir el texto en una frase (preferentemente del mismo texto) para repetirla durante todo el día, en la calle, durante el trabajo... De este modo, la Palabra, como una gota de agua que incansablemente se deslizara sobre una roca hasta trazar un surco e incluso romperla, irá penetrando, abriendo y transformando nuestra persona, lenta pero realmente. En este proceso es el Espíritu, presente en la Palabra, el que obra esa transformación.

3. Oratio: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene. Más el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables» (Rom 8,26)

En este momento especialmente dedicado a la oración, el creyente responde a Dios, movido por el Espíritu. Puede hacerlo valiéndose de los salmos (como hizo el mismo Jesús), de oraciones ya existentes, de cantos o de palabras brotadas espontáneamente de sus labios al hilo de la experiencia.

4. Contemplatio: «Dios se fijó en los israelitas y reconoció... Yahvé le dijo: "He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto. He escuchado el clamor entre sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo.."» (Éx 2,25; 3,7-8)

Podríamos entender la contemplación como un "retorno al paraíso perdido", como un gusto y dulzura inefables, experimentados en el corazón de quien hace de la Palabra de Dios el único punto de referencia de su vida. Otra posibilidad sería la de entender la contemplación como una nueva manera de ver, observar y analizar la vida, los acontecimientos y la historia individual y colectiva: mirar el mundo desde los ojos de Dios. Por ello, la pregunta que podríamos formularnos aquí sería: ¿cómo cambia el texto mi/nuestra mirada?