sábado, 13 de junio de 2009

Encuentro con Jesús, Karl Rahner


Jesús, toda dogmática sobre ti es buena, y gustosamente afirmo de la misma: «Yo creo; Señor, ayuda mi incredulidad». Pero esa dogmática es buena solamente porque puede aclararme la propia imagen que de ti llevo en mi interior, mas nunca me clarificará a ti mismo tal como Tú -mediante tu Espíritu- te manifiestas a mi corazón: silenciosamente sales a mi encuentro en el camino de mi vida, como experiencia de tu gracia interior.
Sales a mi encuentro en el prójimo, al que debo entregarme sin esperar nada a cambio; en la fidelidad a la conciencia, a la que debo seguir sin percibir ganancia alguna; en el amor y en la alegría, que no son más que promesa y me cuestionan si merece la pena creer en el amor y alegría eternos; en la oscura agua de la muerte, que lentamente asciende desde el pozo de mi corazón; en las tinieblas de la muerte, que se muere a lo largo de la vida; en la monotonía de los pesados servicios de la agitación diaria; sales a mi encuentro por doquier, Tú, el Intimo, el Innominado o el Llamado por tu nombre.
En todo busco a Dios para huir de la nada asesina y no puedo abandonar al hombre que soy, al que amo. Pues todo te confiesa a ti Dios hombre, todas las cosas claman hacia ti en quien como hombre ya se tiene a Dios sin tener que abandonar al hombre y en quien como Dios ya se puede encontrar al hombre sin temor a encontrar solamente lo absurdo.
Yo te invoco, la fuerza ultima de mi corazón pugna hacia ti, déjame hallarte encontrarte en toda mi vida para que poco a poco pueda llegar a comprender lo que la Iglesia me dice de ti. Solo hay dos palabras últimas: Dios y hombre un unico misterio al que me entrego en amor y esperanza..Este misterio es verdaderamente uno en su duplicidad. Es uno en ti Jesucristo, poniendo mi mano sobre tus llagas te digo juntamente con el incrédulo y buscador Tomas: Señor mio y Dios mio. Amen

Karl Rahner,Tomado del libro “Oraciones de Vida”Publicaciones Claretianas, Madrid 1986, 101
.

CUMPLEAÑOS DE NUESTROS MONAGUILLOS













El sábado 13 de junio de 2009, en el Salón Parroquial de San Cipriano, el Diácono Jaime Montealegre y su señora Amparo de Montealegre, organizaron con el apoyo y acompañamiento de los Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión, la celebración semestral de cumpleaños de los Monaguillos de nuestra Parroquia.

Como parte de la celebración se les proyectó una película infantil y se les organizó una fiesta en la cual se les ofreció un exquisito ponqué, gaseosas, un regalito para cada uno, unos recordatorios comestibles en forma de ángeles y se decoró el salón con bombas y guirnaldas.

Al acto, del cual se publican algunas fotos , asistieron el Padre Frey Martin Mancera M.S.A. Párroco de San Cipriano y todos los Ministros de la Comunión. Fué una linda ocasión para vivir el amor fraterno y el sentido de pertenencia comunional.

EL TESORO MÁS GRANDE DE NUESTRA FE


Dice el Rev. Padre Robert DeGrandis, S.S.J.:

Uno nunca podrá tener el tiempo suficiente para meditar el pasaje de San Juan, capítulo 6, donde Jesús establece el fundamento de su Misterio de la Eucaristía. Concluyo con un momento extraordinario, que nos llevará aún más profundo en este regalo magnánimo:

“Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: ¿Cómo este hombre va a darnos a comer carne? Jesús les contestó: “En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el padre que vive me envió, y yo vivo por Él, así quien me come a mí., tendrá de mi la vida. Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron vuestros antepasados, los cuales murieron. El que coma este pan vivirá para siempre”.

Así habló Jesús en la Casa de Oración en Cafarnaún. (Jn. 6: 52-59).

Recordemos la Institución de la Eucaristía en el Evangelio según San Lucas 22. 19-20, (concordante con San Marcos 14. 22-25 y con San Mateo 26.26-28):
Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo:”Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros”.

Nuestro Salvador, la Última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre, para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su esposa amada la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo e amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura. (Sacrosanctum Concilium No.47) (CT No.1323).

Con relación al nombre de este Sacramento, se le llama Eucaristía, porque es acción de gracias a Dios. Las palabras “eucharistein” (Lucas 22,19; 1Co, 11-24) y “eulogein” (Mateo 26,26; (Marcos 14,22) recuerdan las bendiciones judías que proclaman –sobre todo durante la comida- las obras de Dios: la creación (el Padre), la redención (el Hijo) y la santificación (el Espíritu Santo).

También nos referimos a la Eucaristía como la fracción del pan, porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (Mt 1419; 15,36; Mc 8,6,19). En 1 Cor 11. 23-27 el Apóstol San Pablo nos da una descripción y reflexión muy precisa sobre el significado e importancia de la Eucaristía.
La Eucaristía es lo más grande que todo cuanto existe en esta tierra, porque nos da la bendición de Dios por toda la eternidad. La Eucaristía es la presencia de Dios vivo en las especies eucarísticas del pan y el vino, que comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan dichas especies. Cristo esta todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.
Para obtener más de la Santa Comunión, use los ojos de la fe, para que vea a través de ellos. Cuando usted recibe la Sagrada Comunión piense que no es el Sacerdote o el Ministro de la Eucaristía quien se la esta dando.. es el mismo Jesús quien se da. Esta es la realidad. Él se está dando en la Eucaristía y a través de sus ministros. Usted debe sencillamente implorar en su corazón la sanación que más desea de los males o preocupaciones que lo están afectando. Recordemos las palabras del mismo Jesús citadas en San Juan 10,10. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Es por ello que asistir a una celebración Eucarística y no recibir al Señor es verdaderamente lamentable.

Frente al Misterio de la Eucaristía podemos repetir el conocido canto de alabanza:

“Jesús yo creo en Ti
aún sin ver,
sin entender,
sin condición
y con el corazón..
Jesús yo creo en Ti”