lunes, 11 de mayo de 2009

Aportación Económica Responsable



En la enseñanza bíblica y en la tradición cristiana encontraremos los criterios y principios sobre la forma verdaderamente cristiana de la búsqueda y uso de los bienes materiales, y por tanto los criterios para una aportación económica responsable al centro pastoral al que pertenecemos y somos alimentados.

Jesús es el Señor.Cada uno de nosotros le pertenecemos, ya que nos rescató de la esclavitud al precio de su vida y de su sangre. Todo lo que tenemos es de Él y nosotros somos administradores, sin olvidar que las podemos usar sólo según sus normas, estando disponibles para dedicar alguna cantidad para su Obra y para los necesitados.

Las finanzas de una parroquia o de un centro de evangelización, son el reflejo y el resultado de su pastoral. Una pastoral centrada en el culto, obtiene sus ingresos predominantemente de colectas e intenciones de misas, celebraciones especiales y bazares.

En una parroquia que sea comunidad evangelizadora, los ingresos se obtienen principalmente por aportaciones mensuales voluntarias de los evangelizados, conscientes de ser Iglesia como Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, donde se tienen co-responsables de toda la obra pastoral, haciéndola suya y motivados por la enseñanza bíblica.

Los evangelizados en cambio, al interior de sus comunidades, dan su aportación generosa cuando reciben su ingreso. Todos queremos tener templos y sitios confortables de congregación para celebrar nuestra fe. Los pobres de la parroquia esperan recibir ayuda en alimentos y medicinas. El funcionamiento de la Iglesia tiene unos costos que deben ser cubiertos con las ofrendas de sus fieles. Hay que dar con alegría y el Señor siempre devuelve al 100 por uno!.

De la Liturgia de las Horas

HIMNO:

Estáte, Señor, conmigo, siempre, sin jamás partirte, y
cuando decidas irte llévame Señor contigo;
porque el pensar que te irás me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo, de si tú sin mí te vas.

Llévame en tu compañía donde tú vayas Jesús,
porque bien sé que eres tú la vida del alma mía;
si tú vida no me das yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo, ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida, mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das, se que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin tí me quedo,
cuando tú sin mi te vas!
Amén.