sábado, 6 de junio de 2009

¿POR QUÉ INTEGRARME A UNA PEQUEÑA COMUNIDAD?


Los seres humanos, salvo excepciones muy particulares, nacemos, crecemos, nos desarrollamos y morimos viviendo en comunidad. Somos seres sociales que requerimos interactuar unos con otros y a partir de dicha relación construimos nuestra propia identidad. No obstante lo anterior, algunas actividades el hombre las vive de manera más individual y busca a través de ellas alcanzar objetivos específicos. Podría decirse en términos muy genéricos que nos realizamos profesionalmente trabajando y haciendo cosas como parte de grupos grandes demarcados por la misma actividad o profesión. Nos realizamos como miembros de una familia construyendo una relación de amor y mutuo apoyo con nuestros padres, esposo, esposa e hijos. Y algunas personas inicialmente consideran que se realizan espiritualmente en su relación trascendente con Dios, a través de una interacción individual “persona a persona” con el Creador.

Pero en este último caso, lo primero con lo que nos encontramos es que vivir el mandamiento del amor que Jesús nos enseñó, no puede hacerse realidad en un contexto individual “yo con yo”. En tal sentido 1 Cor 13, 4-6 nos dice: “Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido ni orgulloso, ni grosero ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad.” Es claro que para vivir esta Palabra tenemos que entrar en relación con el otro. Esto es lo que hace que el amor cristiano sólo se aplique a través de la relación con el prójimo, que es el otro.

Aclarado esto, es evidente que mi formación y crecimiento espiritual, tiene que pasar por mi relación con los demás. No obstante si uno intenta recorrer ese camino sólo, es factible que al primer obstáculo se debilite en los propósitos y pierda el rumbo. Es ahí justamente cuando hacer parte de una Pequeña Comunidad de laicos como usted o como yo, me permiten afrontar con mayor fortaleza el camino de edificación espiritual, de la vida en los valores del Evangelio y de la relación en el amor de Jesús con nuestros hermanos.

De ahí la definición de una Pequeña Comunidad: “Agrupación estable, orgánica y fraternal de personas evangelizadas, centradas en Cristo y animadas por el Espíritu Santo. Que se hacen responsables unos de otros: amándose, sirviéndose, compartiendo unos con otros; cuidándose mutuamente en edificación espiritual y en fraterna solidaridad social, dando así un testimonio corporativo de nuevos modelos de vida”

Las Pequeñas Comunidades quieren ser la expresión actualizada más parecida a las primeras comunidades cristianas descritas en Hechos de los Apóstoles: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a la oración… Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartían de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba” Hch 2, 42-46.

De las Pequeñas Comunidades de Base dijo el Concilio Vaticano II: “surgen y se desarrollan en el interior de la Iglesia, permaneciendo solidarias con su vida, alimentadas con sus enseñanzas, unidas a sus pastores. Se quieren reunir para escuchar la Palabra de Dios, para los sacramentos, el ágape fraternal de las personas que la vida misma encuentra ya unidas en la lucha por la justicia, la ayuda fraterna a los pobres, la promoción humana..” Pablo VI, Evangelii Nuntiandi

El Documento de Puebla dice igualmente de ellas en 641-643 y 629:
· “Son puntos de partida en la construcción de una nueva sociedad
· Expresión del amor preferencial de la Iglesia por el pueblo sencillo
· Esas Pequeñas Comunidades son esperanza de la Iglesia y ambiente propicio para el surgimiento de nuevos servicios laicales
· Son comunidades de fe, esperanza y caridad, celebran la Palabra de Dios en la vida, a través de la solidaridad y el compromiso con el mandamiento del Señor y hace presente y actuante la misión de la Iglesia”

¿Qué compromisos nos exige el integrarnos a una Pequeña Comunidad?
· Ser creyente en Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo), católico bautizado o estar dispuesto a abrazar la fe católica
· Destinar una hora y media semanal en la noche, en reunión de Comunidad, alrededor de la Palabra, haciendo discernimiento de su mensaje y edificándose espiritualmente alrededor de Ella.
· Disponerse a la formación progresiva en la doctrina de la fe a través del Catecismo, los documentos de la Iglesia y la Tradición apostólica.
· Celebrar alegremente su fe en Comunidad y en el servicio a los demás!

“Ahora pues, como colaboradores en la obra de Dios, les rogamos a ustedes que no desaprovechen la bondad que Dios les ha mostrado. Porque Él dice en las Escrituras: En el momento oportuno te escuché; en el día de la salvación te ayudé. Y ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación! 2 Cor 6, 1-2.

1 comentario:

Meli dijo...

Realmente no se puede seguir a Jesucristo en soledad, pues lo que él hizo en el mundo y sigue haciendo ahora Resucitado, es siempre sanar y liberar las relaciones humanas de todo aquello que no es Vida. Los evangelios, expresión de la vida comunitaria en Cristo, no se pueden comprender auténticamente fuera de un contexto comunitario, eclesial. Es así como la Vida de Dios en nosotros es dada para que la demos, y primordialmente entre nosotros mismos, sus amigos, sus hermanos y hermanas, su familia, su Pueblo. Sobre este asunto también quisiera ir compartiendo más. ¡Gracias por invitarnos a vivir en comunidad!