jueves, 4 de junio de 2009

LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO

La vida del cristiano es una vida sobrenatural que el Espíritu Santo
injerta e insufla en la naturaleza del hombre, de modo que este llega
a producir actos y hábitos que superan sus capacidades y fuerzas
naturales.
Estos son en primer término las virtudes teologales de la
fe, la esperanza y el amor de caridad,
que tienen por objeto directo a Dios.
Dentro del cortejo de las virtudes morales, los llamados frutos
del Espíritu Santo tienen un especial aroma y brillo.
Esparcen el buen olor de Cristo.
San Pablo en su carta a los Gálatas las muestra
de una manera contrastada (5, 16-23):

“Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu,
no daréis satisfacción a las apetencias de la carne.
Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu,
y el espíritu contrarias a la carne,
como que son entre sí antagónicos...

Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación,
impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos,
iras, rencillas, divisiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas
semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que los
que hacen tales cosas no heredan el Reino de Dios.

En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia,
afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”.

Y concluye el apóstol:

“Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu”.
Escribe: Gustavo Salazar G.

2 comentarios:

Meli dijo...

Todo eso es muy cierto. Pero creo que, ya que nos advierten las cartas Paulinas sobre la posibilidad de no heredar el Reino de Dios, sería muy bueno saber a qué se refiere ese Reino tan particular y anhelado por las comunidades cristianas primitivas.

Anónimo dijo...

Compartir la vida eterna con Él! nada menos...