martes, 30 de junio de 2009

Usted puede alcanzar la santidad!

Una de las dudas más frecuentes de algunos cristianos es alcanzar la santidad, especialmente en el desarrollo de la vida cotidiana. Frecuentemente se dice que la santidad solo es posible en Dios, en los Apóstoles y algunos de los santos más reconocidos de la Iglesia, tales como San Agustín, Santa Teresa de Jesús o el mismo San José, padre adoptivo de Jesús. Muchas personas viven su fe y su compromiso con Dios básicamente alrededor de la asistencia a la Misa dominical. Es algo así como separar solo una hora de la vida semanal que contiene 168 horas, para establecer una relación con nuestro Creador. En ese espacio hay una apertura a la comunicación con Dios y –en algunos casos- a revisar nuestra propia actuación en términos de los valores del Evangelio. En el resto del tiempo son muchos los que se desconectan de esa “escucha” de la Palabra y de esa “revisión de vida”. Es considerar que el testimonio de vida que nos plantea la Palabra sólo es posible en espacios y momentos muy reducidos de nuestras actividades.

Nada más equivocado. San José María Escrivá de Balaguer, hace en su obra “Surco” las siguientes reflexiones sobre las luchas internas que vive el hombre que busca la santidad:
125 – No todos pueden llegar a ser ricos, sabios, famosos.. en cambio, todos –sí, todos- estamos llamados a ser santos.
128 – Hoy no bastan mujeres u hombres buenos, -además no es suficientemente bueno el que sólo se contenta con ser casi bueno- es preciso ser revolucionario. Ante el hedonismo, ante la carga pagana y materialista que nos ofrecen, Cristo quiere ¡anticonformistas!, rebeldes de Amor!
129 – La santidad, el verdadero afán por alcanzarla, no se toma pausas ni vacaciones.

Recordemos lo que nos dice San Pablo sobre la santidad cristiana en Rm 8, 28-30:
“Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman… a los que de antemano conoció, también los predestino a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera Él, el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó a esos también los llamó; y a los que llamó, a esos también los justificó; a los que justificó a esos también los glorificó”.

Todos somos llamados a la santidad:”Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48).
En Lumen Gentium una de las cuatro constituciones conciliares promulgadas por el
Concilio Vaticano II, que significa La Luz para la gente ('Cristo') está entre las naciones, se nos indica: “Para alcanzar esta perfección los creyentes han de emplear sus fuerzas, según la medida del Don de Cristo, para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos.”

De otra parte es preciso tener claro que “El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (2 Tm 4). El mismo Jesús lo anunció: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”(Mt 16,24).

Mediante la gracia santificante como Don gratuito que Dios nos hace de su vida, nos es infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma, para curarnos del pecado y santificarnos. La caridad es en nosotros la principal fuente de mérito ante Dios.

Ciertamente este camino no es fácil, así nos lo dice Mt 7,13-14. Pero es posible!

No importa si usted es un ingeniero, un médico, un artista, un hombre de campo, un ama de casa, un gerente de una empresa… en todas las actividades humanas es posible vivir, practicar y testimoniar nuestra fe. Es en el fondo una decisión personal de aceptar el llamado de Jesús en su Palabra, es responder a nuestra dignidad de Hijos de Dios! (Jn 1,12). Es vivir con base en la verdad, la fe, la esperanza y la caridad. Los valores a practicar son los mismos en el trabajo, en la casa, en los pasatiempos, en los negocios.

Acerquémonos al conocimiento de la Palabra, como expresión de la voluntad de Dios. A su Iglesia, como medio de salvación. A la oración diaria como diálogo con Dios. A la reconciliación con el Señor para aliviar nuestras cargas. A la Eucaristía para hacernos uno con el Señor “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él (Jn 6,56). Hagamos intimidad a través de la oración con el Espíritu Santo que habita en nosotros para siempre y que es quien realmente nos da la fe (Jn 14, 16-18). Integrémonos a alguna comunidad de laicos para edificarnos mutuamente. Es más factible alcanzar la salvación caminando en comunidad que sólo. La vivencia de los valores del Evangelio se practican en la convivencia con el otro (con mi prójimo).

Nuevamente recordemos a San José María Escrivá de Balaguer, en estas tres sentencias:
“Cuando hay vida interior, con la espontaneidad con que la sangre acude a la herida, así se recurre a Dios ante cualquier contrariedad”.
“¿Cómo vas a vivir la presencia de Dios, si no haces más que mirar a todas partes? Estás como borracho de futilidades!”
“Ante Dios, ninguna ocupación es por sí misma grande ni pequeña. Todo adquiere el valor del Amor con que se realiza”

¿Cuándo vas a tomar esta decisión? ¿Cuánto tiempo tienes?

San Jose María Escrivá de Balaguer
"La Santidad en la vida ordinaria"

miércoles, 24 de junio de 2009

PEQUEÑA COMUNIDAD FILADELFIA


Por gracia del Señor pertenecemos con mi esposo a la Parroquia San Cipriano, parroquia bendecida por el Altísimo, ya que en sus inicios contamos con el Padre Humberto Zapata quien sembró en sus fieles la semilla para que fuéramos una Comunidad de Comunidades Evangelizada y Evangelizadora.
Reforzó nuestro anhelo de formar comunidades el Padre Miguel Ángel Aragón quien después de un Retiro de Nueva Evangelización nos designó como responsables de la Pequeña Comunidad Filadelfia. Hoy después de casi once (11) años seguimos reuniéndonos cada martes de 7:30 a 9:00 PM en las diferentes casas de nuestros hermanos para construir comunidad a partir del compartir, el estudio, el acompañamiento y el servicio mutuo.
Iniciamos diez (10) hermanos, muchos de los cuales por sus diferentes actividades han salido, otros han llegado, hemos crecido en número (catorce, 14) pero sobre todo hemos madurado nuestra fe y nuestro compromiso bautismal a la luz del Evangelio y movidos por el Espíritu Santo. Gracias a los diferentes Sacerdotes que han pasado por nuestra Parroquia seguimos perseverando en esta feliz opción de vida.
Nuestras puertas están abiertas para quienes nos quieran conocer y acompañar.
“Aunque débiles, guardamos tu palabra y la anunciamos”
Escriben: Miguel y Stella
Teléfono: 672 12 61
Nota de la Administración del Blog: Adicionalmente a su rol de responsables de la Pequeña Comunidad Filadelfia, Miguel Velasco es un estudioso de los fundamentos de nuestra fe. Esto lo ha impulsado a ser el Catequista de Filadelfia.

domingo, 21 de junio de 2009

¿Crisis económica o crisis moral?


Nota escrita por Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Palencia (España)
PALENCIA, sábado, 6 junio 2009 (
ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito el obispo de Valencia, monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Palencia, sobre la crisis económica.
* * *
La Iglesia Católica está expectante ante la inminente publicación de la tercera encíclica de Benedicto XVI, con el título de "Caritas in Veritate" (El Amor en la Verdad), que abordará aspectos de la Doctrina Social. Sin lugar a dudas, será un instrumento importante para ayudarnos a realizar una lectura específica sobre las causas morales de la crisis económica en la que estamos inmersos. La reflexión del Papa se promete especialmente interesante, habida cuenta de que en el año 1985, dentro del Simposio "Iglesia y Economía en Diálogo" en Roma, el entonces Cardenal Ratzinger pronunciaba una conferencia ("Market Economy and Ethics"), en la que predecía la crisis que ahora padecemos. Aquel vaticinio del futuro Papa, no estaba fundado tanto en teorías económicas, cuanto en la constatación de la violación de los principios de la justicia social. Dicho de otro modo, los problemas económicos son predecibles cuando tienen unas causas morales, y éstas deben ser abordadas si no queremos que la crisis se cierre en falso...
Con frecuencia oímos hablar de la crisis económica, como si se tratase de una estación cíclica de la naturaleza -la primavera, el verano, el otoño o el invierno-; de forma que la política económica se limita a centrarse en la búsqueda de medidas que alivien el impacto de los malos momentos. Pocos parecen atreverse a reconocer y denunciar las causas morales de esta recesión y a plantear soluciones estructurales que sanen de raíz el problema. ¡Algo parecido a lo sucedido con las recetas para controlar la extensión de la epidemia del SIDA! En este caso el Papa tuvo la valentía de poner el dedo en la llaga, afirmando que era totalmente necesaria la educación en una sexualidad responsable, puesta al servicio de la vocación del ser humano al amor estable. Sus palabras causaron escándalo en quienes pretendían solucionar un problema tan grave, mediante el mero recurso técnico del preservativo. Salvando las distancias... ¡estamos en las mismas! Sería bastante absurdo suponer que las causas desencadenantes de esta crisis económica vayan a quedar subsanadas por el mero recurso a unos "parches" multimillonarios, que impidan el hundimiento del sistema financiero, obviando los problemas de fondo.
Mención aparte merece la reflexión en torno a la licitud moral de las medidas tomadas en apoyo al sistema financiero. Al contrario de lo ocurrido en otras naciones, como Alemania o Estados Unidos, llama la atención que en España se haya asumido el empleo de ingentes recursos públicos para salvar la banca privada, sin el más mínimo debate ético y, prácticamente, sin resistencia social alguna. ¿Qué explicación cabe dar al hecho de que unas entidades financieras anuncien el récord de beneficios en un ejercicio contable, y el año siguiente tengan que recurrir a recibir ayudas públicas?
Cito unas palabras de Benedicto XVI dirigidas el 30 de marzo del presente año al Primer Ministro del Reino Unido, Gordon Brown: "Si un elemento clave de la crisis es un déficit de ética en las estructuras económicas, esta misma crisis nos enseña que la ética no es "externa", sino "interna", y que la economía no puede funcionar si no lleva en sí un componente ético".
Consumir con templanza
Me centro en este momento en dos factores importantes que forman parte del problema moral causante de la crisis económica. El primero es la falta de templanza en el consumo. En muchas ocasiones se trata de una falta de templanza en el consumidor, artificialmente provocada desde multitud de resortes publicitarios, culturales, políticos, etc. Es bastante evidente que los datos espectaculares del crecimiento económico vivido antes de la crisis, estaban ligados a un consumo artificialmente "inflado", que resulta insostenible a medio plazo.
Por desgracia, lejos de afrontar el problema de fondo, los responsables de la economía están dirigiendo a la población diversos llamamientos a reactivar el consumo, proporcionando para ello todo tipo de incentivos, como único medio para salir de la crisis. En vez de educar en el consumo necesario, creamos necesidades donde no las hay, para mantener unas expectativas económicas irreales. Por este camino, fácilmente podríamos salir de una crisis para entrar en otra...
Inversión en los países pobres
Si los bienes de producción -tanto materiales como inmateriales- no se ponen de forma equilibrada al servicio del desarrollo del Tercer Mundo y de los países en vías de desarrollo, paradójicamente, nuestro pecado de insolidaridad se vuelve contra nosotros mismos. En efecto, estamos viendo cómo nuestras multinacionales deslocalizadas en países pobres, pueden llegar a realizar una producción en condiciones infrahumanas, a precios sin posible competencia, hasta el punto de estrangular a muchas empresas en occidente. La lógica capitalista de la máxima ganancia, termina por convertirse en la tumba de la economía mundial (sin excluir a sus impulsores). ¡Dios quiera que la anunciada nueva encíclica del Papa, "Caritas in Veritate", reciba una buena acogida y suscite un profundo debate! Será una gran oportunidad para abordar las dimensiones morales de la economía del mundo contemporáneo.

sábado, 13 de junio de 2009

Encuentro con Jesús, Karl Rahner


Jesús, toda dogmática sobre ti es buena, y gustosamente afirmo de la misma: «Yo creo; Señor, ayuda mi incredulidad». Pero esa dogmática es buena solamente porque puede aclararme la propia imagen que de ti llevo en mi interior, mas nunca me clarificará a ti mismo tal como Tú -mediante tu Espíritu- te manifiestas a mi corazón: silenciosamente sales a mi encuentro en el camino de mi vida, como experiencia de tu gracia interior.
Sales a mi encuentro en el prójimo, al que debo entregarme sin esperar nada a cambio; en la fidelidad a la conciencia, a la que debo seguir sin percibir ganancia alguna; en el amor y en la alegría, que no son más que promesa y me cuestionan si merece la pena creer en el amor y alegría eternos; en la oscura agua de la muerte, que lentamente asciende desde el pozo de mi corazón; en las tinieblas de la muerte, que se muere a lo largo de la vida; en la monotonía de los pesados servicios de la agitación diaria; sales a mi encuentro por doquier, Tú, el Intimo, el Innominado o el Llamado por tu nombre.
En todo busco a Dios para huir de la nada asesina y no puedo abandonar al hombre que soy, al que amo. Pues todo te confiesa a ti Dios hombre, todas las cosas claman hacia ti en quien como hombre ya se tiene a Dios sin tener que abandonar al hombre y en quien como Dios ya se puede encontrar al hombre sin temor a encontrar solamente lo absurdo.
Yo te invoco, la fuerza ultima de mi corazón pugna hacia ti, déjame hallarte encontrarte en toda mi vida para que poco a poco pueda llegar a comprender lo que la Iglesia me dice de ti. Solo hay dos palabras últimas: Dios y hombre un unico misterio al que me entrego en amor y esperanza..Este misterio es verdaderamente uno en su duplicidad. Es uno en ti Jesucristo, poniendo mi mano sobre tus llagas te digo juntamente con el incrédulo y buscador Tomas: Señor mio y Dios mio. Amen

Karl Rahner,Tomado del libro “Oraciones de Vida”Publicaciones Claretianas, Madrid 1986, 101
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CUMPLEAÑOS DE NUESTROS MONAGUILLOS













El sábado 13 de junio de 2009, en el Salón Parroquial de San Cipriano, el Diácono Jaime Montealegre y su señora Amparo de Montealegre, organizaron con el apoyo y acompañamiento de los Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión, la celebración semestral de cumpleaños de los Monaguillos de nuestra Parroquia.

Como parte de la celebración se les proyectó una película infantil y se les organizó una fiesta en la cual se les ofreció un exquisito ponqué, gaseosas, un regalito para cada uno, unos recordatorios comestibles en forma de ángeles y se decoró el salón con bombas y guirnaldas.

Al acto, del cual se publican algunas fotos , asistieron el Padre Frey Martin Mancera M.S.A. Párroco de San Cipriano y todos los Ministros de la Comunión. Fué una linda ocasión para vivir el amor fraterno y el sentido de pertenencia comunional.

EL TESORO MÁS GRANDE DE NUESTRA FE


Dice el Rev. Padre Robert DeGrandis, S.S.J.:

Uno nunca podrá tener el tiempo suficiente para meditar el pasaje de San Juan, capítulo 6, donde Jesús establece el fundamento de su Misterio de la Eucaristía. Concluyo con un momento extraordinario, que nos llevará aún más profundo en este regalo magnánimo:

“Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: ¿Cómo este hombre va a darnos a comer carne? Jesús les contestó: “En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el padre que vive me envió, y yo vivo por Él, así quien me come a mí., tendrá de mi la vida. Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron vuestros antepasados, los cuales murieron. El que coma este pan vivirá para siempre”.

Así habló Jesús en la Casa de Oración en Cafarnaún. (Jn. 6: 52-59).

Recordemos la Institución de la Eucaristía en el Evangelio según San Lucas 22. 19-20, (concordante con San Marcos 14. 22-25 y con San Mateo 26.26-28):
Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo:”Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros”.

Nuestro Salvador, la Última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre, para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su esposa amada la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo e amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura. (Sacrosanctum Concilium No.47) (CT No.1323).

Con relación al nombre de este Sacramento, se le llama Eucaristía, porque es acción de gracias a Dios. Las palabras “eucharistein” (Lucas 22,19; 1Co, 11-24) y “eulogein” (Mateo 26,26; (Marcos 14,22) recuerdan las bendiciones judías que proclaman –sobre todo durante la comida- las obras de Dios: la creación (el Padre), la redención (el Hijo) y la santificación (el Espíritu Santo).

También nos referimos a la Eucaristía como la fracción del pan, porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (Mt 1419; 15,36; Mc 8,6,19). En 1 Cor 11. 23-27 el Apóstol San Pablo nos da una descripción y reflexión muy precisa sobre el significado e importancia de la Eucaristía.
La Eucaristía es lo más grande que todo cuanto existe en esta tierra, porque nos da la bendición de Dios por toda la eternidad. La Eucaristía es la presencia de Dios vivo en las especies eucarísticas del pan y el vino, que comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan dichas especies. Cristo esta todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.
Para obtener más de la Santa Comunión, use los ojos de la fe, para que vea a través de ellos. Cuando usted recibe la Sagrada Comunión piense que no es el Sacerdote o el Ministro de la Eucaristía quien se la esta dando.. es el mismo Jesús quien se da. Esta es la realidad. Él se está dando en la Eucaristía y a través de sus ministros. Usted debe sencillamente implorar en su corazón la sanación que más desea de los males o preocupaciones que lo están afectando. Recordemos las palabras del mismo Jesús citadas en San Juan 10,10. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Es por ello que asistir a una celebración Eucarística y no recibir al Señor es verdaderamente lamentable.

Frente al Misterio de la Eucaristía podemos repetir el conocido canto de alabanza:

“Jesús yo creo en Ti
aún sin ver,
sin entender,
sin condición
y con el corazón..
Jesús yo creo en Ti”



sábado, 6 de junio de 2009

¿POR QUÉ INTEGRARME A UNA PEQUEÑA COMUNIDAD?


Los seres humanos, salvo excepciones muy particulares, nacemos, crecemos, nos desarrollamos y morimos viviendo en comunidad. Somos seres sociales que requerimos interactuar unos con otros y a partir de dicha relación construimos nuestra propia identidad. No obstante lo anterior, algunas actividades el hombre las vive de manera más individual y busca a través de ellas alcanzar objetivos específicos. Podría decirse en términos muy genéricos que nos realizamos profesionalmente trabajando y haciendo cosas como parte de grupos grandes demarcados por la misma actividad o profesión. Nos realizamos como miembros de una familia construyendo una relación de amor y mutuo apoyo con nuestros padres, esposo, esposa e hijos. Y algunas personas inicialmente consideran que se realizan espiritualmente en su relación trascendente con Dios, a través de una interacción individual “persona a persona” con el Creador.

Pero en este último caso, lo primero con lo que nos encontramos es que vivir el mandamiento del amor que Jesús nos enseñó, no puede hacerse realidad en un contexto individual “yo con yo”. En tal sentido 1 Cor 13, 4-6 nos dice: “Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido ni orgulloso, ni grosero ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad.” Es claro que para vivir esta Palabra tenemos que entrar en relación con el otro. Esto es lo que hace que el amor cristiano sólo se aplique a través de la relación con el prójimo, que es el otro.

Aclarado esto, es evidente que mi formación y crecimiento espiritual, tiene que pasar por mi relación con los demás. No obstante si uno intenta recorrer ese camino sólo, es factible que al primer obstáculo se debilite en los propósitos y pierda el rumbo. Es ahí justamente cuando hacer parte de una Pequeña Comunidad de laicos como usted o como yo, me permiten afrontar con mayor fortaleza el camino de edificación espiritual, de la vida en los valores del Evangelio y de la relación en el amor de Jesús con nuestros hermanos.

De ahí la definición de una Pequeña Comunidad: “Agrupación estable, orgánica y fraternal de personas evangelizadas, centradas en Cristo y animadas por el Espíritu Santo. Que se hacen responsables unos de otros: amándose, sirviéndose, compartiendo unos con otros; cuidándose mutuamente en edificación espiritual y en fraterna solidaridad social, dando así un testimonio corporativo de nuevos modelos de vida”

Las Pequeñas Comunidades quieren ser la expresión actualizada más parecida a las primeras comunidades cristianas descritas en Hechos de los Apóstoles: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a la oración… Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartían de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba” Hch 2, 42-46.

De las Pequeñas Comunidades de Base dijo el Concilio Vaticano II: “surgen y se desarrollan en el interior de la Iglesia, permaneciendo solidarias con su vida, alimentadas con sus enseñanzas, unidas a sus pastores. Se quieren reunir para escuchar la Palabra de Dios, para los sacramentos, el ágape fraternal de las personas que la vida misma encuentra ya unidas en la lucha por la justicia, la ayuda fraterna a los pobres, la promoción humana..” Pablo VI, Evangelii Nuntiandi

El Documento de Puebla dice igualmente de ellas en 641-643 y 629:
· “Son puntos de partida en la construcción de una nueva sociedad
· Expresión del amor preferencial de la Iglesia por el pueblo sencillo
· Esas Pequeñas Comunidades son esperanza de la Iglesia y ambiente propicio para el surgimiento de nuevos servicios laicales
· Son comunidades de fe, esperanza y caridad, celebran la Palabra de Dios en la vida, a través de la solidaridad y el compromiso con el mandamiento del Señor y hace presente y actuante la misión de la Iglesia”

¿Qué compromisos nos exige el integrarnos a una Pequeña Comunidad?
· Ser creyente en Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo), católico bautizado o estar dispuesto a abrazar la fe católica
· Destinar una hora y media semanal en la noche, en reunión de Comunidad, alrededor de la Palabra, haciendo discernimiento de su mensaje y edificándose espiritualmente alrededor de Ella.
· Disponerse a la formación progresiva en la doctrina de la fe a través del Catecismo, los documentos de la Iglesia y la Tradición apostólica.
· Celebrar alegremente su fe en Comunidad y en el servicio a los demás!

“Ahora pues, como colaboradores en la obra de Dios, les rogamos a ustedes que no desaprovechen la bondad que Dios les ha mostrado. Porque Él dice en las Escrituras: En el momento oportuno te escuché; en el día de la salvación te ayudé. Y ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación! 2 Cor 6, 1-2.

jueves, 4 de junio de 2009

PESCADORES


RESEÑA DE NUESTRA PEQUEÑA COMUNIDAD

Escribe: Marcela Vega Paez - Responsable de la Pequeña Comunidad.
Formada en inicio junto con las primeras koinonias desde el 28 de Septiembre de 1.999; han sido responsables de ella Marina Lombana, Jorge Lara, Martha Vásquez Juan Cobo y en la actualidad Marcela Ávila.
Durante estos casi diez años han sido parte de nuestra pequeña comunidad alrededor de cincuenta personas, algunos han recorrido un caminar maravilloso en el Señor y han dejado su comunidad, para hacerse cargo de otras tareas en este majestuoso mundo de la evangelización; otros han cambiado de residencia y por la distancia no regresaron, y por último muy pocos han decidido darse un “espacio” y se están encargando de sus cosas, mientras su familia en el Señor continua orando por sus vidas e intenciones.

Actualmente gracias a la acción amorosa del Santo Espíritu de Dios, somos treinta y un (31) integrantes, de los cuales el 80%, no lleva más de 2 años en la pequeña comunidad, este crecer a sido una experiencia maravillosa, puesto que después de haber llegado en algún momento a ser solo cuatro o cinco los que nos reuníamos; el Señor en su infinita misericordia, nos ha formado en amor y perseverancia, nos ha seducido a tal punto que quienes estamos, estamos por cada unos de sus detalles, de su interés en nuestras vidas, de ese encargarse como Buen Pastor de nuestros corazones. Todo esto a través del encuentro diario en la intimidad de nuestra oración, en la celebración semanal de comunidad donde se comparte esta experiencia diaria, y donde nos alimentamos más de Su Palabra por medio del corazón de cada hermanito, y concluimos celebrando el AMOR más grande en la Sagrada Eucaristía Dominical, donde con claridad asistimos en acción de gracias por todo lo que se ha vencido con El desde la oración y en la vida diaria.
Cada uno de nosotros da infinitas gracias a Nuestro Señor por habernos llamado a su rebaño, elegirnos entre muchos y llamarnos por nombre propio para seguirle, amarle y sobre todo dejarnos amar por El es, ha sido y será el mejor regalo de sus manos después de la Vida, pero la Vida en El tiene otro nombre, simplemente hemos muerto al mundo para VIVIR RESUCITADOS CON, PARA Y POR EL.

LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO

La vida del cristiano es una vida sobrenatural que el Espíritu Santo
injerta e insufla en la naturaleza del hombre, de modo que este llega
a producir actos y hábitos que superan sus capacidades y fuerzas
naturales.
Estos son en primer término las virtudes teologales de la
fe, la esperanza y el amor de caridad,
que tienen por objeto directo a Dios.
Dentro del cortejo de las virtudes morales, los llamados frutos
del Espíritu Santo tienen un especial aroma y brillo.
Esparcen el buen olor de Cristo.
San Pablo en su carta a los Gálatas las muestra
de una manera contrastada (5, 16-23):

“Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu,
no daréis satisfacción a las apetencias de la carne.
Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu,
y el espíritu contrarias a la carne,
como que son entre sí antagónicos...

Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación,
impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos,
iras, rencillas, divisiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas
semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que los
que hacen tales cosas no heredan el Reino de Dios.

En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia,
afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”.

Y concluye el apóstol:

“Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu”.
Escribe: Gustavo Salazar G.

lunes, 1 de junio de 2009

El silencio de Dios


Por Andrés Torres Queiruga – Teólogo español
Texto parcial de su obra “Recuperar la salvación”


Hay escándalos como el del sufrimiento de los niños, que gritan y se hacen escuchar a la fuerza. Y hay escándalos sordos, que roen por dentro y apenas se dejan escuchar, pero que no por ello son menos sangrantes, y en los que “el silencio de Dios” es quizá más hondo y estridente. Desde el trágico abandono de Cristo en el Calvario, hasta la callada pregunta de tantos “¿Por qué Señor?”, la falta de claridad, la ausencia empírica de respuestas, la dificultad de comunicación con Dios, forman un contínuo que oscurece la vida humana, incluso la que se entregó en la fe. Y esto en épocas como la nuestra, de doloroso e intenso “eclipse de Dios”(Martin Buber- Estudio de las relaciones entre Religión y Filosofía- Buenos Aires 1970)se hace muy especialmente sensible.

¿Por qué? ¿Por qué tengo que esforzarme en amar a Dios cuando el amor al padre, a la mujer, a la novia, al amigo, brota instantáneo y palpable? ¿Por qué es necesario el esfuerzo de la oración para hablar dificultosamente con Dios, cuando la conversación familiar o la tertulia amigable manan suaves y naturales como el agua y constituyen un relax para el espíritu?

Esto no es lírica sentimental, sino una pregunta que puede llegar a hacerse angustiosa.. y que se puede plantear muy mal, si se parte del supuesto de que es así, simplemente porque Dios lo quiere, pero que Él podría arreglarlo de otra manera…

…pero no es ese el planteamiento. Y después de lo que llevamos dicho, no resulta difícil comprender que , en realidad, estamos frente a un nuevo aspecto del problema del mal. Es decir, no frente a un querer divino, sino frente a una “impotencia divina”; o, dicho con mayor exactitud: frente a una imposibilidad de la creatura. El silencio de Dios no se debe a que Él quiera callar, sino a que nosotros no podemos escuchar. La distancia entitativa entre el Creador y la creatura es tan inmensamente abismal que, bien considerado, lo extraño no es que sea difícil el contacto sino que dicho contacto pueda producirse.

De modo que lo admirable no está tanto en el silencio de Dios cuanto en la misma posibilidad de su palabra. Y la pregunta no es: ¿Por qué hace Dios tan difícil las cosas?, sino: ¿cómo es posible un amor tan grande que es capaz de realizar el impensable misterio de esta comunicación? Entonces se comprende, desde una nueva perspectiva, la inmensa sorpresa de la Encarnación: Dios se hace palabra –Verbo, Logos- para traducirse en nuestra carne, para hacer accesible lo inaccesible. Y mirando esa Palabra que lo dijo todo, hasta desangrarse en la cruz (H.U. von Balthasar), intuimos que Dios hizo cuanto estaba en su mano para acercársenos; que de ningún modo quiere, sino que, por el contrario, le duele la dificultad estructural que tan difícil hace a veces nuestro contacto; que en nuestro luchar por una más fácil y más íntima comunicación con Él no lo tenemos frente a nosotros, como el que nos pone el tropiezo o la dificultad, sino que lo tenemos a nuestro lado, como el que nos apoya, nos comprende y nos anima.

Verdaderamente el silencio de Dios no es tal silencio, sino únicamente palabra que, poniendo en juego toda la disponibilidad de su amor y toda la fuerza de su poder, consigue llegar hasta nosotros. Si hay silencio, éste radica, no en el callar de Dios, sino en la sordera estructural de la creatura.

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